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El Abad Francisco fue llamado a  fundar Mariannhill como un monasterio trapense. Él y sus monjes quisieron, por su misma presencia, servir a la misión de la iglesia a través  de su oración y trabajo. Hicieron esto tan bien, que muchos habitantes del lugar, impacientes por aprender, se confiaron a los monjes. Esto desafió su celo pastoral, de modo que comenzaran  un trabajo misionero activo que rapidamente se extendió más alla del monasterio.

 

Desde el comienzo mismo, tomaron iniciativas para edificar la iglesia local. Es un rango esencial de nuestros comienzos que todo esto habría sido imposible sin el apoyo excepcional  de muchos hermanos expertos y dedicados.

Nuestro mandato misionero

Jesucristo fue enviado por el Padre para proclamar la Buena Noticia. Para seguir su misión Él dotó la Iglesia con el Espíritu Santo. Ella debería convertirse para todo el mundo en el sacramento universal de salvación. Por tanto, la Iglesia es misionera por su propia naturaleza, realizando el gran mandato de Cristo, ir al mundo entero y hacer discípulos suyos a todos los pueblos. Junto con otros institutos, nuestra Congregación es enviada por la Iglesia para emprender este trabajo misionero como nuestra tarea especial (la Misión "ad gentes").

Nuestros antepasados también iniciaron notables esfuerzos para levantar el nivel de conciencia misionero. Para esto crearon una extensa red de hermanos, amigos y benefactores en Europa y en América. Dirigiéndose a individuos y a grupos en persona y, en particular, mediante la palabra escrita, promovieron el interés misionero y las vocaciones, y reclamaron el apoyo espiritual y material, frecuentemente bajo circunstancias muy tentadoras y con los medios de comunicación más sencillos. Ellos fueron excepcionalmente acertados.

El Abad Francisco Pfanner y nuestros antepasados respondieron proféticamente con visión y vigor a las injusticias de su tiempo, para el bien de la gente que ellos evangelizaron. La búsqueda de mejores campos, mejores casas, mejores corazones, ejemplifica la herencia Mariannhill para aminar con la gente en solidaridad y amistad, y mantener y promover la dignidad humana, el desarrollo por medio de la educación, entrenando y tocando las estructuras sociales.  

Sobre el cimiento de esta historia y según nuestras Constituciones, participamos activamente en el mandato de misionero de la Iglesia cooperando en el anuncio del Evangelio, especialmente entre aquellos que no creen aún o ya no creen más en Cristo. Nos esforzamos en ayudar a edificar y acompañar a las Iglesias locales. Nos dedicamos a trabajar por el desarrollo humano integral. Nos comprometemos a mantener vivo y profundizar, entre los fieles, un sentido de responsabilidad por la Iglesia entera. Nos comprometemos a promover vocaciones misioneras y a apoyar el trabajo de la misión tanto espiritualmente como materialmente.

Todos y cada uno de los miembros de nuestra Congregación, cueste lo que cueste su tarea o servicio, vive su vocación misionera cooperando en el cumplimiento del mandato de la Congregación. Colaboramos también con todos los que se dedican a la misma tarea. Formamos una familia Mariannhill con las Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre (CPS), fundadas por el Abad Francisco Pfanner, que quiso que sus hijos e hijas trabajaran estrechamente unidos. Por tanto, cada vez más, compartimos mutuamente nuestra visión y apostolado misioneros.

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