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Consideramos  al  Abad  Francisco  como  el  padre  de  nuestra  vida  espiritual  y  apostólica. Pero  él  no  actuó sólo.

 

Ni Mariannhill ni nuestra Congregación habrían visto la luz sin su comunidad y el estímulo y apoyo de sus amigos y benefactores.  

       

Nuestra experiencia de fundación está situada, por tanto, en la vida y el apostolado de los Trapenses en Mariannhill, dirigida por su líder. Sin embargo, la tensión dinámica entre los ideales del monacato contemplativo y el apostolado práctico de la misión, finalmente condujo a la separación de esta experiencia de transición de nuestros antepasados.

 

Se les exigió una progresiva separación de una vida que algunos de ellos habían vivido durante muchos años.  

 

En todo aquel proceso de transformación ellos mantuvieron y vivieron el ideal de ser una comunidad religiosa que evangeliza -contemplativos en la acción-.

 

La revelación de nuestra identidad y espiritualidad puede  encontrarse, por tanto, en este acontecimiento originario de “muerte y nacimiento", "pérdida y ganancia", "separación y continuidad", "rebelión y obediencia", "planes humanos y designio divino" y, en general, "Cruz y Resurrección".

 

        Congregación de los Misioneros de Mariannhill

    "Mejores campos, casas, corazones"