
27 Jul Para servir a Dios y a la Iglesia
Para servir a Dios y a la Iglesia
Frt. Felizardo Luheia CMM ordenado diácono

FOTO [01]: ESTUDIO MIGUEL ÁNGEL [SALAMANCA]
En la tarde del pasado 2 de Junio de 2023 la Familia de Mariannhill en España pudo vivir unas horas de gozo con motivo de la ordenación diaconal de uno de sus miembros, el Frt. Felizardo Luheia CMM.
La celebración litúrgica tuvo lugar en la Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima [Salamanca/España] y fue presidida por el Obispo de la Diócesis, D. José Luis Retana Gozalo.
Acompañaban al nuevo diácono los misioneros de Mariannhill en España, amigos y bienhechores de esta familia misionera, así como feligreses de la parroquia donde tuvo lugar la celebración.
“Asístenos Dios todopoderoso, de quién procede toda gracia…..” Así es como comienza la Plegaria de Ordenación, leída por el Obispo, después de haber impuesto en silencio sus manos sobre la cabeza del que estaba siendo ordenado diácono. Con las palabras centrales de dicha Plegaria, que rezan: “Envía sobre él, Señor, tu Espíritu Santo, para que fortalecido con tu gracia de los siete dones, desempeñe con fidelidad el ministerio”, quedó el Frt. Felizardo ordenado diácono de la Iglesia.
Como, por otra parte, no puede ser de otra manera, detrás de la celebración quedan registradas no pocas horas de preparativos, en los que se implicaron muchas personas. Pero mucho más tiempo es el invertido en la formación de la vocación de este joven, desde los comienzos de la misma hasta la meta felizmente alcanzada. Mucho tiempo y no poco esfuerzo mancomunado de muchas personas, empezando por su familia, siguiendo por su familia religiosa, sin olvidar a todos aquellos que han ido pasando por su vida y han dejado en ella su variada contribución bienhechora. En la homilía el Obispo diocesano, apoyándose en las lecturas escogidas para la celebración, describió de manera sencilla, a la par que profunda, el significado del diaconado. Entre otras cosas dijo: «… Cuando nos entregamos así a Cristo y nos mostramos dóciles a su voluntad, de algún modo quedamos expropiados… Tú sabes que un diácono está llamado a vivir personalmente la Palabra de Dios de una manera intensa y fecunda… Nos la debes proclamar con exquisita fidelidad y con toda su belleza… Pero tus labios nos deben decir lo que debe gritar tu misma vida, porque la vida no debe contradecir lo que tus labios nos cuentan… Para poder ser mensajero, debes ser previamente oyente fiel del mensaje, hacerlo tuyo sin rutina por una parte y sin traición por otra… El diácono también tiene una vinculación especial con la caridad como entrega a los demás, particularmente a los pobres de cualquier tipo de pobreza… Cuida a los pobres con un servicio amoroso, un servicio lleno de respeto y de gratuidad… Que todos ellos puedan hallar en ti acogida, en tu corazón una palabra de esperanza, uan ayuda habitual y una compasión sincera… Digamos, por último, que el diácono que da el paso que tú vas a dar esta tarde, para recibir en un tiempo prudencial el sacramento del orden sacerdotal, hace promesa de celibato. Hoy tu vida se desposa con Jesucristo… Cuida tu corazón para que esta pertenencia libre y amorosa al Señor no tenga ningún rival. Qué nada ni nadie ocupe en tu corazón el lugar que sólo le corresponde al Señor. Procura ser limpio de corazón. Ten un corazón que ama sin buscarse a sí mismo, que ame sin poseer, lleno de respeto a la otra persona. Sin intenciones torcidas, tratando al otro como tierra sagrada. Reconoce en cada persona el rostro de Cristo. Ten un corazón y un amor indiviso a Dios, sin compartirlo con otros amores, porque el amor a Dios es el único que unifica nuestro corazón. Para ello es necesario una madurez humana en la afectividad, siempre necesitada de vigilancia. Conjuga proximidad y distancia. Delicadeza y firmeza. Exigencia y bondad, que te ayudarán a no invadir el espacio íntimo del otro. Esta distancia supone, a veces, soledad, aunque nosotros sabemos que con Dios nunca estamos solos… No dejemos de pedir por las vocaciones. Es nuestra más urgente necesidad eclesial. Bendito sea el Señor que nos bendice a través de este joven que va a ser ordenado diácono. Cada uno desde donde se encuentra en la vida de la Iglesia, colabore con su oración, su disponibilidad y su afecto en suscitar jóvenes vocaciones. No dejemos de rezar por las vocaciones al sacerdocio. Y pidamos por la santidad de los sacerdotes. Como María, creemos que lo imposible para nosotros, es posible para Dios, que es el que llama».
FOTO [02]: ESTUDIO MIGUEL ÁNGEL [SALAMANCA]
Después del escrutinio o interrogatorio y, una vez que el ordenando hizo la promesa de celibato, éste se postró en el suelo mientras se cantaban las Letanías de los Santos.

Después del escrutinio o interrogatorio y, una vez que el ordenando hizo la promesa de celibato, éste se postró en el suelo mientras se cantaban las Letanías de los Santos. La invocación de los Santos recuerda al ordenado que sólo con la ayuda de la gracia de Dios va a poder realizar lo que Dios le pide y aquello a lo que se compromete. El momento central de la celebración aconteció cuando el Obispo le impuso las manos en silencio y leyó la plegaria de Ordenación. Ya ordenado diácono, otro diácono le impuso la estola y la dalmática, ornamentos litúrgicos que resaltan la función sagrada del que los viste. Siguiendo el Ritual, el Obispo le hizo entrega del libro de los Evangelios a fin de que convierta en fe viva lo que lea y cumpla lo que enseñe. El rito de ordenación terminó con el abrazo del Obispo y de los otros diáconos presentes en la celebración.
FOTO [03]: ESTUDIO MIGUEL ÁNGEL [SALAMANCA]
El momento central de la celebración aconteció cuando el Obispo le impuso las manos en silencio y leyó la plegaria de Ordenación.
Acto seguido el nuevo diácono comenzó a servir como tal, preparando el Altar. En el momento de la paz fue saludando, uno por uno, a todos los sacerdotes concelebrantes.
Al final de la celebración el diácono Frt. Felizardo se dirigió a la asamblea con estas palabras, que compendian los sentimientos, que en aquella hora gozosa llenaban el corazón del Frt. Felizardo: «Agradecimiento, en primer lugar, a Dios por el don de la vida y de la vocación; en segundo lugar, a mis padres ya fallecidos, que, aunque no eran católicos, siempre me apoyaron para yo llevara adelante mi vocación. Mi agradecimiento se extiende también a los Misioneros de Mariannhill, aquí presentes, que son mi segunda familia y que me han venido acompañando en este proceso formativo, tanto académico como espiritual. Agradezco, de modo especial, al Obispo, Don José Luis, porque a través de él he recibido este Sagrado Orden del Diaconado, y también a Don Juan Pedro por aceptar que esta celebración tuviera lugar aquí en su Parroquia. No debo olvidar al coro que ha animado esta celebración. A todos vosotros, amigos, conocidos y colegas, aquí presentes, muchísimas gracias por vuestra presencia».
P. Lino Herrero Prieto CMM

Misionero de Mariannhill
FOTO [04]: ESTUDIO MIGUEL ÁNGEL [SALAMANCA]
El nuevo diácono preparando el Altar.