HISTORIA DE UNA VÍA… DOLOROSA

HISTORIA DE UNA VÍA… DOLOROSA

Queridos lectores:

Con la imposición de la ceniza en nuestras cabezas, inauguramos el Tiempo de Cuaresma, como preparación al Triduo Pascual; y como parte de las prácticas de este período litúrgico, restauraremos, una vez más, esa devoción de todo el año, pero marcadamente cuaresmal, del rezo del Santo Viacrucis, meditando y acompañando a Jesús, por las callejas de Jerusalén, desde el Pretorio romano, en la Torre Antonia, hasta la cima del Calvario, sita, en aquel entonces, a las afueras de Jerusalén, al acompañarle, en meditación y en oración, a través de las diferentes estaciones, que narran su Pasión y muerte en la Cruz, que nos dio Nueva Vida.

Muchas veces me pregunté cómo, cuándo y dónde comenzó la práctica devocional del santo Viacrucis en la Iglesia Católica, hasta que un día, por casualidad, cayeron en mis manos las visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick sobre los orígenes del Viacrucis, contenidas en los capítulos XII y XXII de su obra “La amarga Pasión de Cristo” (1833) -que incluiré a modo de anexo al final del relato-, las cuales arrojaron una gran luz al respecto y dieron pie a la elaboración de este relato de ficción evangélica, que pretende retratar, de algún modo, aquel momento.

¡Feliz y provechoso Tiempo de Cuaresma!

-o-0-o-

El Viacrucis de María

Una mujer completamente envuelta en un manto oscuro y a plena luz del día, atisba nerviosa la entrada de carruajes que da al patio trasero de una casa principal, murmurando una indescifrable perorata, mientras parece contar con los dedos y escribir algo en una tablilla, para volver a atisbar. La gente pasa, indiferente, a su lado, aunque algunos se la quedan mirando con extrañeza y, finalmente, alguien se para en seco y se acerca a ella con paso decidido y cara de pocos amigos, y, conteniendo su indignación, le espeta desde atrás: “¡Madre!, ¿qué haces aquí?”.

La pobre mujer se estremece al escuchar esta voz inesperada, haciendo volar por los aires su tablilla de escritura y su buril, y se vuelve lentamente, tratando de guardar la compostura, tras verse descubierta, y, con el rostro desencajado por el susto, le responde: “¡Ay, hija, qué susto me has dado!”. La primera mujer vuelve a la carga, alegando: “Madre, hace tan sólo tres días que Jesús resucitó y todavía siguen buscando su cuerpo. ¿Qué haces a la puerta de Caifás, tentando a la suerte?”.

Ella responde con calma: “Magdalena, hija mía, te agradezco tu preocupación, pero, con mi Jesús resucitado, yo voy tranquila: Él me protege. Además, los del Templo buscan un cadáver desaparecido y no una mujer solitaria. ¿Qué me puede pasar? Hemos de volver a la normalidad, hija mía. Jesús dijo que no saliéramos de Jerusalén hasta recibir la fuerza de lo alto (), pero nada dijo de no salir de casa, pues hemos de continuar su obra; Él, que me pone este deseo, me protegerá”.

Madre, no me has contestado todavía. Desde que Jesús resucitó, la que nunca salía de casa, ahora no para de salir y, lo que es peor, a espaldas nuestras, exponiéndote y exponiéndonos a todos a cualquier cosa. Regresemos a casa y me lo cuentas todo allí”. Resignada, María, recoge del suelo su tablilla de escritura y su buril, mientras suplica: “Vale, hija, pero no me delates a los demás; con una que se preocupe por mí, es más que suficiente”.

Una vez en el cenáculo, se dirigen al piso de arriba, convertido en oratorio desde que Jesús, recién resucitado, se les manifestó allí por primera vez, y, rodeando la mesa de la última cena, usada ahora como altar eucarístico, desde que Jesús celebra con ellos la Fracción del Pan, cada primer día de la semana, entran en el cuarto de María y cierran la puerta. María, entonces, le ofrece a Magdalena la única silla que tiene, sentándose Ella en la cama; a regañadientes, Magdalena acepta aquella silla, con tal de continuar la conversación: “Madre, desde que Jesús resucitó, llevo observando un comportamiento bien extraño en ti: te has vuelto más reflexiva, sigilosa y arriesgada”.

“Sí, Madre, siempre a la misma hora, sin decirle nada a nadie, desapareces del cenáculo y no vuelves a aparecer hasta después de un largo rato, para hacer tu vida con nosotros, como si nada hubiera pasado, con una expresión entristecida y reconfortada a la vez, pero sin darnos explicaciones. Y, como no avisas, todos creen que estás en tu cuarto, descansando, y no se atreven a molestarte, pero, afortunadamente, Dios te puso hoy en mi camino. ¡Madre, se acabaron tus correrías!”. María responde alarmada: “No, hija, no me hagas eso, te lo contaré todo, pero no me hagas eso”.

Y, tomando a Magdalena de las manos, con mirada suplicante, continúa: “Empecé a pensar en ello aquel viernes, cuando me encontré a mi Hijo cargando la cruz y los soldados me impidieron ayudarle a llevarla y recorrer con Él el camino del Calvario. Impugnaron mi legítimo derecho de madre y lo suplantaron por un extraño de Cirene, a quien Dios bendiga siempre, que aceptó a regañadientes aquella tarea de amor y compasión. Pero, recorrer este camino en oración, ahora que está resucitado, es algo que se me ocurrió hace tan solo dos días y ese deseo ha seguido creciendo en mí, en intensidad y determinación, como si fuera una misión a realizar: La de perpetuar, como un legado de salvación, el Camino de la Cruz que mi Hijo siguió, meditando y orando los sufrimientos de su Pasión, para que se actualicen y hagan suyos los méritos de su Pasión, para la salvación de las almas, la conversión de los pecadores y la reparación de todas las ofensas con que siguen ofendiendo a mi Hijo. El problema, ahora, es que Juan quiere que nos mudemos a vivir a Éfeso y, por eso, estoy más urgida de tiempo, contando los pasos, determinando las distancias y anotándolas en una tablilla de cera, para repetirlas allá donde vayamos, en que no existen referencias, y poder seguir rezándolo”.

Magdalena, conmovida, dice: “¿Y por qué no nos has dicho nada hasta ahora? Te hubiéramos ayudado gustosos en la tarea. Sólo tienes que decirnos lo que necesitas, Madre, y haremos cualquier cosa por ti, tú lo sabes”. María responde: “Gracias, hija, lo sé, pero vosotros no estáis para mucho más, especialmente tú, siempre tan atareada y llevando el peso de todo. No quería crearos más molestias”… Magdalena la interrumpe: “Tú no das molestias, Madre; basta con que me lo pidas y donde tú vayas, yo iré (Ruth), pero aún no me has dicho por qué te encontré ante la casa de Caifás”.

Y María, tomando aire, responde: “Hasta ahora, siempre he empezado desde allí, porque allí es donde juzgaron, inicuamente, a mi Hijo, los del Sanedrín y allí paso, encerrado en una lúgubre cisterna, excavada en el suelo, atado de pies y manos, y suspendido de una cuerda, en total oscuridad, su primera noche en el seno de la tierra, hasta que lo llevaron a Pilato, al día siguiente, para que lo maltratara y mandara crucificar; por eso, aquella es la siguiente parada en mi Camino de la Cruz, y después, aquella otra, cuando se encontró con su Mamá, camino del Calvario, y Ella no lo pudo abrazar, para no agravar más su dolor, pues no había parte sana en Él”. María suspira largamente antes de concluir: “Pero si mañana me acompañas, comenzaremos desde más lejos, desde el verdadero origen de todo; mañana te explicaré. Que descanses; hoy no bajaré a cenar, me quedaré, meditando en oración, cómo proceder mañana”.

Al día siguiente, María encuentra a Magdalena acurrucada contra la puerta de la calle; posiblemente ha pasado allí toda la noche. La despierta con cariño, mientras le dice con cierta sorna: “Magdalena, hija, veo que has madrugado mucho para acompañarme hoy” y, guiñándole un ojo, le pregunta: “¿Tenías miedo de que me fuera sin ti?”. La aludida frunce los ojos en señal de enojo por haber sido descubierta así, pero no puede contener la risa y, poniéndose en pie, termina de desperezarse.

Mientras desayunan, María le propone, a Magdalena, el plan del día: “Ahora que me acompañas, todo es diferente; no sé cómo darte las gracias. Desde ayer no he hecho más que pensar en una sola cosa, algo que antes me parecía imposible, pues, yo sola, no me atrevía a llegar tan lejos; ¡una cosa es callejear Jerusalén y otra muy distinta…!” Magdalena abre los ojos como platos y comienza a toser, atragantada: “¿Qué, Madre, no estarás pensando…cof-cof?”. María, divertida, asiente, sonriendo. “¿…Cruzar el torrente Cedrón…cof-cof?” Y María vuelve a asentir, sonriendo más ampliamente, mientras termina la frase por ella: “¡Tú lo has dicho: e ir a Getsemaní!”.

Después, cambiando el tono de su voz, prosigue: “Magdalena, hija mía, siento que he de ir allí y rezar donde Él rezó, uniéndome a Él en su agonía. Además, siento que allí hay algo esperando para mí, de parte de mi Hijo, y que yo lo he de recoger y guardar; no sé lo que encontraré, pero la insistencia interior es muy grande”. Después, dirigiéndose a su Hijo, con las manos recogidas sobre el pecho, en profunda oración, le dice: “Jesús, Hijo mío, protégenos en el camino, que vamos a emprender, pues vamos allí en tu Nombre; guíanos al lugar donde hemos de rezar, allí donde tu rezaste, pues no conocemos el camino, y muéstrame allí lo que tienes para tu mamá. Gracias, Cielo mío. Amén. Aleluya”. Magdalena ya no protesta más y repite tras ella: “Amén. Aleluya”. ¡La suerte está echada!

Cuando llegaron al huerto, instintivamente, se abrazaron fuertemente la una a la otra, en un intento de crear una sensación de mutua protección, y entraron cautelosamente. Magdalena, que andaba visiblemente más nerviosa que María, fue la primera en romper el silencio, al decir, impresionada: “Mira, Madre, aquí la hierba está aplastada y hay manchas de sangre, como si hubiera habido una pelea”. María le responde tranquilizadora: “Sí, hija, Pedro me lo contó todo. Debe de ser la sangre del pobre Malco, el criado del sumo sacerdote, pues me contó que se puso nervioso con la espada y, apuntando al pecho, le dio en la oreja… ¡Este Pedro no haría daño ni a una mosca!… Me contó, también, que mi Hijo le hizo enfundar la espada para que no se hiciera daño con ella –Magdalena sonríe pícaramente-, y le devolvió la oreja a su sitio al pobre Malco, que chillaba, lloraba y aullaba desesperado por la pérdida de su pabellón auditivo”. Llegadas a este punto, tienen que parar de nuevo, pues Magdalena, olvidando su temor, no se tiene en pie de la risa.

Cuando Magdalena se tranquiliza, María continúa: “También me dijo que habían ido más allá” y Magdalena se vuelve a sobresaltar: “Sí, Madre, aquí también está aplastada la hierba, pero es como si hubieran dormido sobre ella tres personas, pues no hay manchas de sangre”. María sonríe y le dice: “¡Qué sagacidad la tuya! Veo que eres buena rastreando pistas”. Magdalena, avergonzada, refunfuña: “No te burles, Madre, que estoy tratando de ayudar” y María prosigue: “Sí, Hija, Pedro me contó que Jesús les mando esperar aquí, velando en oración, mientras mi Hijo iba más allá, a su sitio favorito, a rezar, visiblemente afectado, pero que, vencidos por el sueño, no habían podido velar con Él ni una sola hora y que, por tres veces, había venido Jesús a despertarlos, pero que no podían hacer otra cosa más que dormir, pues les pesaba el vino de la cena en los párpados”.

Magdalena mira un poco más lejos y vuelve a sobresaltarse: “¡Madre, Madre, aquí se ven pequeñas salpicaduras de sangre! ¿No lo ves?” Y soltándose de ella, avanza unos pasos, para pararse y señalar nuevamente, visiblemente impresionada: “¡Y son más visibles aquí!… Es como si se hubiera parado, justo en este lugar, el que tenía esta hemorragia de sangre tan brutal. ¡Mira, Madre, fíjate!, el goteo de sangre parece seguir el contorno de unos pies descalzos y de una túnica, como si estuvieran empapados en sangre…”. Y María le responde, visiblemente emocionada: “Sí, hija, lo sé, es la Sangre de mi Jesús. Pedro me dijo que Jesús había sudado gotas de sangre, pero se quedó corto en la descripción… ¡Qué angustia debió pasar mi pobre Hijo al aceptar beber su cáliz por nosotros!” Y propone: “Sigamos el rastro de sus huellas. Él me decía que solía rezar sobre una losa natural de piedra blanca, como si aflorara la roca desde el suelo, pues le gustaba rezar allí, encima de ella. Pero no consigo verla, a ver si la encontramos”.

La Roca de la Agonía o de la Oración en el Huerto, en la Basílica de Getsemaní (Iglesia de Todas las Naciones – Jerusalén).

Entonces, Magdalena vuelve a exclamar: “Madre, el goteo se dirige hacia aquella roca de allí, pero es parda, no blanca”. Se adelanta en una carrera y, de repente, se detiene y vuelve la cabeza, pálida por la impresión, mientras anuncia, con voz temblosa: “Madre, no es parda, sino que está completamente bañada en sangre seca. Creo que hemos encontrado el lugar. Mira, donde estorbó la hierba, todavía es blanca”. María se acerca lentamente para comprobar que la blanca roca está totalmente impregnada de sangre y que, en el centro puede distinguirse, con gran claridad, la silueta de un hombre alto que ha estado postrado en oración y, a un extremo, huellas de pies que entran y salen de ella y que, Magdalena, acostumbrada a estar a sus amados pies, tantas veces abrazados, besados, llorados, ungidos, secados, reconoce enseguida como los de Jesús. Cuando María se acerca, la roca empieza como a sudar delante de ellas, brillando al sol -no puede haber el rocío a esas horas del día-, y, súbitamente, parece sangrar (1), y la sangre seca de la silueta de Jesús postrado en oración, vuelve a ser roja y fresca, como recién vertida, brillando al sol, pero no a su luz, sino desde dentro, como si la luz procediera de ella. Y María cae, primero de rodillas, por la impresión de ver la silueta sangrienta de su Hijo y, después, cae postrada en oración en aquel lugar donde su Hijo derramó las primicias de su Sangre (2), que ofrecería después en el Calvario, hasta agotarla entera.

La sorprendida Magdalena imita a María, postrándose a los pies de aquella silueta, para comprobar que sucede lo mismo con las huellas de los pies de Jesús más cercanas a ella, que brillan como rubíes encendidos a la luz del sol, y no puede contener el llanto, a pesar de saber que Él está resucitado y ya no muere más… Es como si deseara lavar su Sangre con sus lágrimas y enjugarla, después, con sus cabellos, como aquella vez. Y, estando así, postrada, consigue ver, por el rabillo del ojo, cómo las huellas de sangre iluminadas se dirigen hacia la silueta oscura de algo rectangular que, sobresaliendo de entre la hierba, se apoya contra el perfil de la roca. Lentamente, con miedo de lo que pueda encontrar, se acerca al borde de la roca, para ver de qué se trata, y da un chillido entre sorprendido y angustiado: allí caído, doblado con sumo esmero, está el manto de Jesús; algún animal, hocicando, debió moverlo de encima de la roca, donde Jesús lo dejó.

María se acerca enseguida y reconoce el manto, ahora acartonado, de su querido Hijo, con una gran mancha de sangre en su centro, que tiene la forma de su amado rostro. Lo recoge dulcemente y con él apretado contra sí, derramando lágrimas silenciosas, se sienta al borde de la roca para contemplar aquel rostro amado con ternura infinita, mientras lo acaricia con su mejilla y lo besa una y otra vez, sin que él le pueda devolver ya las caricias ni los besos, que Ella ansía y tanto echa de menos. Su Hijo debió secarse con él su rostro y su pelo, llenos de Sangre tras la copiosa sudoración, cada vez que fue a despertar a los tres durmientes, para que no se aterrorizaran al verlo así, y lo dejó allí, doblado, para volver, después, a por él; cosa que no pudo hacer, pues fue detenido con un beso.

Magdalena pregunta, entonces: “¿Qué le haría sangrar así, Madre? Aquí no hay rastro de pelea”; y María, levantando lentamente su cara de la tela, la mira con ternura y le responde: “La angustia y la agonía, hija mía, la angustia y la agonía… ¡Mi pobre Hijo, nadie sabe cuánto tiempo estuviste así, Cielo mío, tu solito, y mamá no pudo estar aquí para abrazarte y consolarte, como hacía cuando eras niño!”. Y, después, con lágrimas en los ojos, aprieta nuevamente la tela contra su cara, para seguir llorando en silencio. Así pasan el resto del día, sin acordarse si quiera de comer, hasta que el sol comienza a declinar. Entonces, Magdalena, abrazándola tiernamente, la consuela y le dice que ya es tarde y es tiempo de regresar, pues en el cenáculo todos estarán preocupados por ellos. María asiente en silencio y, sin dejar de estrujar contra sí el manto de su Hijo, se deja levantar.

Caminan unos pocos pasos y María se detiene a mirar, una vez más, aquella roca con la silueta de su Hijo y, como si pensara en voz alta, dice: “He de decirle a Juan que construya un pequeño oratorio encima de la roca, para preservar este lugar sólo para Dios, como casa de oración”. Después, volviéndose a Magdalena, la besa tiernamente en la frente y le dice: “Siento que este manto es un regalo de mi Hijo a su pobre mamá y que estuvo aguardando por mí hasta ahora. Gracias, hija, por haber satisfecho mi deseo irrefrenable de venir aquí a orar; nunca te estaré suficientemente agradecida por ello, ni a mi Hijo por este detalle hacia su mamá, después del gran regalo de la efusión de su Sangre y de la salvación que con ella compró. Después, le sonríe con complicidad y añade: “Y si tú me acompañas, podremos comenzar aquí el Camino de la Cruz, como primera parada, y terminar en el sepulcro, abierto y vacío, del jardín de José de Arimatea, convertido, también en oratorio, como la última. Yo llevaría la tablilla y el buril y tú me ayudarías a contar las distancias y las medidas… ¡Trabajo en equipo por una buena causa!”.

Y Magdalena, sonriendo, se deja camelar, asintiendo con la cabeza, antes de apoyarla contra su hombro y susurrarle, un tanto mimosa: “Madre mía querida, cuánto te quiero. Nunca te dejaré y haré todo lo que me pidas, pues seré feliz haciéndote feliz, Madre”. Y bien abrazadas, la una a la otra, emprenden el camino de regreso al cenáculo, con muchas noticias maravillosas que contar.

  1. Juan José Cepedano Flórez CMM.

+ Salamanca, 7 de Noviembre de 2020.

Dedicado al Inmaculado Corazón Doloroso de la Virgen María.

© Imágenes tomadas de Internet.

 

Notas al texto

1.- Testimonio del Padre Michael Wensing, sacerdote de Dakota del Sur (USA), quien celebró una Misa temprana en la Iglesia de Todas las Naciones, junto al Jardín de Getsemaní, el 4 de noviembre de 2015: «Me desvestía (después de celebrar misa) y oí a la gente gritar: ‘Vuelva, padre, vuelva. Algo increíble está sucediendo. ¡Mire esta roca!”. «(La roca) estaba reluciente, con humedad, y pensé: “Tal vez es como el rocío», pero los coches no cogen rocío en un garaje y esta roca estaba en el interior, no a la intemperie. En lugar de humedad, habían aparecido tres fuentes de sangre, que manaron duraron un tiempo, justo antes de evaporarse. Había una hendidura en la roca y en ella estaba lo que parecía sangre. Me sorprendió. Me arrodillé y me bendije a mí mismo con el agua y la sangre. Una mujer lo probó y dijo que sabía como a sangre».

2.- Según el Itinerario de Egeria, monja berciana del s.IV, la iglesia de la Agonía constituía ya una estación de las procesiones litúrgicas, antes del final del siglo IV. Después de haber pasado casi toda la noche del Jueves al Viernes Santo, en el monte de los Olivos, los fieles bajaban de nuevo a la ciudad, cantando himnos: «Y se llega al lugar mismo en que oró el Señor, como está escrito en el Evangelio: y se apartó como un tiro de piedra y oró… En ese lugar hay una iglesia elegante. Entra en ella el Obispo y todo el pueblo, se dice allí una oración propia del lugar y se dice también un himno apropiado y se lee el mismo texto del Evangelio donde el Señor dijo a sus discípulos: velad para que no entréis en tentación. Se lee allí todo ese pasaje y se hace de nuevo oración».

ANEXO

Visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick sobre el Viacrucis en “La amarga Pasión de Cristo” (1833)

Beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824)

1.- El Primer Viacrucis de la historia: Origen del Via Crucis, en Jerusalén (Cap. XII)

«Cuando Jesús fue conducido a Herodes, Juan acompañó a la Virgen y a Magdalena por todo el camino que había seguido Jesús. Así volvieron a casa de Caifás, a casa de Anás, a Ofel, a Getsemaní, al jardín de los Olivos, y en todos los sitios, donde el Señor se había caído o había sufrido, se paraban en silencio, lloraban y sufrían con Él. La Virgen se prosternó más de una vez, y besó la tierra en los sitios en donde Jesús se había caído. Este fue el principio del Via Crucis y de los honores rendidos a la Pasión de Jesús, aun antes de que se cumpliera.

La meditación de la Iglesia sobre los dolores de su Redentor comenzó en la flor más santa de la humanidad, en la Madre virginal del Hijo del hombre. La Virgen pura y sin mancha consagró para la Iglesia el Vía Crucis, para recoger en todos los sitios, como piedras preciosas, los inagotables méritos de Jesucristo; para recogerlos como flores sobre el camino y ofrecerlos a su Padre celestial por todos los que tienen fe. […] Juan amaba y sufría. Conducía por primera vez a la Madre de Dios por el camino de la cruz, donde la Iglesia debía seguirla, y el porvenir se le aparecía».

2.- El segundo viacrucis de la historia: El Vía Crucis de María en Éfeso (Cap. XXII)

Casa de la Virgen María en Éfeso, convertida actualmente en iglesia, y, detrás de ella, el monte donde cabría localizar el Viacrucis hecho por María

«En las cercanías de su vivienda había dispuesto y ordenado María Santísima las estaciones del Vía Crucis. La vi al principio ir sola por las estaciones de este camino midiendo los pasos dados por su divino Hijo, que tenía anotados desde Jerusalén. Según los pasos que contaba, señalaba el lugar con una piedra y sobre esta piedra la vi escribir lo sucedido en la Pasión del Señor y anotar el número de pasos hasta este lugar. Si encontraba un árbol en el camino, señalaba el paso de la Pasión en el árbol mismo. Había señalado doce estaciones. El camino llevaba al final a un matorral y el santo sepulcro estaba señalado en una gruta.

Después que hubo señalado estas doce estaciones, vi a la Virgen María, silenciosa, ir recorriendo, con su fiel criada, esos pasos de la Pasión del Señor, meditando y orando. Cuando llegaban a una estación, se detenían, meditaban el misterio de la estación y oraban. Poco a poco, este Vía Crucis fue mejorado y arreglado y Juan hizo poner mejor las piedras recordatorias con sus inscripciones. La gruta también fue agrandada, adornada convenientemente y transformada en lugar de oración. Las piedras estaban en parte enterradas en el suelo, cubiertas de vegetación y de flores y cercadas en torno. Eran de mármol blanco liso. No he podido medir el grueso de esas piedras por las plantas que cubrían la parte inferior.

© P. Juan José Cepedano Flórez CMM (Santo entierro de la iglesia de San Julián, en Salamanca)

Los que hacían el Vía Crucis llevaban un asta con una cruz como de un pie de alto; clavaban esta asta en una hendidura de la piedra y se hincaban delante para rezar, si es que no se echaban de cara al suelo, meditando y orando. Las sendas en torno de las piedras eran bastante anchas de modo que podían ir por ellas dos personas a la vez. Conté doce de estas piedras, las cuales, terminado el acto, se cubrían con una estera. Las piedras eran más o menos iguales y en los lados tenían escritas letras hebreas; los lugares donde estaban las piedras eran de diversas dimensiones. La estación primera, el Getsemaní, la formaba un vallecito con una pequeña cueva donde podían estar hincadas varias personas. La estación del Calvario no estaba en la gruta sino en una colina. Para ir al sepulcro, se pasaba la colina; luego, al otro lado de la piedra recordatoria, en una hondonada y al pie de la colina, a la gruta del sepulcro, donde María Santísima más tarde fue colocada. Creo que esta gruta existe todavía bajo los escombros y que un día ha de ser descubierta».

 



Proceso de formación inicial

a.- Candidatado (Aspirantado): Animamos a los directores vocacionales a intensificar sus contactos con los aspirantes y sus familias y parroquias mucho antes de que los candidatos vengan a vivir con nosotros durante su período de candidatado. Parte del candidatado incluye los estudios filosóficos y religiosos o profesionales. Hasta donde sea posible, las familias de los candidatos deberán pagar o contribuir a los estudios y mantenimiento de los candidatos. Durante las vacaciones debería animarse a los candidatos a coger un empleo de cara a ocuparse de sus necesidades y aprender a responsabilizarse de sus vidas.

b.- Postulantado: Al final del candidatado y de los estudios filosóficos o religiosos, los candidatos hacen un extenso período de postulantado como preparación para el noviciado. Se recomienda que los últimos tres meses del postulantado sean hechos por todos los postulantes juntos en Mariannhill antes de su Noviciado común, de forma que dispongan de tiempo suficiente para conocerse mutuamente.

c.- Noviciado: Habrá un Noviciado común en Mariannhill desde el 2 de Febrero -de ese año- hasta Febrero del año siguiente. Al final del Noviciado los novicios harán sus primeros votos y el Gobierno General los asignará a diferentes centros de formación de la Congregación para los estudios teológicos y profesionales.

d.- Posnoviciado (Juniorado): Si un miembro recién profeso recibe el primer destino fuera de su provincia, deberá ser transferido a esa provincia durante el tiempo que duren sus estudios. El será miembro de pleno derecho de esa provincia con todos los derechos y deberes. Siempre existirá para el miembro la posibilidad de permanecer en esa provincia durante los cinco años siguientes a su ordenación.

Adopta un paquete de ropa para enviarlo a países de Misión

Según temporadas, solemos recibir como donativo a las misiones, todo tipo de ropa, en buenas condiciones o a estrenar; muchas veces es ropa para bebés y niños pequeños, muy apreciada allí donde tienen un índice de natalidad tan alto y en nuestros orfanatos. También nos han llegado, a veces, uniformes escolares y de trabajo, muchos de ellos sin estrenar, sobrantes de alguna empresa que se acordó de nosotros o trajes de primera comunión y alguno de novia.

¡Es una alegría tener para dar! Esta ropa se agrupa en lotes de 10 kgs. y se envuelve en paquetes de tela y rafia, cosidos a mano -para evitar que nadie los abra y se quede con algo-, para ser enviados a nuestras misiones en grupos de 8, 10 ó 12 paquetes certificados. ¡Hasta la fecha han llegado siempre todos y en buenas condiciones!

El problema viene cuando vemos el dinero disponible para enviarlos a Misiones, pues cada paquete suele valer unos 50,00 euros, lo que limita mucho la posibilidad de hacer nuevos envíos hasta disponer del dinero para ello.

Por ello, recurrimos a vosotros y os pedimos: ¡Adopta un paquete de ropa para enviarlo a Misión! Muchos te lo agradecerán y orarán por ti desde allí. ¡Te esperamos!

Becas de estudio para formar  futuros misioneros de Mariannhill

A finales del año 1893 el Abad Francisco escribía a sus amigos y bienhechores:

“Si el aumento de postulantes sigue produciéndose con la misma rapidez, el próximo año tendremos 100 hombres. Cuando veo todos los que cada día se sientan a la mesa, me entra el miedo en el cuerpo y me asalta la preocupación: ¿De dónde sacaremos pan para tantos y cómo les vamos a vestir? Pero, por otra parte, al contemplar tantos hombres valientes, entregados y sacrificados, me lleno de alegría y consuelo, pues ellos son mi riqueza…

Nos vemos de nuevo impulsados a dar gracias a Dios por haber bendecido tan generosamente nuestros trabajos y a rezar por nuestros bienhechores, que con sus donativos, siempre bienvenidos, han hecho posible nuestro éxito”.

Lo que el Abad Francisco experimentó hace más de cien años lo seguimos viviendo los que hoy somos sus hijos: el miedo ante todo lo que conlleva la formación de futuros Misioneros de Mariannhill. Por otra parte, ellos son el futuro y la riqueza de nuestra Congregación. Así pues, confiados en el cuidado providente de Dios y en el apoyo de los que hoy sois los bienhechores de Mariannhill, seguimos adelante.

Los aspirantes a futuros Misioneros de Mariannhill empezarán siempre con el preceptivo Postulantado. Cuando hagan los primeros votos, unos irán a estudiar filosofía/teología para ser Sacerdotes de Mariannhill; otros irán a diferentes escuelas profesionales o centros de formación diversa para ser Hermanos de Mariannhill. Todo un proceso formativo que ronda los diez años de duración.

Como veis, el aumento de Hermanos y Padres Misioneros de Mariannhill, depende en gran medida de vuestras ayudas y, por ello, os invitamos a seguir haciendo el bien apoyando, mediante Becas de Estudios o Donativos para la Formación,la formación de las nuevas generaciones de Misioneros de Mariannhill.

Centro Misionero de Mariannhill en Bosa/Bogotá (Colombia)

Un proyecto ilusionante

Los lectores de esta revista misionera saben de los comienzos de la presencia de Mariannhill en Colombia; empezando primero en el Vicariato de Trinidad, concretamente en Montañas del Totumo [Paz de Ariporo/Casanare], y más recientemente en una de las grandes barriadas del distrito de Bosa, en la periferia de Bogotá, perteneciente a la Diócesis de Soacha.

En dicha barriada se nos ha encomendado una parroquia, donde llevamos trabajando poco más de un año. Allí queremos dar cuerpo a un proyecto ilusionante: levantar un Centro Misionero que sirva para acoger durante el día a los ancianos, dar protección y educación a los niños, realizar actividades con los afrocolombianos; todos ellos afectados por el conflicto civil del país.

El Centro servirá también como residencia para la comunidad de Mariannhill, que atiende dicha parroquia, así como para la formación de futuros misioneros.

El Centro servirá también como residencia para la comunidad de Mariannhill, que atiende dicha parroquia, así como para la formación de futuros misioneros.

Una situación inquietante

El distrito de Bosa se encuentra en la periferia de Bogotá y pertenece a la Diócesis de Soacha. Esta ciudad se encuentra, de hecho, unida a la capital colombiana. Bogotá es la ciudad que tiene el nivel más alto de crecimiento demográfico en toda Latinoamérica. Se calcula que unas 200.000 personas llegan a instalarse en la ciudad cada año. Ello se debe a la situación política y de guerra por la que está pasando el país.

Los desplazados encuentran en las periferias de Bogotá un lugar donde asentarse y el Gobierno mismo asienta en ellas a muchos desmovilizados. Tanta y tan frecuente es la afluencia de estos grupos, que el mismo Gobierno no tiene ni planes ni fondos para preparar aquellas infraestructuras, que vengan a atender o paliar las necesidades básicas de alojamiento, educación y salud. Esto crea con frecuencia situaciones caóticas, que devienen en caldo de cultivo para toda clase de problemas, siendo la violencia y la corrupción los principales.

Una tarea a realizar

En el área de la parroquia viven más de 100.000 personas y el Gobierno sigue construyendo casas sociales muy sencillas para ir instalando en ellas a más desplazados o desmovilizados. La población está compuesta, en su mayor parte, por esta clase de gente. Esta gente no solamente tiene muchos problemas y necesidades sino que, a veces, crean problemas  de convivencia en las comunidades donde se alojan o se les instala. Al margen de la labor pastoral que los Misioneros de Mariannhill debemos realizar a través del cauce de la parroquia encomendada, deseamos poder colaborar a fin de mejorar el nivel de vida de la gente con la que vivimos.

Pedimos a los líderes locales que nos ayudaran a identificar aquellas áreas más necesitadas de nuestro servicio, y que, dadas nuestras posibilidades de personal y los terrenos que ahora contamos, pudiéramos atender. De estas conversaciones salieron identificados tres grupos de personas muy vulnerables y que necesitan urgente atención: los ancianos, los niños y adolescentes, los afrocolombianos.

Un apoyo a los ancianos

Entre los desplazados se encuentran muchos ancianos, que han tenido que dejar sus pueblos. Al no haber en la zona lugares seguros de esparcimiento, estos ancianos se ven obligados a permanecer en sus casas las 24 horas del día. Muchos de ellos viven aún aterrorizados y cualquier extraño o desconocido se les presenta como un posible enemigo. Para ellos está pensado el Centro, donde puedan pasar el día y socializar, conviviendo con otros y sintiéndose acogidos y seguros.

Una ayuda para los niños y adolecentes

Entre los desplazados hay muchos niños y adolescentes, huérfanos o de familias monoparentales. No siempre reciben la protección adecuada y son dejados en la calle cuando sus tutores van al trabajo. Estos niños y adolescentes vienen entonces a ser presa de las mafias, que buscan gente para engrosar sus filas, obligándolos a trabajar como sicarios o destinándolos a la prostitución y al chantaje. Como dato de referencia tenemos que, en un centro de salud en la zona, hay registradas 400 mujeres embarazadas y más de la mitad son menores de edad. Para ellos también está pensado el Centro, donde puedan acudir y estar seguros hasta que sus tutores regresen del trabajo y, mientras tanto, puedan recibir apoyo escolar y un suplemento a su alimentación.

Una esperanza para los afrocolombianos

El fenómeno del desplazamiento abarca enormes zonas del país y a toda clase de gente, pero se ceba de una manera más dura con los grupos indígenas y con los campesinos. Éstos son en su mayoría afrocolombianos. Además de los problemas que se les presentan como a todo desplazado, ellos se ven arrancados de sus tierras, pero también de su ambiente cultural. En la ciudad se encuentran más aislados y no siempre aceptados. Para ellos también está pensado el Centro, donde se encuentren entre si y puedan proteger, cultivar y vivir sus valores culturales.

Modalidades de pertenencia a la Congregación

A.- El sacerdote misionero: «El sacerdote misionero de Mariannhill es un hombre que ha respondido simultáneamente a tres llamadas:

1) La llamada a la vida religiosa en la Congregación Misionera de Mariannhill (CMM).

2) La llamada a proclamar como misionero la Buena Nueva de Cristo a todos aquellos que no tienen todavía la experiencia de Cristo como su Salvador.

3) La llamada a hacer todo esto como sacerdote.

En virtud de su ordenación al sacerdocio, el sacerdote misionero de Mariannhill está preparado para atender las necesidades espirituales de todos los fieles. Él proclama la Buena Noticia de Jesucristo, preside la celebración de la Eucaristía y administra los otros sacramentos de la Iglesia de acuerdo con su oficio. El entrenamiento especializado le cualifica para servir en muchos otros ministerios también. Puede involucrarse en educación y formación, en dirección espiritual, en consejo, en retiros, en el ministerio de los enfermos, los presos o los discapacitados; puede involucrarse en el apostolado de la prensa o en cualquier forma de trabajo apostólico que sea necesario en la Iglesia.»

B.- El hermano misionero: «El hermano misionero de Mariannhill es un ejemplo de hombre dedicado a la comunidad, el compromiso, la oración y el servicio. –La figura del hermano- viene de la tradición de los monjes trapenses y, aunque ahora es muy activo, asomado al mundo, retiene todavía el lema “Ora et Labora”: oración y trabajo. El hermano misionero de Mariannhill elige vivir su compromiso con Cristo en una comunidad orante de hombres con votos religiosos, comprometido en el servicio a la humanidad, de acuerdo con sus habilidades, talentos y aptitudes. En una palabra, el hermano es una persona que vive una vida sencilla centrada en el Evangelio en una comunidad célibe.

La llamada a servir a Dios como hermano misionero de Mariannhill requiere una decisión a cuatro niveles:

1) Debe haber un deseo de profundizar la propia vida espiritual y la creencia de que esto puede realizarse más fácilmente en comunidad que por uno mismo.

2) El sujeto debería tener la personalidad capaz de relacionarse fácilmente con otros y una disposición a aceptar la idiosincrasia de los demás.

3) El candidato debería tener, a un tiempo, el interés y la habilidad para realizar el trabajo de la comunidad de Mariannhill.

4) La llamada a la hermandad religiosa requiere una decisión de celibato.».

C.- El asociado o familiar en comunidad: El asociado misionero de Mariannhill en comunidad o “familiar en comunidad”, como comúnmente se le conoce, es aquella persona que, tras haber pasado un período de Postulantado y habiendo aceptado vivir, bajo promesa, los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia en el marco de un compromiso de vida decididamente cristiano, “elige vivir su compromiso con Cristo en una comunidad orante de hombres con votos religiosos, comprometido en el servicio a la humanidad y ayudando a la Congregación personalmente, con su oración y trabajo -y sus talentos, aptitudes y habilidades- allí donde se le necesite, y materialmente, con una parte de su sueldo si está en activo o de su pensión si está jubilado, y teniendo expresamente en cuenta a la Congregación en su testamento.  

Perfil del aspirante a misionero de Mariannhill

A.- Búsqueda sincera de la voluntad de Dios y anhelo explícito de seguir a Jesús.

B.- Amor por las Misiones y un cierto espíritu de aventura.

C.- Docilidad al Espíritu Santo: lo que implica dejarse formar, educar.

D.- Búsqueda constante de la madurez en la fe: lo que se traduce en la capacidad para adquirir y mantener compromisos y responsabilidades.

E.- Práctica activa de su fe: vida sacramental y de Iglesia -Eucaristía, oración, servicio-.

F.- Capacidad y madurez para vivir en comunidad y trabajar en equipo (y si llegara el caso, también en soledad): buenas relaciones entre iguales (espíritu de concordia y de diálogo, sano equilibrio entre autonomía y dependencia), optimismo y alegría (o, al menos, un sano equilibrio entre pesimismo y optimismo, pues los pesimistas y melancólicos no valen para misioneros), paciencia y fortaleza para soportar la soledad, el cansancio y el trabajo infructuoso –tenacidad-.

G.- Plena inserción en su propia cultura: adaptado al entorno y con los pies en el suelo, con conocimiento y aceptación de su propia historia y normalidad en la relación afectiva con la mujer.

H.- Capacidad de apertura a otras culturas: aprendizaje de otros idiomas y costumbres, siendo respetuoso con ellas –inculturación-.

I.- Obediencia al Magisterio de la Iglesia y a las directrices de nuestra Congregación.

J.- Sensibilidad social: una opción fundamental por los pobres, que no excluye el estar abierto a todos –“mejores casas, campos, corazones”-.

K.- Capacidad de iniciativa: lo que implica el desarrollo de una conciencia crítica y de la creatividad.

L.- Estudios finalizados y documentos civiles (y/o militares) en regla: Los estudios deberán ser, al menos, de grado medio (antiguo graduado escolar o equivalente) si el aspirante quiere ser hermano, y de COU (equivalente o superior) si el aspirante lo es al sacerdocio en nuestra Congregación.

CMM asesinados

Varios números de las Constituciones hablan del misterio de la cruz de Cristo y de nuestra participación en ese misterio.

- Tenemos que "no avergonzarnos de la locura de la cruz" (cf. n º 108);

- No hay que olvidar que "estamos siguiendo a Cristo crucificado y debemos proclamar el mensaje de la cruz" (cf. n º 113);

- Hay que recordar que “es parte del seguimiento de Cristo el llevar la cruz de cada día” (cf. n º 244).

Algunos de nuestros hermanos tenían una profunda participación en este misterio de la cruz de Cristo, sobre todo, aquellos que dejaron sus vidas violentamente en el servicio misionero de la Congregación y de la Iglesia, pues no queremos olvidar aquí a todos aquellos que pertenecen a la familia más amplia de Mariannhill y que murieron de forma violenta.

Por parte de los misioneros de Mariannhill:

-Hno. Andrew Wachter CMM, que fue asesinado el 22 de noviembre de 1927, en Mariazell (Sudáfrica).

-Mons. Adolfo Gregor Schmitt CMM, que fue asesinado el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-P. Possenti Anton Weggartner CMM, que fue asesinado el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Hno. Karl Kroner CMM, que fue asesinado el 9 de enero de 1978,en Mariannhill (África del Sur).

-Hno. Peter Edmund Geyermann CMM, que fue asesinado el 2 de junio de 1978, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-Hno. Andreas Georg von Arx CMM, que fue asesinado el 2 de junio de 1978, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-P. Edmar Georg Sommerreisser CMM, que fue asesinado el 25 de abril de 1981, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Hno. Matthias Sutterlüty CMM, que fue asesinado el 10 de noviembre de 1983, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-Hno.  Kilian Valentin Knörl CMM, que fue asesinado el 19 de abril de 1988,en Empandeni Mission (Zimbabwe).

-P. Hubert Hofmans CMM, que fue asesinado el 23 de noviembre de 2001, en Lae (Papúa-Nueva Guinea).

Todos estos Hermanos nuestros, son un recordatorio permanente de aquellas palabras de Jesús: "¿Recordáis lo que os dije: No es el siervo más que su señor"? Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros... El mundo os hará sufrir, pero sed valientes, Yo he vencido al mundo" (Jn.15,20-16, 33).

Por parte de la familia Mariannhill:

-Hna. Francis Elisabeth Van den Berg CPS, que fue asesinada el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Dra. Hanna Decker, misionera laica, que fue asesinada el 9 de agosto de 1977, en St. Paul’s Mission (Zimbabwe).

-Hna. Ferdinanda Anna Ploner CPS, que fue asesinada el 9 de agosto de 1977, en St. Paul’s Mission (Zimbabwe).

-Hna. Maria de Lourdes Gonçalves Granado CPS, que fue asesinada el 5 de mayo de 1981, en Namaacha Mission (Mozambique).

-Hna. Mary Paule Tacke CPS, que fue asesinada el 16 de Junio de 2014 en Tyara-Libode (Sudáfrica).

San Francisco Javier

Nacido en España, en el año 1506. Cuando estudiaba en París, se unió a San Ignacio de Loyola y fue ordenado sacerdote en Roma, en 1537.

Con gran entusiasmo misionero, fue a Asia, donde entró en contacto, en la India, Indonesia y Japón, con otras culturas y religiones (hinduismo, budismo, sintoísmo e Islam) y, en el cumplimiento de sus tareas misioneras, descubrió que es esencial, para poder transmitir el cristianismo, aprender la lengua y la cultura de las personas a quienes somos enviados (inculturación del Evangelio y de las tareas misioneras).

Murió en el año 1552, en la isla china de Shangchwan, a las puertas del Imperio Chino, que él consideraba como un territorio clave para introducir el cristianismo en Asia. Fue canonizado y proclamado "Patrono de las Misiones" en 1622.

Como misioneros, él es nuestro Patrón; y nos recuerda que tenemos que seguir trabajando para que venga el Reino de Dios.

La celebración de la fiesta de San Francisco Javier no es algo nuevo en nuestra congregación. El Abad Francisco, en sus escritos, hace algunas referencias a San Francisco Javier y a su trabajo como misionero.

Sta. Teresa de Lisieux

Santa Teresa del Niño Jesús nació en Alençon, en Francia, en el año 1873. Siendo aún joven, entró en el monasterio carmelita de Lisieux y practicó las virtudes de la humildad, la sencillez evangélica y una firme confianza en Dios. Con sus palabras y su ejemplo enseñó a las novicias que tenía a su cargo.

Ofreciendo su vida por la salvación de las almas y para la difusión de la fe en las misiones, murió el 30 de septiembre de 1897. El Papa Pío XI la canonizó en 1925 y en 1928 fue declarada Patrona Universal de las Misiones.

Como misioneros, ella es nuestra Patrona; y nos recuerda que el trabajo misionero es, sobre todo, la obra de Dios.

La celebración de esta fiesta en nuestra congregación no es algo nuevo. Si nosotros, como misioneros activos, miramos hacia Santa Teresita, una monja contemplativa, como nuestra Patrona, es principalmente por dos razones:

1.-Somos misioneros de profesión. Ser misioneros no depende de nuestra era, del lugar donde vivimos y trabajamos, del tipo de trabajo que hacemos, de los estudios que hemos realizado,, de las capacidades o habilidades, de la salud o de la falta de ella.

El nº 105 de nuestras Constituciones dice: "Incluso si los miembros de la Congregación tienen diferentes tareas y servicios, que vivan su vocación misionera mediante la cooperación en el cumplimiento del mandato de la Congregación".

En su autobiografía, Santa Teresita escribe: "Me hubiera gustado ser misionero desde la creación del mundo y seguir siéndolo hasta el final de los tiempos".

2.-El amor es el núcleo de nuestra misión. Siempre hemos de ser conscientes, tanto de uno como de la otra, a fin de no olvidar para quién estamos trabajando y qué papel ha de jugar el amor en nuestro trabajo.

El nº 237 de nuestras Constituciones dice: "Como misioneros, sabemos que estamos llamados y enviados por Jesucristo. De ahí que nuestro servicio misionero conjunto debe provenir de una unión íntima con Él. Entonces podemos esperar que este servicio sea fructífero".

En su autobiografía, Santa Teresita escribe: "El amor es, de hecho, la vocación que incluye a todas las demás... He encontrado mi vocación: mi vocación es el amor".

Natividad de María

Tradicionalmente, la Congregación de los Misioneros de Mariannhill venía celebrando a la Santísima Virgen María, bajo su advocación de Nuestra Señora de las Candelas, como su Patrona, el mismo día de su fiesta fundacional, la solemnidad de la Presentación del Señor, el día 2 de Febrero.

De cara a la aprobación de nuestro calendario propio, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dictaminó que se separara la solemnidad del 2 de Febrero, fiesta fundacional de la Congregación, plenamente cristocéntrica, de la celebración de la Patrona de Mariannhill, de carácter mariano, por lo que se decidió que la nueva fecha para celebrar a nuestra Patrona fuera el 8 de Septiembre, fiesta de la Natividad de María, de profundo sentido para la Congragación, pues muchos hemos renovado votos y hecho profesión perpetua en ese día; celebrándose por vez primera, la nueva fiesta, en el año 2012.

En la imagen, una alegoría de la devoción del Abad Francisco Pfanner por la Virgen María, en la recién estrenada fiesta de la Patrona de Mariannhill, en el día de La Natividad de la Santísima Virgen María, la Virgen Niña.

San Joaquín

Al ser el día 26 de Julio la memoria de los esposos San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María, y como nuestra Congregación celebrase únicamente a Santa Ana, como nuestra Co-Patrona, en dicha fecha, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dictaminó que se diera la posibilidad de celebrar, también, a San Joaquín, de manera opcional, al día siguiente.

Santa Ana

Siguiendo una tradición muy antigua, que se remonta a los inicios de Mariannhill, nuestra Congregación celebra hoy la fiesta de Santa Ana, la madre de la Virgen María.

Sobre la arcada de entrada al Monasterio de Mariannhill, en Sudáfrica, admiramos la escultura de Santa Ana, enseñando a su hija, María, realizada en terracota. Debajo está escrito:Mariae Annae Collis Patronae Illustrissimae O.P.N.” (es decir, “ruega por nosotros”; en latín: “Ora Pro Novis”).

El Abad Francisco Pfanner explicaba por qué, llamó “Mariannhill” al Monasterio, en 1882, y por qué María y Ana fueron elegidas como sus santas patronas, diciendo: "En las últimas semanas, a menudo me veía acuciado por la pregunta: “¿Cómo debería llamarse el nuevo monasterio?” No estaba dispuesto a comprometerme en una larga discusión; finalmente, hoy he roto el silencio y he puesto por escrito: “Mariannhill es su nombre”.

Todos nuestros monasterios deben estar dedicados al honor de “María”. Santa “Ana”, a quien tenemos en gran estima, es nuestra querida abuela, y añadimos "colina", porque el monasterio se construirá en una colina notable, desde donde se divisan todas nuestras propiedades, el barrio que la rodea y hasta el Océano Índico. Esperemos que de este Mariannhill salga algo excelente".

Nuestro Fundador era un hombre muy práctico. Consideraba Mariannhill como una casa, un lugar para trabajar y como centro desde donde se debe extender Evangelio.

Muchas de nuestras casas y capillas están dedicadas a Santa Ana. Nuestra novena perpetua se reza cada día en su honor, para nuestra congregación, nuestras misiones y nuestros benefactores. El apostolado de las madres y las mujeres están bajo su protección y llevan su nombre: “Mujeres de Santa Ana”.

San Benito Abad

San Benito nació en Nursia, en Umbría (Italia), en torno al año 480. Tras estudiar en Roma, llevó una vida eremítica en el monte Subiaco¸ donde se le juntaron varios discípulos. Se trasladó, después, a Monte Cassino, donde fundó el famoso monasterio y escribió su Regla, recibiendo, por ello, el título de “Padre del monacato occidental”. Murió el 21 de marzo de 547.

San Benito y sus monjes evangelizaron Europa, haciendo de sus monasterios centros de culto, cultura y agricultura. Sus granjas, escuelas e iglesias se convirtieron en los pilares sobre los que surgió una nueva sociedad cristiana, tras la caída del Imperio Romano.

Nosotros, los Misioneros de Mariannhill, reconocemos a San Benito como modelo de misionero. Por ello, tratamos de poner en práctica, en nuestro enfoque dela misión, la forma holística de la evangelización, que ha sido resumido para nosotros, por el P. Bernard Huss CMM, como “Mejores campos, casas (hogares), corazones".

Al mismo tiempo, San Benito es nuestro modelo de vida religiosa. Muchos elementos de su Regla están consagrados en nuestras Constituciones; por ejemplo: “Estamos en el mundo, pero no somos del mundo”; aprender a escuchar ya vivir en la presencia de Dios; autoexamen ante Dios; conversión; paciencia y perseverancia; hospitalidad, uso responsable de las cosas materiales... Todos estos elementos pueden ayudarnos a construir nuestra espiritualidad específica como Misioneros de Mariannhill.

El 'Ora et Labora' de San Benito nos llama a ser contemplativos en la acción.

En sus escritos, el Abad Francisco tiene bastantes pensamientos sobre la importancia de San Benito, especialmente,de cara a ser un religioso que trabaja como misionero.

Preciosa Sangre

Es una espiritualidad en el sufrimiento y el gozo del misterio pascual, de la cruz y la resurección , de la Preciosa Sangre y el Amor Redentor, de la angustia del mundo y la preparación para la misión.

Con nuestro nombre, el nombre de la Preciosa Sangre, el Abad Francisco confirió sobre nosotras nuestro mandato misionero. El patrón del misterio pascual, el plan redentor de Dios para el mundo está escrito en nuestras historias personales, en la historia de la Congregación y es nuestra urgencia para la misión".

En este día, celebramos, junto a nuestras Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre, con alegría y amor agradecidos, en honor de Jesucristo, que nos redimió con su Preciosa Sangre, la fiesta titular de su Congregación.

Las hermanas dicen: “El momento originario de nuestro carisma nació de una experiencia. El Abad Francisco contempló el misterio de Dios revelado a él. Con este misterio pudo discernir quién era y lo que el plan de Dios era para él; lo que las hermanas estaban llamadas a ser, lo que el plan de Dios era para ellas". Nuestro carisma, con base en su experiencia, nos da nuestra identidad como Hermanas misioneras de la Preciosa Sangre.

El espíritu y el patrimonio de nuestro fundador nos fueron transmitidos, por escrito, por la Madre Paula Edmunds CPS (en la foto).

Sdo.  Corazón  de Jesús

Nuestra especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús se remonta a los días de nuestro fundador. En 1888 se rezó una novena al Sagrado Corazón pidiendo la restauración de la buena salud del Abad Francisco. En 1892, Mariannhill y todas sus estaciones misioneras fueron consagrados al Sagrado Corazón.

Durante la Primera Guerra Mundial, cuando se puso en peligro el monasterio, se hizo un voto especial al Sagrado Corazón de construir un santuario si preservaba al monasterio y sus habitantes de sorpresas desagradables, incluso de la destrucción. Hasta el día de hoy, el Monasterio y la Diócesis de Mariannhill recuerdan este voto mediante la observación de la adoración sacramental en el mes de junio.

Un corazón significa vida. Confesamos que Cristo no sólo tenía un corazón, Él es nuestro Corazón. El amor y la misericordia del Corazón son universales y eternos; así que nadie está excluido de su amor y misericordia. Por ello, ponemos nuestra fe y confianza en Él.

El Abad Francisco dejó escrito sobre el Sagrado Corazón: "No hay otro corazón que se nos dé, en quien podamos ser salvos, que el Sagrado Corazón de Jesús. Por tanto, nuestra actitud hacia Él es muy importante".

Abad Francisco Pfanner

En el nº. 248 de nuestras Constituciones se dice: "Veneramos al fundador de Mariannhill y gran pionero de la misión, Abad Francisco Pfanner... especialmente en el aniversario de su muerte, el 24 de mayo".

El entonces Prior del monasterio de MariaStern, en Bosnia, P. Francisco Pfanner,tenía 55 años cuando él se ofreció como voluntario para ir a Sudáfrica, para fundar la obra misionera. "Si nadie va, yo iré".

Tras el fracaso en Dunbrody, se trasladó con sus monjes a Natal y allí construyó un monasterio en una colina, dedicado a María y a Ana, y le llamó, por tanto, Mariannhill. Todo comenzó el 26 de diciembre de 1882.

En 1885 se convirtió en su primer abad. En el momento de su muerte, la Misión del Monasterio de Mariannhill se había extendido por todo Natal e incluso en el Cabo Oriental.

En 20 años se fundaron 28 estaciones de misión. Guiados por el lema benedictino "Ora et Labora", junto a los casi 300 monjes y la ayuda inestimable de las Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre, que él fundó, el Abad Francisco trabajó incansablemente para poner en práctica una red de evangelizadores.

Conmemoración de la muerte del Siervo de Dios, Abad Francisco Pfanner. Fundador de Mariannhill

Sus esfuerzos fueron, posteriormente, puestos bajo un lema, por el P.Bernard Huss: "Mejores campos, mejores casas, mejores corazones".

Aunque inmerso en una actividad tan misionera, el Abad Francisco siempre confió en la providencia de Dios. Convencido del valor inestimable de la Preciosa Sangre de Cristo y movido por el Espíritu Santo, logró unir la contemplación y la acción.

Su aceptación de la voluntad de Dios en su vida se revela en su actitud hacia las personas que lo malinterpretaron y en la enfermedad. Una vez puesta la mano en el arado, perseveró hasta el final. Él puso todas sus estaciones misioneras, bajo la protección de la Santísima Virgen María.

Al amanecer el 24 de mayo de 1909,murió en la pequeña estación misionera de Emaús. Él escribió: "¡Mira el cielo y alégrate! Sí, alégrate, pues estarás delante de Dios y lo verás. ¡Velemos y oremos por el Reino de los Cielos, luchemos y suframos con alegría, coraje y perseverancia hasta el final!".

El Abad Francisco nació el 21 de septiembre 1825, en Langen (Austria). Mientras estudiaba en la universidad, sintió la llamada al sacerdocio. El 28 de julio 1850 fue ordenado sacerdote. Después de servir como párroco y capellán de un convento, entró el 9 de septiembre 1863, en el monasterio trapense de Maria Wald (Alemania). El 21 de junio 1869 fundó en Bosnia el monasterio trapense de Maria Stern. Su causa de beatificación se abrió en 1964 y fue revitalizada en 2004.

En la conmemoración de la muerte de nuestro fundador, damos gracias a Dios y a la Iglesia por habernos dado un misionero tan celoso. Nosotros tratamos de seguir sus pasos y lo consideramos como intercesor por nosotros ante Dios.

San José

Cuando el Abad Francisco emprendió la tarea misionera en Mariannhill, tenía cuatro preocupaciones principales:

1.- la evangelización del pueblo Zulú,

2.- la recogida de todo el material necesario y los medios financieros,

3.- la formación de buenos religiosos,

4.- así como la orientación de todos hacia Dios.

Con el fin de obtener ayuda para ellos, el Abad Francisco buscó un poderoso protector y lo encontró en la persona de San José.

San José se convirtió, para el Abad Francisco, en el agente de todos los medios materiales y financieros que eran necesarios para las iniciativas sobre el desarrollo social y la promoción humana en Mariannhill, tanto para construcción de edificios: iglesias, conventos, hospitales, escuelas, talleres, establos, etc., como para empresas agrícolas, ya que San José era, como él dice, “el que alimentaba, vestía y albergaba al Niño Jesús en Nazaret”.

El Abad Francisco también escogió a San José como patrono de la buena formación de los monjes y las hermanas, porque San José era, como él dice, “el que educó al Niño Jesús con el ejemplo de una vida santa, humilde y silenciosa”.

P. Engelmar Unzeitig

Había llegado allí, como prisionero a mediados de 1941 y, durante los casi cuatro años que estuvo confinado en ese lugar, no dejó, por ello, de ser misionero. Era, por fuera, un habitante más de aquella ciudad de muerte, identificado con el número 26.147; pero, por dentro, guardaba a un fiel religioso, a un celoso sacerdote, a un valiente misionero y a todo un gigante de la caridad cristiana.

El testimonio de su vida y de su oración, su afabilidad y paciencia, la fidelidad a su consagración religiosa, su prudencia al hablar y su sabiduría al callar, su generosidad a la hora de compartir lo que tenía y su coraje para mendigar en favor de los más necesitados, dieron una eficacia insospechada a su presencia en el Campo.

Terminó sus días en coherencia con la que había sido la tónica de su existencia, ofreciéndose como voluntario para atender a los enfermos, víctimas de una epidemia de tifus. En pocas semanas, contrajo él mismo la enfermedad y, amaneciendo el 2 de marzo de 1945, moría de tifus el que a tantos moribundos había ayudado a bien morir.

Salió de este mundo como había vivido en él: “Con el corazón en la mano”.Le llamaban “el Ángel de Dachau”, porque así se comportó en medio de aquel infierno. Había dejado escrito: "El amor multiplica las fuerzas, inventa cosas, da libertad interior y alegría… El bien es inmortal y la victoria debe ser de Dios".

El P. Engelmar había nacido el 1 de marzo de 1911 en Greifendorf, hoy República Checa. Queriendo ser misionero, ingresó en 1934 en el noviciado de Mariannhill en Holanda. Después de realizar los estudios de filosofía y teología en Würzburg (Alemania), fue ordenado sacerdote el 6 de agosto de 1939. Sus cenizas, que salieron providencialmente del Campo de Concentración, reposan en la iglesia de Mariannhill en Würzburg. Desde el 26 de julio de 1991 está abierta su causa de beatificación.

La Presentación del Señor

La razón, entonces, de por qué nuestra Congregación ha elegido esta fiesta litúrgica como su fiesta principal se basa en un doble hecho: Cristo es la Luz que ilumina a todos los pueblos y María es la que les presenta esta Luz.

Nuestra identidad y carisma se basan en el misterio de esta fiesta. Con María, nosotros, Misioneros de Mariannhill, queremos seguir presentando a Cristo como la Luz que ilumina a todas las naciones.

En este día, recordamos, también, el aniversario de la separación del Monasterio de Mariannhill de la Orden Trapense y el comienzo de una Congregación misionera independiente. Esto sucedió en 1909.

Es costumbre que en este día todos renovemos nuestra consagración a Dios como Misioneros de Mariannhill, con el fin de mantener vivo nuestro primer amor a Cristo, a María, a la Iglesia y a la Congregación.

Y muchos más

Primer Centenario del Nacimiento del P. Engelmar Unzeitig CMM (1911-2011)

Primer Centenario de la Muerte del Abad Francisco Pfanner (1909-2009)

Primer Centenario del Nacimiento de la Congregación de los Misioneros de Mariannhill (1909-2009)

Los mártires de Zimbabwe

Beato Engelmar Unzeitig CMM (1911-1945), “Misionero de Misericordia”, “Mártir de la caridad” y “Ángel de Dachau”

P. Bernard Huss CMM (1876-1948): “Mejores campos, casas, corazones”

Hno. Nivard (Georg) Streicher (1854-1927), un “Genio con hábito”, el “Abad marrón de Mariannhill”