HISTORIA DE UN DISCÍPULO… AMADO (Juan Evangelista)

HISTORIA DE UN DISCÍPULO… AMADO (Juan Evangelista)

San Juan llevando a casa a la Madre (Willian Dyce)

Madre querida, ven, siéntate conmigo en este rincón desde el que se divisa el mar y la bahía de Éfeso. Quería retomar la pregunta que me hiciste hace días, en el camino de subida a nuestra casita en la colonia cristiana de la montaña… Sí, ya sé que te había respondido, pero es que, entonces,… ¡Perdóname, Madre!,… me limité a hablarte de lo que sentí que podía contarte y no de todo lo demás, como diría Jesús, de “la mejor parte” (cf. Lc.10,42). Pensé que sería mejor así, pero, después, me sentí fatal por no contártelo todo, me remordía la conciencia; era como si Te hubiera engañado… o mentido, y no quiero tener secretos Contigo, Madre querida, y, menos aún, en lo referente a Jesús.

Viaje de la santísima Virgen y de san Juan a Éfeso después de la muerte del Salvador (German Hernández Amores)

Entonces, recapacité y pensé que aquel remordimiento podría ser señal de que tu Hijo quería que Te lo confiara todo a Ti, Madre querida, y lo consulté en oración con el Espíritu de Jesús, que me pedía guardar silencio sobre lo que, ahora, te voy relatar, y supe, enseguida, lo que tenía que hacer, pero preferí esperar unos días más a que estuvieras completamente instalada y recuperada del largo viaje y de las emociones vividas, y adaptada a tu nueva situación en la colonia, para poder contártelo todo… Por tanto, Madre querida, lo que te voy a referir ahora, es un secreto que ha de quedar entre nosotros dos hasta que nos reunamos con Él, en el Cielo, pues intuyo que, después, vamos a estar muy activos los dos, difundiéndolo… Me alegra verte sonreír, otra vez, Madre querida, llena de gozo y esperanza. Esto no ha hecho más que comenzar y todavía queda mucho por hacer,

La casita de la Virgen María en la montaña de Éfeso, convertida actualmente en iglesia

Como sabes, estábamos todos en la habitación de arriba, en torno a aquella mesa en forma de U, recostados en divanes, tal como Él lo había dispuesto: ¡Sólo “Los Doce” con Él! Estábamos todos en animada conversación, comiendo y bebiendo al calor de aquel vino, en torno a Jesús, disfrutando de su compañía… o lo dimos por sentado, porque no fue realmente así… ¡Oh, Madre querida, perdóname, pues no supe darme cuenta entonces!… Ni siquiera yo, que estaba a su lado, reparé en Él y en lo que le pasaba; de hecho, nadie miró para Él ni le prestó atención, perdidos como estábamos en otras cosas: el vino, la comida, la pesca, los chismes, ya sabes… no queríamos hablar ni oír hablar de cosas serias aquella noche. Para nosotros, “si Jesús estaba, todo estaba bien”, el resto no importaba, ni siquiera, perdóname, Madre, que Jesús se sintiera solo, aun siendo el anfitrión.

Nos lo había dicho al comienzo, que había deseado ardientemente cenar aquella pascua con nosotros (cf. Lc.22,15) y, sin embargo, Madre, ahora me doy cuenta que Él fue el único que estuvo callado y que apenas probó bocado en toda la noche. Se le veía triste y distante, pero nadie le preguntó qué le pasaba, ni siquiera yo. Estábamos en su compañía, pero le dejamos solo. Él debía ser el centro, pero el vino ocupó su lugar, soltó nuestras lenguas y embotó nuestras mentes, y le dejamos de lado, fuera de nuestras conversaciones banales. Ahora que lo pienso…, Judas tampoco habló mucho, que digamos, aquella noche, estaba muy nervioso y se limitó a tragar todo lo que pillaba, como si tuviera que marcharse pronto y quisiera hacerlo con el estómago lleno; sin mirar a nadie y, menos aún, al Maestro, incluso cuando Éste le dio un bocado mojado en salsa, que él comió de su mano y, sin mediar palabra, salió precipitadamente.

Jesús había dicho que uno de nosotros le iba a entregar y, mientras todos se deshacían en suspiros, hipeos y lamentaciones, exageradas por la elocuencia del vino, Pedro no paraba de hacer aspavientos para llamar mi atención, increpándome para que le preguntara a Jesús quién era el que lo iba a entregar (cf. Jn.13,21-24). Le dije que dejara en paz al Maestro y a mí también, que tuviera un poco de tacto y consideración, pero él, terco que terco, más y más insistía, hasta que Jesús se dio cuenta y, saliendo de sus cavilaciones, me preguntó qué pasaba; yo, rojo de vergüenza, me acerqué más a Él y le pregunté con apuro: “Maestro, ¿quién es el que te va a entregar?” (Jn.13,25).

Última Cena (Valentin de Boulogne) –detalle-.

Pero, entre el guirigay reinante y que, por discreción, Él me hablaba muy bajito, no me quedó más remedio que recostar mi cabeza sobre su pecho, para poder escuchar su respuesta. Y entonces, ¡bendito atrevimiento!, escuché latir su corazón y se me detuvo el tiempo, olvidé la vergüenza y el apuro, los aspavientos de Pedro y hasta la pregunta que acababa de hacerle. ¡Todo se me olvidó! Ya sólo quería estar así, con la cabeza apoyada en su pecho, y no apartarla de allí jamás.

Pude a sentir todo el amor y pesar que sentía por aquel hijo, amigo y hermano que lo iba a entregar, pues no regresaría a Él para ser perdonado y se convertiría en hijo de perdición, aquel que fue llamado y elegido para ser y contagiar una bendición… Madre, no sé cómo explicarlo, pero pude sentir cómo lloraba por él su corazón y comencé a sentir en el mío la misma tristeza y angustia que Él, por aquel hermano que se perdía y me vi orando por él, con lágrimas en los ojos. A continuación, sentí todo el amor que Él me tenía; era como un océano ardiente de bálsamo y ternura, que curaba todos los quebrantos y heridas de mi corazón, como una fuente en crecida, que, amenazando desbordarse, me envolvía en una indescriptible sensación de gozo y paz, y, por primera vez en mi vida, me sentí incondicional y profundamente amado, desde siempre y para siempre, y comencé a llorar de gozo y gratitud, humedeciendo la túnica del Maestro.

Entonces sentí una voz dulce, conocida y amada, resonando cálidamente en mi interior, como el murmullo de la brisa al agitar las hojas del bosque, dibujando ondas en el remanso del corazón: “Deja, ahora, eso, discípulo mío, mi bien amado, una sola cosa es importante, sólo una es necesaria: adéntrate en la espesura de mi Corazón y piérdete en Él, dejándote ganar, en Él, para siempre. Encuentra en Él tu acomodo, pues está hecho para ti, que fuiste creado por Él y para Él; pensado con Amor en la eternidad de Dios, antes de la creación del mundo; amado desde siempre y para siempre, en el conocer de Dios, que todo lo penetra y hace fértil, y se encarnó, para ti, en un cuerpo semejante al tuyo, para abrazarte a ti, a quien amaba, en el “ahora” de tu tiempo y en el “para siempre” de la eternidad, para que tú Le conocieras a Él y te dejaras amar por Él, siendo feliz en su regazo, tal como lo eres ahora, y llegaras a amarle, también, a Él y jamás de Él te apartaras”.

Entonces comprendí que yo era sólo el primero de muchos y el heraldo de todos, pues la intensidad de aquel Amor que yo experimentaba no pararía de crecer, hasta desbordar su corazón y derramarse misericordiosamente sobre la humanidad entera, alcanzando los confines de la tierra, en espacio, tiempo y eternidad… Y aquella voz cálida volvió a susurrar en mi interior: “Este es mi regalo para todas las almas, a quienes amo y por quienes me encarné, para que el Amor inmaterial del Verbo, se hiciera concreto y cálido, en el abrazo cordial, de carne y hueso, del Dios y Hombre verdadero; por eso es tan importante que vengáis a Mí, sintáis mi abrazo y mi Amor, que os sanan, y os quedéis, para siempre, Conmigo, en el tiempo y en la eternidad. Mi querido Juan, Tu vocación es mi Amor, llénate de mi Amor, contágiate de mi Amor, para vivir, después, contagiando ese Amor a los demás, al poner en práctica el mandamiento de mi Amor (Jn.15,12), pues nadie da lo que no tiene. Yo en ti y tú en Mí (cf. Jn.14,20), para que no seas tú el que vive, sino Yo el que viva en ti (cf. Gál.2,20), como Yo vivo por mi Padre, que habita en Mí (cf. Jn.14,20); y quien me acoge y ama, a Él acoge y ama, especialmente, cuando por amor mío y de Mi Padre, acoge y ama a estos mis hermanos más pequeños (cf. Mt.25,45). ¡Bienaventurado él!”.

No sé, Madre querida, cuánto tiempo estuve así, reclinado sobre el pecho de mi Señor; deseando que aquello nunca terminara, como aquella vez en el monte Tabor (cf. Mt.17,4), pero sin tiendas, me bastaba con estar así… ¡No, no es verdad, Madre querida, no me bastaba! Deseaba intensamente que aquel corazón se hiciera mi tienda, mi hogar, y morar allí para siempre, y que fuera, también, mi Paraíso, mi Cielo, por la eternidad, pero ¿cómo entrar en él?, ¿por dónde entrar allí? Entonces le oí decir: “Muy pronto mi Corazón se abrirá, esparciendo los tesoros de Amor y de Misericordia que encierra. Tú serás el primero en reconocer aquel momento, pues serás mi apóstol desde la eternidad para ese fin, discípulo mío, mi bien amado. Ahora guarda silencio y descansa en el Amor de tu Señor, pues todo será a su debido tiempo, en la voluntad del Padre”.

En aquel momento, Jesús se incorporó para tomar un pellizco de pan, mojarlo en salsa y dárselo a alguien (cf. Jn.13,26). Aquello me sacó de mi arrobamiento, me incorporé y, sorprendido, pude ver cómo Judas, sin mirar siquiera a Jesús, de un mordisco, le arrebataba el pan de los dedos, se incorporaba y, masticando ostensiblemente el bocado, como si le quemara en la boca, comenzó a arreglarse la ropa. Entonces, recordé la pregunta de Pedro y supe que era Judas por quien Jesús lloraba. Después, sin mediar palabra, salió apresuradamente de la sala y le escuchamos bajar las escaleras atropelladamente, hasta el portazo final en la calle, que trajo, de nuevo, el silencio a la sala alta, mientras aún flotaban en el aire las palabras del Maestro: “Lo que has de hacer, hazlo pronto” (Jn.13,27).

¡Es curioso, Madre!, por primera vez en tres años, pude ver a Judas como un hermano, a pesar de todos los pesares, y sentir un dolor intenso por la pérdida de su alma. Aquello me dejó desconcertado y me quedé preguntándome qué es lo que, realmente, le quiso decir Jesús a Judas cuando le dijo: “Hazlo pronto” (Jn.13,26): ¿Arrepentirse y regresar con su Maestro o entregarle, perdiéndose para siempre?

Aquel día, decidí referirme a mí mismo con el seudónimo: “el discípulo al que Jesús amó”, en recuerdo del Amor incondicional que sentí aquella noche, pero comencé a intuir que yo era, tan sólo, un testigo de excepción y que debía guardar silencio sobre todo lo concerniente al corazón de Jesús –como aquella vez, al bajar del Tabor (cf. Mt.17,9)-, hasta que Él quisiera desvelarlo,… ¡pero yo, Madre, me estaba muriendo de ganas por contarlo!… No era justo, Madre, ¡para una vez que me pasaba algo bueno!… Podía hablar de lo referente a Judas, algo de sobra conocido por todos, pero no de lo verdaderamente importante; entonces, ¿de qué sirve vivir cosas extraordinarias si, después, no puedes hablar de ellas?… ¿De qué Te ríes, Madre?… ¡Sí, Madre, Te estabas riendo!…  Bien, dejémoslo aquí y vayamos a comer; siento que he de hacer un alto en mi relato, para que lo meditemos en nuestro corazón y… ¡Madre, por Dios, que estás muerta de risa!

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Perdona que dé un salto en el relato, Madre, pero es necesario para lo que te he de contar ahora. Los acontecimientos se dispararon rápidamente y me vi contigo, Madre querida, a los pies de la cruz de tu Hijo, escuchando su última voluntad sobre nosotros dos y acogiéndote en mi casa (cf. Jn.19,27), como una consagración personal a Ti; me convertí, a la vez, en hijo tuyo y hermano suyo, con una identidad mucho mayor que el vínculo de sangre que me unía a mi familia. Entonces, resonó en mi cabeza aquel grito desgarrador, con el que Él expiró (cf. Mc.15,13), consternándonos a todos, y me estremecí de horror e impotencia, al perder a mi recién conseguido hermano mayor y Maestro. Por último, surgió aquel final inesperado, que a Ti te destruyó, Madre, pero que a mí me hizo tomar conciencia de todo, dando respuesta a todas mis preguntas.

Cuando aquel soldado se acercó a Jesús y, viéndolo ya muerto, como un vil ensañamiento hacia su pobre cadáver, le asestó aquella lanzada, aparentemente inútil, pues ya estaba muerto, me invadió el recuerdo de lo vivido en el cenáculo, mientras estaba recostado sobre el pecho de Jesús y, súbitamente, sentí que ambos acontecimientos eran importantes y guardaban una estrecha relación entre sí –San Juan es, de hecho, el único evangelista que los menciona-. Súbitamente, me vi envuelto en un cúmulo de recuerdos y sentimientos encontrados, que afluyeron hacia mí en tropel, encajando todas las piezas.

En aquel momento, percibí, en la lejanía, los ecos de balidos, que retumbaban en los atrios del Templo, y caí en la cuenta de que los sacerdotes estaban degollando los corderos pascuales, y recordé las palabras del Bautista, mi antiguo maestro, al señalarnos a Jesús en el Jordán: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn.1,29). Y allí, delante de mí, estaba aquel Cordero, recién degollado, dando su vida y su amor por todos nosotros, inmolado junto con los demás corderos, pero, a diferencia de ellos, manso, humilde y silencioso, como decía Isaías, el profeta del Mesías, al hablar del siervo sufriente de Yahveh (cf. Is.53). Aquel grito desgarrador había sido, en realidad, su último balido. Recordé, también, las palabras del profeta Zacarías: “Mirarán al que traspasaron” (Zac.12,10 y Jn.19,37) y supe que aquella lanzada era, en realidad, un signo permitido por Dios.

Atravesando el pecho de Jesús, aquella lanzada fue, directamente, a clavarse en aquel corazón que había escuchado latir la noche anterior, abriéndolo y derramando su contenido, tal como sentí al apoyar sobre él mi cabeza, pero ahora tenía una puerta de entrada, tal como yo le había reclamado… Y, al ser alanceado, a diferencia de los dos ladrones (cf. Jn.19,33-34), no se hizo necesario romperle ni un solo hueso, tal como decían las Escrituras (cf. Jn.19,36) y pude entender por qué, según la tradición del Seder –u Orden de la Pascua-, no se les debía romper ni un solo hueso a los corderos pascuales; y por qué estos debían ser inmaculados y sin defecto alguno; y, también, por qué tenían que ser degollados, para ofrecer su sangre derramada en sacrificio expiatorio a Dios: “Esta es mi sangre, de la nueva Alianza, que será derramada por vosotros y por muchos, para el perdón de los pecados(Mt.26,28), pues todos ellos eran atributos de Jesús, el Mesías de Dios.

Madre querida, el corazón generoso de tu Hijo Jesús se vació por completo y entregó toda su sangre y ¡toda su agua! ¡Dios me es testigo y sabe que digo la verdad! (cf.Jn.19,34-35). ¡Sí, Madre, lo vi con mis propios ojos, y comprendí!… ¡Pues, que el corazón de Jesús es el núcleo del gran secreto, la clave de todo!… Que quisiera dejar constancia de ello en mi evangelio, para que, los que vengan detrás, también puedan gozarse, como nosotros, al creer y tener vida… Pues, de la Llaga de su Costado, de su Sagrado Corazón traspasado, de su Amor incondicional y misericordioso, de la Fuente de todas las gracias, de la Presencia real de su Sagrado Corazón en la Eucaristía, para estar con nosotros y ser nuestro alimento hasta el final de los tiempos, de… ¡No, Madre, por favor, no te vayas!… Por favor, Madre, no volverá a pasar, te lo prometo… Seré dócil y guardaré el secreto, pero deja que termine mi relato, por favor… Te lo suplico… Gracias, Madre.

Tras la lanzada, me vino nítida la imagen de Moisés en el Horeb, golpeando la roca con su bastón, para que brotara agua de su interior y calmara la sed de su pueblo; y entendí por qué Dios le castigó por su falta de fe, pues aquella roca de Horeb representaba el corazón de Jesús, golpeado una sola vez -y no dos-, por la lanza del soldado; su falta de fe, Madre querida, enmascaró la semejanza y oscureció el signo. Me asaltó, entonces, la imagen del templo del profeta Ezequiel, del que manaba agua por su lado derecho (cf. Ez.47,1) y recordé las palabras de Jesús, cuando entró en Jerusalén: “Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré” (Jn.2,19). Se refería a sí mismo, Madre, Él mismo era el templo, y el agua que manaba del lado derecho del templo, era esa misma agua que yo vi manar de su costado derecho tras la lanzada, que, haciéndose un torrente imparable, recorrería la historia y la geografía humanas, saneándolo todo.

La roca de la que brotó agua en el desierto, al toque de Moisés –tiene forma de corazón traspasado-.

Entonces vinieron a mí, las palabras de Jesús en Siloé y en Siquem: “De su seno brotarán torrentes de agua Viva” (cf. Jn.7,38), “que salta hasta la vida eterna” (Jn.4,14); he ahí, Madre mía, el secreto de la salvación. Por eso, su mandato final, antes de ascender a los cielos, fue: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos (Mt.28,19). ¡Madre mía, ese agua bautismal es el torrente imparable que recorrerá la historia y la geografía humanas, saneándolas!, y nosotros mismos, enviados a bautizar en su nombre, somos parte de ese torrente, nacido de su costado abierto, por la lanzada de aquel soldado, que reconoció su divinidad (Mc.14,39). Madre mía, estaba tan abrumado por todo aquello, que no sabía si llorar al pobre Jesús o reír de felicidad por el regalo que Él nos había hecho, y acabé llorando y riendo a la vez. ¿Recuerdas, Madre, que me preguntaste qué me pasaba? ¡Todo esto me pasaba! ¡Ja, ja, ja! ¡Qué bien que he podido contártelo! Ahora, ya lo sabes todo, Madre querida; gracias por haberme escuchado.  ¡Era un secreto demasiado grande para guardarlo yo solo!

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No te vayas todavía, Madre querida, aún me queda una última cosa por contarte. Escúchame, te lo ruego; ya harás, después, la cena y yo te ayudaré con ella. Como bien sabes, Jesús, se nos apareció dos veces en el cenáculo. Yo me moría de ganas de volver a reclinar mi cabeza en su costado y escuchar latir aquel Corazón amado, que vi romper con mis propios ojos en la cruz, pero no vi el momento de hacerlo, pues Jesús se nos daba a todos por igual… ¿Qué adónde quiero llegar con eso? Pues verás, Madre querida, la segunda vez que Jesús se nos apareció, Tomás, que no había estado la primera vez, no paraba de porfiar que él no creería si no metía el dedo en las heridas de sus pies y manos y no metía la mano en la herida de su costado. Entonces, se nos apareció Jesús y poniéndole en medio, le fue mostrando, con infinita ternura y cariño, sin parar de sonreír, como satisfecho por ellas, las Heridas de su Pasión, pero lo hizo todo de una manera tan bonita, Madre querida: lentamente, valorando cada una de ellas como un galardón o un tesoro, como un bello recuerdo o una prenda de Amor, como si estuviera meditando y orando con él cada una de aquellas heridas.

Jesús le había cogido a Tomás del dedo índice y se lo introducía, según un orden por Él establecido, en cada una de sus heridas, que, en la penumbra del cenáculo brillaban con un intenso y luminoso color de rubí. Primero sus pies, mientras le decía: “Contempla, ahora, la Herida de mi Pie izquierdo, que fue abierta por ti, y mete aquí tu dedo y no seas incrédulo, sino creyente en mi Amor por ti y en tu Salvación”,Aunque se lo estaba diciendo a él, yo sentía que nos lo estaba diciendo a todos; así que miré por el rabillo del ojo y me di cuenta de que estábamos todos de rodillas, haciéndonos eco de la unción de aquel momento, sintiéndonos impulsados, por una fuerza interior, a rezar en voz alta, con cada una de sus heridas, la oración del Padrenuestro, que Él nos había enseñadoContempla, ahora, la Herida de mi Pie derecho, que fue abierta por ti y mete aquí tu dedo, y no seas incrédulo, sino creyente en mi Amor por ti y en tu Salvación” ¿Lloras, Madre querida?, ¿te estoy entristeciendo con mi relato?… ¡Ah!, que es de gozo y emoción, al escuchar esta oración compuesta por tu Hijo…. Entonces, ¿la vas a aprender y a unir al Camino de la Cruz, que has creado? ¿Sí?… ¡Cuánto me alegro de no hacerte sufrir con mi relato, Madre querida!… Sí, sí, ya sigo. Entonces, Jesús continuó, mostrándole sus muñecas: “Contempla, ahora, la Herida de mi Mano izquierda, que fue abierta por ti, y mete aquí tu dedo y no seas incrédulo, sino creyente en mi Amor por ti y en tu Salvación”…

Veo que estás rezando el Padrenuestro, Madre querida; te daré tiempo, rezándolo yo, también, Contigo… “Contempla, ahora, la Herida de mi Mano derecha, que fue abierta por ti, y mete aquí tu dedo y no seas incrédulo, sino creyente en mi Amor por ti y en tu Salvación”… Entonces, Madre mía, Jesús le cogió la mano a Tomás y le dijo: “Contempla, ahora, la Herida de mi Costado, que fue abierta por ti, y mete aquí tu mano; toca mi Corazón traspasado, Sede del Amor misericordioso, Origen de la Salvación y Fuente de todas las Gracias, que fue abierto por ti y para ti, y no seas incrédulo, sino creyente en mi Amor por ti y en tu Salvación”… Perdóname, Madre querida, en aquel momento se me rompió la unción y sentí unos celos horrorosos, aquel era mi Corazón, aquella era mi herida; yo había estado allí recostado y él no; yo le había acompañado a Jesús hasta el final, mientras que Tomás había huido y ahora se limitaba a dudar y a porfiar, y sin embargo, Jesús,… ¿A dónde vas, Madre? ¿A hacer la cena?, pero, Madre, no he terminado. ¡Necesito tu consejo en esto más que en ninguna otra cosa!… ¿Qué lo hable con Jesús? ¿Qué me dejas a solas con Él?, pero Madre,… ¡Madre!… Entonces, recortándose contra las estrellas del acantilado, apareció Jesús.

Ven Apóstol mío, mi bien Amado, hermano mío. No quieras ser el hermano mayor, que siente envidia del hijo pródigo, que regresa a casa, marcado por la duda que le hizo huir, y al que había que recibir, con Regalos de Amor, con Lazos de Misericordia, para que volviera a la Vida, después de haber estado perdido en su cuerpo, herido en su corazón y muerto en su alma. Ya te dije que eras el primero de muchos y el heraldo de todos, a quienes amo con toda la intensidad del Amor de Dios, que os creó y os redimió, a todos y a cada uno por igual, con preferencia de hijo único por cada uno de vosotros, únicos e irrepetibles para Mí, en virtud del Amor único e incondicional que siento por todos y cada uno de vosotros, pues soy vuestro Dios; un Amor que no puede consentir la pérdida de ninguno de vosotros, pues todos sois igualmente preciosos y queridos para Mí, hasta el pobre Judas, que desgarró mi Corazón con aquel beso y, sobre todo, con su decisión de no volver a Mí, para ser sanado y perdonado, como lo hizo Pedro, como lo ha hecho Tomás.

Ven, acércate al gozo de tu Señor y repósate, una vez más, sobre este Corazón que tanto ha amado a los hombres y que ha sido rasgado por amor de ti y de muchos. Obsérvalo latir en mi pecho a través de la cortina rasgada de mi costado, como el velo rasgado del templo, que hizo visible el Santo de los Santos. Apóyate, una vez más, en Él y aspira la fragancia de su Resurrección y el frescor de su Vida Nueva; introdúcete en Él y recupera tu ser y tu memoria; descubre en Él tu hogar, en tiempo y eternidad; llénate del Fuego de su Amor, para poder transmitir, después, ese Fuego, cuando tú mismo seas Fuego de Amor de mi Sagrado Corazón. ¡No quieras salir nunca de aquí! Yo en ti y tú en Mí (cf. Jn.14,20). Tu corazón me pertenece y mi Corazón te pertenece a ti, como el primero de muchos; intercambiemos nuestros corazones y engarcemos, para siempre, el tuyo en el Mío, de modo que ya no vivas tú, sino sólo Yo en ti (cf. Gál.2,20), y seas uno Conmigo: El Padre, el Hijo y el Santo Espíritu, e irradies el Amor de la divina Trinidad en todo los que digas y hagas. Gracias por seguirme fiel y ser mi “Discípulo Amado”; tú serás mi escriba y el profeta de los secretos de mi Sagrado Corazón para siempre; instruye a mi Iglesia en el Amor Misericordioso de mi Sagrado Corazón Eucarístico, que me permitirá estar con vosotros y alimentaros, todos los días, hasta el fin del mundo (cf. Mt.8,20), cuando llegue el momento destinado por el Padre para que lo hagas.

Reposa ahora, una vez más, por última vez en esta Tierra, en este Corazón que tanto ama a los hombres y que te ama a ti, como Primicia de Amor y Primogénito de muchos, que serán mis Amigos íntimos, como tú, y Amantes de mi Sagrado Corazón a través de la Historia de mi Iglesia; que me amarán por los que no me aman y se dejarán amar por Mí, para dar gratis ese Amor que de Mí reciben, convertidos en auténticas antorchas de Amor y de Luz, que calentarán el mundo en el Fuego de mi Amor y alumbrarán a los de casa en la Luz que Yo-Soy, para conducirlos, por la acción de mi Santo Espíritu, a la única Verdad plena (cf. Jn.16,13), que es Dios, Quien les hará libres (cf. Jn.8,32), pues “Yo soy el Alfa y la Omega” (Ap.1,8), “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn.14,6), y os quiero a todos Conmigo, “pues nadie va al Padre si no es por Mí” (Jn.14,6). Y, ahora, hermano mío muy querido y discípulo mío muy amado, vete a preparar la cena con mi Madre y bendícela, dándole un beso de mi parte, pues lo está esperando, y le das las gracias, pues me dijo que te “faltaba el vino” y que hiciera algo al respecto, como aquella vez en las Bodas de Caná (cf. Jn.2,1-11), ¿te acuerdas? Allí comenzaste a creer en Mí (cf. Jn.2,11),… no seas, ahora, incrédulo, sino creyente en mi Amor por ti y en tu Salvación”… Y con estas palabras, las mismas que le había dicho a Tomás, mi Señor desapareció en la estrellada noche de la bahía de Éfeso, dejándome reconfortado.

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EPÍLOGO

Santa Gertrudis la Grande. Monasterio de Helfta. Fiesta de San Juan Evangelista. Siglo XIII. El comienzo de todo.

Hoy ha venido a verme Jesús, nuestro Señor, acompañado de San Juan, el evangelista; sorprendida le he preguntado: «Mi amable Señor, ¿cómo puede ser que presentas a Tu discípulo más amado a una criatura indigna?«. Y Jesús, nuestro Señor, me replicó: «Deseo establecer entre él y tú una amistad íntima, él será el Apóstol, para instruirte y corregirte«. Entonces, San Juan me invitó a que pusiéramos nuestras cabezas en el pecho de Jesús, diciéndome: «Ven, Esposa de mi Maestro, pongamos nuestras cabezas en el más tierno seno del Señor, en el que están encerrados todos los tesoros del Cielo y de la Tierra«.

Y al poner allí mi cabeza, pude escuchar con claridad los latidos de su Sagrado Corazón y le pregunté a San Juan: «Bien amado del Señor, ¿estos armoniosos golpes, que alegran mi alma, también alegraban la tuya cuando reposabas durante la Última Cena en el seno de nuestro Salvador?” y si es así, “¿Cómo es que en tu evangelio has hablado tan poco de los secretos amorosos del Corazón de Jesucristo?«. San Juan le contestó: «Mi ministerio se limitaba a hablar del Verbo de Dios y del Hijo eterno del Padre, expresiones de profundo significado, sobre las cuales, la inteligencia humana podía meditar para siempre, sin agotar su riqueza. Pero a estos últimos tiempos se le ha reservado la gracia de escuchar la voz elocuente del Corazón de Jesús. Con esta voz, el mundo renovará su juventud, se despertará de su letargo y se inflamará nuevamente en la calidez del divino Amor«.

Sor Gertrudis de Helfta

Post scriptum: A partir de este día he comenzado a tener experiencias cada vez más extraordinarias. Hoy, mi Señor Jesús y yo, hemos intercambiado nuestros corazones, para gloria de Dios y bien de mi alma.

A mis Sagrados Corazones de Jesús y de María.

P. Juan José Cepedano Flórez CMM.

+Salamanca, 9 de Abril de 2020, Jueves Santo, en la cuarentena por Coronavirus.

© Las imágenes han sido tomadas de Internet.

 

 



Proceso de formación inicial

a.- Candidatado (Aspirantado): Animamos a los directores vocacionales a intensificar sus contactos con los aspirantes y sus familias y parroquias mucho antes de que los candidatos vengan a vivir con nosotros durante su período de candidatado. Parte del candidatado incluye los estudios filosóficos y religiosos o profesionales. Hasta donde sea posible, las familias de los candidatos deberán pagar o contribuir a los estudios y mantenimiento de los candidatos. Durante las vacaciones debería animarse a los candidatos a coger un empleo de cara a ocuparse de sus necesidades y aprender a responsabilizarse de sus vidas.

b.- Postulantado: Al final del candidatado y de los estudios filosóficos o religiosos, los candidatos hacen un extenso período de postulantado como preparación para el noviciado. Se recomienda que los últimos tres meses del postulantado sean hechos por todos los postulantes juntos en Mariannhill antes de su Noviciado común, de forma que dispongan de tiempo suficiente para conocerse mutuamente.

c.- Noviciado: Habrá un Noviciado común en Mariannhill desde el 2 de Febrero -de ese año- hasta Febrero del año siguiente. Al final del Noviciado los novicios harán sus primeros votos y el Gobierno General los asignará a diferentes centros de formación de la Congregación para los estudios teológicos y profesionales.

d.- Posnoviciado (Juniorado): Si un miembro recién profeso recibe el primer destino fuera de su provincia, deberá ser transferido a esa provincia durante el tiempo que duren sus estudios. El será miembro de pleno derecho de esa provincia con todos los derechos y deberes. Siempre existirá para el miembro la posibilidad de permanecer en esa provincia durante los cinco años siguientes a su ordenación.

Adopta un paquete de ropa para enviarlo a países de Misión

Según temporadas, solemos recibir como donativo a las misiones, todo tipo de ropa, en buenas condiciones o a estrenar; muchas veces es ropa para bebés y niños pequeños, muy apreciada allí donde tienen un índice de natalidad tan alto y en nuestros orfanatos. También nos han llegado, a veces, uniformes escolares y de trabajo, muchos de ellos sin estrenar, sobrantes de alguna empresa que se acordó de nosotros o trajes de primera comunión y alguno de novia.

¡Es una alegría tener para dar! Esta ropa se agrupa en lotes de 10 kgs. y se envuelve en paquetes de tela y rafia, cosidos a mano -para evitar que nadie los abra y se quede con algo-, para ser enviados a nuestras misiones en grupos de 8, 10 ó 12 paquetes certificados. ¡Hasta la fecha han llegado siempre todos y en buenas condiciones!

El problema viene cuando vemos el dinero disponible para enviarlos a Misiones, pues cada paquete suele valer unos 50,00 euros, lo que limita mucho la posibilidad de hacer nuevos envíos hasta disponer del dinero para ello.

Por ello, recurrimos a vosotros y os pedimos: ¡Adopta un paquete de ropa para enviarlo a Misión! Muchos te lo agradecerán y orarán por ti desde allí. ¡Te esperamos!

Becas de estudio para formar  futuros misioneros de Mariannhill

A finales del año 1893 el Abad Francisco escribía a sus amigos y bienhechores:

“Si el aumento de postulantes sigue produciéndose con la misma rapidez, el próximo año tendremos 100 hombres. Cuando veo todos los que cada día se sientan a la mesa, me entra el miedo en el cuerpo y me asalta la preocupación: ¿De dónde sacaremos pan para tantos y cómo les vamos a vestir? Pero, por otra parte, al contemplar tantos hombres valientes, entregados y sacrificados, me lleno de alegría y consuelo, pues ellos son mi riqueza…

Nos vemos de nuevo impulsados a dar gracias a Dios por haber bendecido tan generosamente nuestros trabajos y a rezar por nuestros bienhechores, que con sus donativos, siempre bienvenidos, han hecho posible nuestro éxito”.

Lo que el Abad Francisco experimentó hace más de cien años lo seguimos viviendo los que hoy somos sus hijos: el miedo ante todo lo que conlleva la formación de futuros Misioneros de Mariannhill. Por otra parte, ellos son el futuro y la riqueza de nuestra Congregación. Así pues, confiados en el cuidado providente de Dios y en el apoyo de los que hoy sois los bienhechores de Mariannhill, seguimos adelante.

Los aspirantes a futuros Misioneros de Mariannhill empezarán siempre con el preceptivo Postulantado. Cuando hagan los primeros votos, unos irán a estudiar filosofía/teología para ser Sacerdotes de Mariannhill; otros irán a diferentes escuelas profesionales o centros de formación diversa para ser Hermanos de Mariannhill. Todo un proceso formativo que ronda los diez años de duración.

Como veis, el aumento de Hermanos y Padres Misioneros de Mariannhill, depende en gran medida de vuestras ayudas y, por ello, os invitamos a seguir haciendo el bien apoyando, mediante Becas de Estudios o Donativos para la Formación,la formación de las nuevas generaciones de Misioneros de Mariannhill.

Centro Misionero de Mariannhill en Bosa/Bogotá (Colombia)

Un proyecto ilusionante

Los lectores de esta revista misionera saben de los comienzos de la presencia de Mariannhill en Colombia; empezando primero en el Vicariato de Trinidad, concretamente en Montañas del Totumo [Paz de Ariporo/Casanare], y más recientemente en una de las grandes barriadas del distrito de Bosa, en la periferia de Bogotá, perteneciente a la Diócesis de Soacha.

En dicha barriada se nos ha encomendado una parroquia, donde llevamos trabajando poco más de un año. Allí queremos dar cuerpo a un proyecto ilusionante: levantar un Centro Misionero que sirva para acoger durante el día a los ancianos, dar protección y educación a los niños, realizar actividades con los afrocolombianos; todos ellos afectados por el conflicto civil del país.

El Centro servirá también como residencia para la comunidad de Mariannhill, que atiende dicha parroquia, así como para la formación de futuros misioneros.

El Centro servirá también como residencia para la comunidad de Mariannhill, que atiende dicha parroquia, así como para la formación de futuros misioneros.

Una situación inquietante

El distrito de Bosa se encuentra en la periferia de Bogotá y pertenece a la Diócesis de Soacha. Esta ciudad se encuentra, de hecho, unida a la capital colombiana. Bogotá es la ciudad que tiene el nivel más alto de crecimiento demográfico en toda Latinoamérica. Se calcula que unas 200.000 personas llegan a instalarse en la ciudad cada año. Ello se debe a la situación política y de guerra por la que está pasando el país.

Los desplazados encuentran en las periferias de Bogotá un lugar donde asentarse y el Gobierno mismo asienta en ellas a muchos desmovilizados. Tanta y tan frecuente es la afluencia de estos grupos, que el mismo Gobierno no tiene ni planes ni fondos para preparar aquellas infraestructuras, que vengan a atender o paliar las necesidades básicas de alojamiento, educación y salud. Esto crea con frecuencia situaciones caóticas, que devienen en caldo de cultivo para toda clase de problemas, siendo la violencia y la corrupción los principales.

Una tarea a realizar

En el área de la parroquia viven más de 100.000 personas y el Gobierno sigue construyendo casas sociales muy sencillas para ir instalando en ellas a más desplazados o desmovilizados. La población está compuesta, en su mayor parte, por esta clase de gente. Esta gente no solamente tiene muchos problemas y necesidades sino que, a veces, crean problemas  de convivencia en las comunidades donde se alojan o se les instala. Al margen de la labor pastoral que los Misioneros de Mariannhill debemos realizar a través del cauce de la parroquia encomendada, deseamos poder colaborar a fin de mejorar el nivel de vida de la gente con la que vivimos.

Pedimos a los líderes locales que nos ayudaran a identificar aquellas áreas más necesitadas de nuestro servicio, y que, dadas nuestras posibilidades de personal y los terrenos que ahora contamos, pudiéramos atender. De estas conversaciones salieron identificados tres grupos de personas muy vulnerables y que necesitan urgente atención: los ancianos, los niños y adolescentes, los afrocolombianos.

Un apoyo a los ancianos

Entre los desplazados se encuentran muchos ancianos, que han tenido que dejar sus pueblos. Al no haber en la zona lugares seguros de esparcimiento, estos ancianos se ven obligados a permanecer en sus casas las 24 horas del día. Muchos de ellos viven aún aterrorizados y cualquier extraño o desconocido se les presenta como un posible enemigo. Para ellos está pensado el Centro, donde puedan pasar el día y socializar, conviviendo con otros y sintiéndose acogidos y seguros.

Una ayuda para los niños y adolecentes

Entre los desplazados hay muchos niños y adolescentes, huérfanos o de familias monoparentales. No siempre reciben la protección adecuada y son dejados en la calle cuando sus tutores van al trabajo. Estos niños y adolescentes vienen entonces a ser presa de las mafias, que buscan gente para engrosar sus filas, obligándolos a trabajar como sicarios o destinándolos a la prostitución y al chantaje. Como dato de referencia tenemos que, en un centro de salud en la zona, hay registradas 400 mujeres embarazadas y más de la mitad son menores de edad. Para ellos también está pensado el Centro, donde puedan acudir y estar seguros hasta que sus tutores regresen del trabajo y, mientras tanto, puedan recibir apoyo escolar y un suplemento a su alimentación.

Una esperanza para los afrocolombianos

El fenómeno del desplazamiento abarca enormes zonas del país y a toda clase de gente, pero se ceba de una manera más dura con los grupos indígenas y con los campesinos. Éstos son en su mayoría afrocolombianos. Además de los problemas que se les presentan como a todo desplazado, ellos se ven arrancados de sus tierras, pero también de su ambiente cultural. En la ciudad se encuentran más aislados y no siempre aceptados. Para ellos también está pensado el Centro, donde se encuentren entre si y puedan proteger, cultivar y vivir sus valores culturales.

Modalidades de pertenencia a la Congregación

A.- El sacerdote misionero: «El sacerdote misionero de Mariannhill es un hombre que ha respondido simultáneamente a tres llamadas:

1) La llamada a la vida religiosa en la Congregación Misionera de Mariannhill (CMM).

2) La llamada a proclamar como misionero la Buena Nueva de Cristo a todos aquellos que no tienen todavía la experiencia de Cristo como su Salvador.

3) La llamada a hacer todo esto como sacerdote.

En virtud de su ordenación al sacerdocio, el sacerdote misionero de Mariannhill está preparado para atender las necesidades espirituales de todos los fieles. Él proclama la Buena Noticia de Jesucristo, preside la celebración de la Eucaristía y administra los otros sacramentos de la Iglesia de acuerdo con su oficio. El entrenamiento especializado le cualifica para servir en muchos otros ministerios también. Puede involucrarse en educación y formación, en dirección espiritual, en consejo, en retiros, en el ministerio de los enfermos, los presos o los discapacitados; puede involucrarse en el apostolado de la prensa o en cualquier forma de trabajo apostólico que sea necesario en la Iglesia.»

B.- El hermano misionero: «El hermano misionero de Mariannhill es un ejemplo de hombre dedicado a la comunidad, el compromiso, la oración y el servicio. –La figura del hermano- viene de la tradición de los monjes trapenses y, aunque ahora es muy activo, asomado al mundo, retiene todavía el lema “Ora et Labora”: oración y trabajo. El hermano misionero de Mariannhill elige vivir su compromiso con Cristo en una comunidad orante de hombres con votos religiosos, comprometido en el servicio a la humanidad, de acuerdo con sus habilidades, talentos y aptitudes. En una palabra, el hermano es una persona que vive una vida sencilla centrada en el Evangelio en una comunidad célibe.

La llamada a servir a Dios como hermano misionero de Mariannhill requiere una decisión a cuatro niveles:

1) Debe haber un deseo de profundizar la propia vida espiritual y la creencia de que esto puede realizarse más fácilmente en comunidad que por uno mismo.

2) El sujeto debería tener la personalidad capaz de relacionarse fácilmente con otros y una disposición a aceptar la idiosincrasia de los demás.

3) El candidato debería tener, a un tiempo, el interés y la habilidad para realizar el trabajo de la comunidad de Mariannhill.

4) La llamada a la hermandad religiosa requiere una decisión de celibato.».

C.- El asociado o familiar en comunidad: El asociado misionero de Mariannhill en comunidad o “familiar en comunidad”, como comúnmente se le conoce, es aquella persona que, tras haber pasado un período de Postulantado y habiendo aceptado vivir, bajo promesa, los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia en el marco de un compromiso de vida decididamente cristiano, “elige vivir su compromiso con Cristo en una comunidad orante de hombres con votos religiosos, comprometido en el servicio a la humanidad y ayudando a la Congregación personalmente, con su oración y trabajo -y sus talentos, aptitudes y habilidades- allí donde se le necesite, y materialmente, con una parte de su sueldo si está en activo o de su pensión si está jubilado, y teniendo expresamente en cuenta a la Congregación en su testamento.  

Perfil del aspirante a misionero de Mariannhill

A.- Búsqueda sincera de la voluntad de Dios y anhelo explícito de seguir a Jesús.

B.- Amor por las Misiones y un cierto espíritu de aventura.

C.- Docilidad al Espíritu Santo: lo que implica dejarse formar, educar.

D.- Búsqueda constante de la madurez en la fe: lo que se traduce en la capacidad para adquirir y mantener compromisos y responsabilidades.

E.- Práctica activa de su fe: vida sacramental y de Iglesia -Eucaristía, oración, servicio-.

F.- Capacidad y madurez para vivir en comunidad y trabajar en equipo (y si llegara el caso, también en soledad): buenas relaciones entre iguales (espíritu de concordia y de diálogo, sano equilibrio entre autonomía y dependencia), optimismo y alegría (o, al menos, un sano equilibrio entre pesimismo y optimismo, pues los pesimistas y melancólicos no valen para misioneros), paciencia y fortaleza para soportar la soledad, el cansancio y el trabajo infructuoso –tenacidad-.

G.- Plena inserción en su propia cultura: adaptado al entorno y con los pies en el suelo, con conocimiento y aceptación de su propia historia y normalidad en la relación afectiva con la mujer.

H.- Capacidad de apertura a otras culturas: aprendizaje de otros idiomas y costumbres, siendo respetuoso con ellas –inculturación-.

I.- Obediencia al Magisterio de la Iglesia y a las directrices de nuestra Congregación.

J.- Sensibilidad social: una opción fundamental por los pobres, que no excluye el estar abierto a todos –“mejores casas, campos, corazones”-.

K.- Capacidad de iniciativa: lo que implica el desarrollo de una conciencia crítica y de la creatividad.

L.- Estudios finalizados y documentos civiles (y/o militares) en regla: Los estudios deberán ser, al menos, de grado medio (antiguo graduado escolar o equivalente) si el aspirante quiere ser hermano, y de COU (equivalente o superior) si el aspirante lo es al sacerdocio en nuestra Congregación.

CMM asesinados

Varios números de las Constituciones hablan del misterio de la cruz de Cristo y de nuestra participación en ese misterio.

- Tenemos que "no avergonzarnos de la locura de la cruz" (cf. n º 108);

- No hay que olvidar que "estamos siguiendo a Cristo crucificado y debemos proclamar el mensaje de la cruz" (cf. n º 113);

- Hay que recordar que “es parte del seguimiento de Cristo el llevar la cruz de cada día” (cf. n º 244).

Algunos de nuestros hermanos tenían una profunda participación en este misterio de la cruz de Cristo, sobre todo, aquellos que dejaron sus vidas violentamente en el servicio misionero de la Congregación y de la Iglesia, pues no queremos olvidar aquí a todos aquellos que pertenecen a la familia más amplia de Mariannhill y que murieron de forma violenta.

Por parte de los misioneros de Mariannhill:

-Hno. Andrew Wachter CMM, que fue asesinado el 22 de noviembre de 1927, en Mariazell (Sudáfrica).

-Mons. Adolfo Gregor Schmitt CMM, que fue asesinado el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-P. Possenti Anton Weggartner CMM, que fue asesinado el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Hno. Karl Kroner CMM, que fue asesinado el 9 de enero de 1978,en Mariannhill (África del Sur).

-Hno. Peter Edmund Geyermann CMM, que fue asesinado el 2 de junio de 1978, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-Hno. Andreas Georg von Arx CMM, que fue asesinado el 2 de junio de 1978, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-P. Edmar Georg Sommerreisser CMM, que fue asesinado el 25 de abril de 1981, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Hno. Matthias Sutterlüty CMM, que fue asesinado el 10 de noviembre de 1983, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-Hno.  Kilian Valentin Knörl CMM, que fue asesinado el 19 de abril de 1988,en Empandeni Mission (Zimbabwe).

-P. Hubert Hofmans CMM, que fue asesinado el 23 de noviembre de 2001, en Lae (Papúa-Nueva Guinea).

Todos estos Hermanos nuestros, son un recordatorio permanente de aquellas palabras de Jesús: "¿Recordáis lo que os dije: No es el siervo más que su señor"? Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros... El mundo os hará sufrir, pero sed valientes, Yo he vencido al mundo" (Jn.15,20-16, 33).

Por parte de la familia Mariannhill:

-Hna. Francis Elisabeth Van den Berg CPS, que fue asesinada el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Dra. Hanna Decker, misionera laica, que fue asesinada el 9 de agosto de 1977, en St. Paul’s Mission (Zimbabwe).

-Hna. Ferdinanda Anna Ploner CPS, que fue asesinada el 9 de agosto de 1977, en St. Paul’s Mission (Zimbabwe).

-Hna. Maria de Lourdes Gonçalves Granado CPS, que fue asesinada el 5 de mayo de 1981, en Namaacha Mission (Mozambique).

-Hna. Mary Paule Tacke CPS, que fue asesinada el 16 de Junio de 2014 en Tyara-Libode (Sudáfrica).

San Francisco Javier

Nacido en España, en el año 1506. Cuando estudiaba en París, se unió a San Ignacio de Loyola y fue ordenado sacerdote en Roma, en 1537.

Con gran entusiasmo misionero, fue a Asia, donde entró en contacto, en la India, Indonesia y Japón, con otras culturas y religiones (hinduismo, budismo, sintoísmo e Islam) y, en el cumplimiento de sus tareas misioneras, descubrió que es esencial, para poder transmitir el cristianismo, aprender la lengua y la cultura de las personas a quienes somos enviados (inculturación del Evangelio y de las tareas misioneras).

Murió en el año 1552, en la isla china de Shangchwan, a las puertas del Imperio Chino, que él consideraba como un territorio clave para introducir el cristianismo en Asia. Fue canonizado y proclamado "Patrono de las Misiones" en 1622.

Como misioneros, él es nuestro Patrón; y nos recuerda que tenemos que seguir trabajando para que venga el Reino de Dios.

La celebración de la fiesta de San Francisco Javier no es algo nuevo en nuestra congregación. El Abad Francisco, en sus escritos, hace algunas referencias a San Francisco Javier y a su trabajo como misionero.

Sta. Teresa de Lisieux

Santa Teresa del Niño Jesús nació en Alençon, en Francia, en el año 1873. Siendo aún joven, entró en el monasterio carmelita de Lisieux y practicó las virtudes de la humildad, la sencillez evangélica y una firme confianza en Dios. Con sus palabras y su ejemplo enseñó a las novicias que tenía a su cargo.

Ofreciendo su vida por la salvación de las almas y para la difusión de la fe en las misiones, murió el 30 de septiembre de 1897. El Papa Pío XI la canonizó en 1925 y en 1928 fue declarada Patrona Universal de las Misiones.

Como misioneros, ella es nuestra Patrona; y nos recuerda que el trabajo misionero es, sobre todo, la obra de Dios.

La celebración de esta fiesta en nuestra congregación no es algo nuevo. Si nosotros, como misioneros activos, miramos hacia Santa Teresita, una monja contemplativa, como nuestra Patrona, es principalmente por dos razones:

1.-Somos misioneros de profesión. Ser misioneros no depende de nuestra era, del lugar donde vivimos y trabajamos, del tipo de trabajo que hacemos, de los estudios que hemos realizado,, de las capacidades o habilidades, de la salud o de la falta de ella.

El nº 105 de nuestras Constituciones dice: "Incluso si los miembros de la Congregación tienen diferentes tareas y servicios, que vivan su vocación misionera mediante la cooperación en el cumplimiento del mandato de la Congregación".

En su autobiografía, Santa Teresita escribe: "Me hubiera gustado ser misionero desde la creación del mundo y seguir siéndolo hasta el final de los tiempos".

2.-El amor es el núcleo de nuestra misión. Siempre hemos de ser conscientes, tanto de uno como de la otra, a fin de no olvidar para quién estamos trabajando y qué papel ha de jugar el amor en nuestro trabajo.

El nº 237 de nuestras Constituciones dice: "Como misioneros, sabemos que estamos llamados y enviados por Jesucristo. De ahí que nuestro servicio misionero conjunto debe provenir de una unión íntima con Él. Entonces podemos esperar que este servicio sea fructífero".

En su autobiografía, Santa Teresita escribe: "El amor es, de hecho, la vocación que incluye a todas las demás... He encontrado mi vocación: mi vocación es el amor".

Natividad de María

Tradicionalmente, la Congregación de los Misioneros de Mariannhill venía celebrando a la Santísima Virgen María, bajo su advocación de Nuestra Señora de las Candelas, como su Patrona, el mismo día de su fiesta fundacional, la solemnidad de la Presentación del Señor, el día 2 de Febrero.

De cara a la aprobación de nuestro calendario propio, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dictaminó que se separara la solemnidad del 2 de Febrero, fiesta fundacional de la Congregación, plenamente cristocéntrica, de la celebración de la Patrona de Mariannhill, de carácter mariano, por lo que se decidió que la nueva fecha para celebrar a nuestra Patrona fuera el 8 de Septiembre, fiesta de la Natividad de María, de profundo sentido para la Congragación, pues muchos hemos renovado votos y hecho profesión perpetua en ese día; celebrándose por vez primera, la nueva fiesta, en el año 2012.

En la imagen, una alegoría de la devoción del Abad Francisco Pfanner por la Virgen María, en la recién estrenada fiesta de la Patrona de Mariannhill, en el día de La Natividad de la Santísima Virgen María, la Virgen Niña.

San Joaquín

Al ser el día 26 de Julio la memoria de los esposos San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María, y como nuestra Congregación celebrase únicamente a Santa Ana, como nuestra Co-Patrona, en dicha fecha, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dictaminó que se diera la posibilidad de celebrar, también, a San Joaquín, de manera opcional, al día siguiente.

Santa Ana

Siguiendo una tradición muy antigua, que se remonta a los inicios de Mariannhill, nuestra Congregación celebra hoy la fiesta de Santa Ana, la madre de la Virgen María.

Sobre la arcada de entrada al Monasterio de Mariannhill, en Sudáfrica, admiramos la escultura de Santa Ana, enseñando a su hija, María, realizada en terracota. Debajo está escrito:Mariae Annae Collis Patronae Illustrissimae O.P.N.” (es decir, “ruega por nosotros”; en latín: “Ora Pro Novis”).

El Abad Francisco Pfanner explicaba por qué, llamó “Mariannhill” al Monasterio, en 1882, y por qué María y Ana fueron elegidas como sus santas patronas, diciendo: "En las últimas semanas, a menudo me veía acuciado por la pregunta: “¿Cómo debería llamarse el nuevo monasterio?” No estaba dispuesto a comprometerme en una larga discusión; finalmente, hoy he roto el silencio y he puesto por escrito: “Mariannhill es su nombre”.

Todos nuestros monasterios deben estar dedicados al honor de “María”. Santa “Ana”, a quien tenemos en gran estima, es nuestra querida abuela, y añadimos "colina", porque el monasterio se construirá en una colina notable, desde donde se divisan todas nuestras propiedades, el barrio que la rodea y hasta el Océano Índico. Esperemos que de este Mariannhill salga algo excelente".

Nuestro Fundador era un hombre muy práctico. Consideraba Mariannhill como una casa, un lugar para trabajar y como centro desde donde se debe extender Evangelio.

Muchas de nuestras casas y capillas están dedicadas a Santa Ana. Nuestra novena perpetua se reza cada día en su honor, para nuestra congregación, nuestras misiones y nuestros benefactores. El apostolado de las madres y las mujeres están bajo su protección y llevan su nombre: “Mujeres de Santa Ana”.

San Benito Abad

San Benito nació en Nursia, en Umbría (Italia), en torno al año 480. Tras estudiar en Roma, llevó una vida eremítica en el monte Subiaco¸ donde se le juntaron varios discípulos. Se trasladó, después, a Monte Cassino, donde fundó el famoso monasterio y escribió su Regla, recibiendo, por ello, el título de “Padre del monacato occidental”. Murió el 21 de marzo de 547.

San Benito y sus monjes evangelizaron Europa, haciendo de sus monasterios centros de culto, cultura y agricultura. Sus granjas, escuelas e iglesias se convirtieron en los pilares sobre los que surgió una nueva sociedad cristiana, tras la caída del Imperio Romano.

Nosotros, los Misioneros de Mariannhill, reconocemos a San Benito como modelo de misionero. Por ello, tratamos de poner en práctica, en nuestro enfoque dela misión, la forma holística de la evangelización, que ha sido resumido para nosotros, por el P. Bernard Huss CMM, como “Mejores campos, casas (hogares), corazones".

Al mismo tiempo, San Benito es nuestro modelo de vida religiosa. Muchos elementos de su Regla están consagrados en nuestras Constituciones; por ejemplo: “Estamos en el mundo, pero no somos del mundo”; aprender a escuchar ya vivir en la presencia de Dios; autoexamen ante Dios; conversión; paciencia y perseverancia; hospitalidad, uso responsable de las cosas materiales... Todos estos elementos pueden ayudarnos a construir nuestra espiritualidad específica como Misioneros de Mariannhill.

El 'Ora et Labora' de San Benito nos llama a ser contemplativos en la acción.

En sus escritos, el Abad Francisco tiene bastantes pensamientos sobre la importancia de San Benito, especialmente,de cara a ser un religioso que trabaja como misionero.

Preciosa Sangre

Es una espiritualidad en el sufrimiento y el gozo del misterio pascual, de la cruz y la resurección , de la Preciosa Sangre y el Amor Redentor, de la angustia del mundo y la preparación para la misión.

Con nuestro nombre, el nombre de la Preciosa Sangre, el Abad Francisco confirió sobre nosotras nuestro mandato misionero. El patrón del misterio pascual, el plan redentor de Dios para el mundo está escrito en nuestras historias personales, en la historia de la Congregación y es nuestra urgencia para la misión".

En este día, celebramos, junto a nuestras Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre, con alegría y amor agradecidos, en honor de Jesucristo, que nos redimió con su Preciosa Sangre, la fiesta titular de su Congregación.

Las hermanas dicen: “El momento originario de nuestro carisma nació de una experiencia. El Abad Francisco contempló el misterio de Dios revelado a él. Con este misterio pudo discernir quién era y lo que el plan de Dios era para él; lo que las hermanas estaban llamadas a ser, lo que el plan de Dios era para ellas". Nuestro carisma, con base en su experiencia, nos da nuestra identidad como Hermanas misioneras de la Preciosa Sangre.

El espíritu y el patrimonio de nuestro fundador nos fueron transmitidos, por escrito, por la Madre Paula Edmunds CPS (en la foto).

Sdo.  Corazón  de Jesús

Nuestra especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús se remonta a los días de nuestro fundador. En 1888 se rezó una novena al Sagrado Corazón pidiendo la restauración de la buena salud del Abad Francisco. En 1892, Mariannhill y todas sus estaciones misioneras fueron consagrados al Sagrado Corazón.

Durante la Primera Guerra Mundial, cuando se puso en peligro el monasterio, se hizo un voto especial al Sagrado Corazón de construir un santuario si preservaba al monasterio y sus habitantes de sorpresas desagradables, incluso de la destrucción. Hasta el día de hoy, el Monasterio y la Diócesis de Mariannhill recuerdan este voto mediante la observación de la adoración sacramental en el mes de junio.

Un corazón significa vida. Confesamos que Cristo no sólo tenía un corazón, Él es nuestro Corazón. El amor y la misericordia del Corazón son universales y eternos; así que nadie está excluido de su amor y misericordia. Por ello, ponemos nuestra fe y confianza en Él.

El Abad Francisco dejó escrito sobre el Sagrado Corazón: "No hay otro corazón que se nos dé, en quien podamos ser salvos, que el Sagrado Corazón de Jesús. Por tanto, nuestra actitud hacia Él es muy importante".

Abad Francisco Pfanner

En el nº. 248 de nuestras Constituciones se dice: "Veneramos al fundador de Mariannhill y gran pionero de la misión, Abad Francisco Pfanner... especialmente en el aniversario de su muerte, el 24 de mayo".

El entonces Prior del monasterio de MariaStern, en Bosnia, P. Francisco Pfanner,tenía 55 años cuando él se ofreció como voluntario para ir a Sudáfrica, para fundar la obra misionera. "Si nadie va, yo iré".

Tras el fracaso en Dunbrody, se trasladó con sus monjes a Natal y allí construyó un monasterio en una colina, dedicado a María y a Ana, y le llamó, por tanto, Mariannhill. Todo comenzó el 26 de diciembre de 1882.

En 1885 se convirtió en su primer abad. En el momento de su muerte, la Misión del Monasterio de Mariannhill se había extendido por todo Natal e incluso en el Cabo Oriental.

En 20 años se fundaron 28 estaciones de misión. Guiados por el lema benedictino "Ora et Labora", junto a los casi 300 monjes y la ayuda inestimable de las Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre, que él fundó, el Abad Francisco trabajó incansablemente para poner en práctica una red de evangelizadores.

Conmemoración de la muerte del Siervo de Dios, Abad Francisco Pfanner. Fundador de Mariannhill

Sus esfuerzos fueron, posteriormente, puestos bajo un lema, por el P.Bernard Huss: "Mejores campos, mejores casas, mejores corazones".

Aunque inmerso en una actividad tan misionera, el Abad Francisco siempre confió en la providencia de Dios. Convencido del valor inestimable de la Preciosa Sangre de Cristo y movido por el Espíritu Santo, logró unir la contemplación y la acción.

Su aceptación de la voluntad de Dios en su vida se revela en su actitud hacia las personas que lo malinterpretaron y en la enfermedad. Una vez puesta la mano en el arado, perseveró hasta el final. Él puso todas sus estaciones misioneras, bajo la protección de la Santísima Virgen María.

Al amanecer el 24 de mayo de 1909,murió en la pequeña estación misionera de Emaús. Él escribió: "¡Mira el cielo y alégrate! Sí, alégrate, pues estarás delante de Dios y lo verás. ¡Velemos y oremos por el Reino de los Cielos, luchemos y suframos con alegría, coraje y perseverancia hasta el final!".

El Abad Francisco nació el 21 de septiembre 1825, en Langen (Austria). Mientras estudiaba en la universidad, sintió la llamada al sacerdocio. El 28 de julio 1850 fue ordenado sacerdote. Después de servir como párroco y capellán de un convento, entró el 9 de septiembre 1863, en el monasterio trapense de Maria Wald (Alemania). El 21 de junio 1869 fundó en Bosnia el monasterio trapense de Maria Stern. Su causa de beatificación se abrió en 1964 y fue revitalizada en 2004.

En la conmemoración de la muerte de nuestro fundador, damos gracias a Dios y a la Iglesia por habernos dado un misionero tan celoso. Nosotros tratamos de seguir sus pasos y lo consideramos como intercesor por nosotros ante Dios.

San José

Cuando el Abad Francisco emprendió la tarea misionera en Mariannhill, tenía cuatro preocupaciones principales:

1.- la evangelización del pueblo Zulú,

2.- la recogida de todo el material necesario y los medios financieros,

3.- la formación de buenos religiosos,

4.- así como la orientación de todos hacia Dios.

Con el fin de obtener ayuda para ellos, el Abad Francisco buscó un poderoso protector y lo encontró en la persona de San José.

San José se convirtió, para el Abad Francisco, en el agente de todos los medios materiales y financieros que eran necesarios para las iniciativas sobre el desarrollo social y la promoción humana en Mariannhill, tanto para construcción de edificios: iglesias, conventos, hospitales, escuelas, talleres, establos, etc., como para empresas agrícolas, ya que San José era, como él dice, “el que alimentaba, vestía y albergaba al Niño Jesús en Nazaret”.

El Abad Francisco también escogió a San José como patrono de la buena formación de los monjes y las hermanas, porque San José era, como él dice, “el que educó al Niño Jesús con el ejemplo de una vida santa, humilde y silenciosa”.

P. Engelmar Unzeitig

Había llegado allí, como prisionero a mediados de 1941 y, durante los casi cuatro años que estuvo confinado en ese lugar, no dejó, por ello, de ser misionero. Era, por fuera, un habitante más de aquella ciudad de muerte, identificado con el número 26.147; pero, por dentro, guardaba a un fiel religioso, a un celoso sacerdote, a un valiente misionero y a todo un gigante de la caridad cristiana.

El testimonio de su vida y de su oración, su afabilidad y paciencia, la fidelidad a su consagración religiosa, su prudencia al hablar y su sabiduría al callar, su generosidad a la hora de compartir lo que tenía y su coraje para mendigar en favor de los más necesitados, dieron una eficacia insospechada a su presencia en el Campo.

Terminó sus días en coherencia con la que había sido la tónica de su existencia, ofreciéndose como voluntario para atender a los enfermos, víctimas de una epidemia de tifus. En pocas semanas, contrajo él mismo la enfermedad y, amaneciendo el 2 de marzo de 1945, moría de tifus el que a tantos moribundos había ayudado a bien morir.

Salió de este mundo como había vivido en él: “Con el corazón en la mano”.Le llamaban “el Ángel de Dachau”, porque así se comportó en medio de aquel infierno. Había dejado escrito: "El amor multiplica las fuerzas, inventa cosas, da libertad interior y alegría… El bien es inmortal y la victoria debe ser de Dios".

El P. Engelmar había nacido el 1 de marzo de 1911 en Greifendorf, hoy República Checa. Queriendo ser misionero, ingresó en 1934 en el noviciado de Mariannhill en Holanda. Después de realizar los estudios de filosofía y teología en Würzburg (Alemania), fue ordenado sacerdote el 6 de agosto de 1939. Sus cenizas, que salieron providencialmente del Campo de Concentración, reposan en la iglesia de Mariannhill en Würzburg. Desde el 26 de julio de 1991 está abierta su causa de beatificación.

La Presentación del Señor

La razón, entonces, de por qué nuestra Congregación ha elegido esta fiesta litúrgica como su fiesta principal se basa en un doble hecho: Cristo es la Luz que ilumina a todos los pueblos y María es la que les presenta esta Luz.

Nuestra identidad y carisma se basan en el misterio de esta fiesta. Con María, nosotros, Misioneros de Mariannhill, queremos seguir presentando a Cristo como la Luz que ilumina a todas las naciones.

En este día, recordamos, también, el aniversario de la separación del Monasterio de Mariannhill de la Orden Trapense y el comienzo de una Congregación misionera independiente. Esto sucedió en 1909.

Es costumbre que en este día todos renovemos nuestra consagración a Dios como Misioneros de Mariannhill, con el fin de mantener vivo nuestro primer amor a Cristo, a María, a la Iglesia y a la Congregación.

Y muchos más

Primer Centenario del Nacimiento del P. Engelmar Unzeitig CMM (1911-2011)

Primer Centenario de la Muerte del Abad Francisco Pfanner (1909-2009)

Primer Centenario del Nacimiento de la Congregación de los Misioneros de Mariannhill (1909-2009)

Los mártires de Zimbabwe

Beato Engelmar Unzeitig CMM (1911-1945), “Misionero de Misericordia”, “Mártir de la caridad” y “Ángel de Dachau”

P. Bernard Huss CMM (1876-1948): “Mejores campos, casas, corazones”

Hno. Nivard (Georg) Streicher (1854-1927), un “Genio con hábito”, el “Abad marrón de Mariannhill”