
13 May Abad Francisco Pfanner: de una pieza
El buen humor del Abad Francisco
Foto: P. Lino Herrero Prieto CMM (España) Haz que brille la luz de la alegría y del buen humor, y consérvala en tu alma.
Vanidad y necedad se dan la mano, pues ambas son incubadas por la misma gallina.
En África muchos obispos se parecen a las ánimas benditas del purgatorio, pues tanto las unas como los otros están atormentados por la espera.
Mal cochero es el que sólo sabe girar a la derecha, pues también debe saber girar a la izquierda e, incluso, si así fuera necesario, dar marcha atrás. Yo considero que el mundo es como una gran vaca lechera y el que sepa ordeñarla, que lo haga… Eso sí, con tal de que Cristo sea predicado.
Cuando alguien externamente está contra nosotros, debemos hacer como las abejas, que liban de las plantas venenosas, no el veneno sino la miel.
Dios ha dado a cada animal medios especiales de defensa. Al toro, los cuernos; al caballo, las pezuñas; a la liebre, patas veloces; al león, la fuerza y al gato, las uñas. ¿Por qué no también a los hombres? Al varón le ha dado el brazo fuerte y a la mujer las lágrimas. Con las lágrimas la mujer puede lograr lo que el calamar con su tinta frente al perseguidor, pues las lágrimas muchas veces ablandan a los corazones más duros.
Los sueños del Abad Francisco
Se temía mi pertenencia a Mariannhill. Por otra parte, mis adversarios supieron infundir en el buen Padre Amando el miedo a que yo formara un partido con mis leales y en unión con ellos y con varias misiones filiales, me separase de la casa madre; un plan tan alejado de mi pensamiento como lo estaría del pensamiento de Moisés construir un ferrocarril sobre el mar Rojo…»
Hasta ahora solo hemos fabricado quesos ligeros y mantequilla, pero queremos hacer también quesos grados y de Limburgo. Creo que en un manual práctico de esa índole encontraré lo necesario, porque yo en este negocio no tengo ninguna experiencia…
Según parece, en ninguna parte son más necesarias las Hermanas Rojas que en China. Ya sólo es cuestión de dinero. Vea usted si le es posible obtener algún préstamo… Pero no perdamos de vista el Sudán. Una lástima que yo ya no tengo treinta años. Me gustaría ir por delante de usted a todas partes, para buscar emplazamientos e iniciar misiones. Usted podría seguirme con sus Hermanas, colocándolas sin más en el nido…
De mi última visita a tu casa y de las cartas de los últimos tiempos he tenido siempre la sensación de que te desazona la idea de la muerte. ¿Por qué? Espero no molestarte con mis palabras. Mi carácter siempre se ha distinguido por la franqueza. Desde siempre he sido mal diplomático. En el caso de que no hayas roto ya esta carta y me sigas leyendo, me gustaría ayudarte a recuperar tu fe. Si tú no me lo prohíbes, seguiré rezando por ti. Eso no puede hacerte daño. Y será una prueba de que mi amor por ti permanece constante…
Testimonio sobre el Abad Francisco
La Hna. Emiliana María CPS, en una carta que escribió a la Hna. Erwina María CPS el 6 de noviembre de 1946, relata cómo sobrellevó el Abad Francisco sus últimos años en la misión de Emaús. Éstas son sus palabras:
“Muchas veces, al visitarle en Emaús, me contaba sus penas con lágrimas en los ojos. Con frecuencia he ido a caballo desde la misión de San Juan a Emaús para visitarle. Recorría en un solo día, ida y vuelta, 83 Km.
¡Qué bonito, cuando recuerdo, con cuanta alegría me esperaba junto a la ventana, y, al acercarme a galope a casa, él salía poco a poco, apoyándose en cualquier cosa, a la puerta para recibirme!
Todavía resuenan sus palabras en mis oídos. Cuando me contaba sus penas, yo le decía: “¿Cómo puede sobrellevar todo esto y guardar esa alegría?” Y él siempre me contestaba: “No dejo entrar nada, absolutamente nada, en mi corazón. Llevo todo mi dolor en mis brazos. Si no hiciera esto, la pena me mataría”.
También solía levantar la mano temblorosa, mantener juntos dos dedos y decir: “Un dedo soy yo y el otro es Dios; y entre estos dos no se mete nada ni nadie”. Y así siempre guardaba la calma”.
Sirva este testimonio como homenaje de recuerdo agradecido al Abad Francisco al celebrarse el 110 aniversario de su muerte y como invitación a todos, los que con nosotros formáis la Familia Mariannhill, a seguir rezando para que un día se reconozcan las virtudes cristianas, vividas en grado heroico, por el Siervo de Dios, el Abad trapense, Francisco Pfanner.
P. Lino Herrero Prieto CMM
Misionero de Mariannhill