HISTORIA DE UN SUEÑO (Claudia Prócula, esposa de Pilato)

HISTORIA DE UN SUEÑO (Claudia Prócula, esposa de Pilato)

JERUSALÉN. FORTALEZA ANTONIA. APOSENTOS PRIVADOS DEL PROCURADOR DE JUDEA: Una mujer se debate, agitada, entre las sábanas de su cama. Súbitamente, despierta y se incorpora en el lecho, bañada en llanto y sudor, con los ojos desorbitados por el miedo y la angustia de lo recién soñado, frotándolos tenazmente, como si quisiera liberarlos de algo que no se va, mientras busca a su esposo, cuyo puesto, a su lado, está vacío. Se calza como puede, tambaleante y totalmente deslumbrada; todavía puede percibir aquella luz brillante en sus pupilas, aunque sus ojos estén abiertos, y escuchar aquellas voces, risotadas y porfías, como las de una jauría de mastines.

Los gallos, cantando al amanecer, comienzan a mezclar sus cacareos con las sonoras voces de unos tan inoportunos como exasperados visitantes, entre las que puede distinguir la de su esposo, tratando de hacerse escuchar y respetar por aquellos energúmenos, sin conseguirlo. Pellizcándose, como para cerciorarse de no seguir dormida, pues aquellas voces le recuerdan vivamente las de su sueño, toma una tea encendida y sale al corredor, dispuesta a descubrir el origen de las voces y el paradero de su esposo.

Pilato, cansado de aquella situación, exclama: “¡Por Júpiter, no habléis todos a la vez! ¿Quién os representa? ¡Que dé un paso al frente y responda!: “¿De qué acusáis a este hombre?”” Un taimado Caifás, cuya túnica sacerdotal aparece desgarrada -desde la noche anterior, cuando juzgó a Jesús-, se adelanta, seguro de sí, para porfiar impertinente, delante de todos: “Si este de aquí no fuera un malhechor, no te lo habríamos traído” (Jn.18,30). Pilato, ante semejante respuesta, que no aporta pruebas, pero sí mucho descaro y altivez, frunce el ceño y responde secamente: “En ese caso, lleváoslo y juzgadlo conforme a vuestra ley” (Jn.18,31). Caifás, airado, va a replicarle, pero se le adelanta Anás, su suegro, que ha perdido, una vez más, los estribos, y, apartándole con el codo, responde iracundo: “Sabes de sobra que “nosotros no tenemos la facultad para aplicar la pena de muerte” (Jn.18,31)”. Pilato comprende que se está enfrentando a un linchamiento y trata de llevar las cosas al cauce legal, escuchando al acusado, aquella pobre víctima, si le dejan ese par de gallitos prepotentes, que rivalizan entre sí.

Claudia, que espía la escena desde detrás de una gran cortina, palidece de espanto al contemplarla y escuchar lo que está escuchando. Allí, en medio de todos, con el rostro herido y cabizbajo, está el hombre de su sueño, majestuoso y en silencio, maniatado y sangrante, tal como en el sueño, frente a aquella jauría de mastines, cuyos crueles rostros ya había soñado la noche anterior. Siente que su corazón late cada vez más fuerte y le cuesta respirar, presa de la angustia y de un miedo creciente, y, por ello, decide no entrar y esperar a que su esposo salga, pero no sabe si aguantará, así, por más tiempo, pues tiembla de espanto.

Pilato llama a Jesús para interrogarlo y Éste sube, escoltado, la monumental escalera de la Prefectura y, una vez en su despacho, le dice benevolente: “Jesús de Nazaret, ¿verdad?… Mira cómo te acusan… Dime, en verdad… “¿eres tú el Rey de los judíos?”” (Jn.18,33). Jesús le responde: “¿Dices eso por tu cuenta –como testimonio personal tuyo-, o es que otros te lo han dicho de mí?” (Jn.18,34). Pilato contesta: “¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?” (Jn.18,35) y Jesús le responde: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos, pero mi Reino no es de aquí” (Jn.18,36).

Pilato, sorprendido, vuelve a preguntarle: “Luego, ¿tú eres Rey?” Respondió Jesús: “Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para eso he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn.18,37). Y Pilato, sacando su lado más cínico, responde con una sonrisa irónica: “Y ¿qué es la verdad?” (Jn.18,38). Después, abandona la estancia, encargando a uno de los guardias que avise al jefe de la policía militar, para que se persone de inmediato con todo lo que tenga en sus archivos sobre ese tal Jesús de Nazaret, pues no encuentra delito en Él, por el que acusarlo.

Mientras se dirige a la balconada de la Prefectura, es abordado por su esposa, visiblemente agitada, que le dice: “Te lo ruego, Poncio, deja en paz a ese hombre, porque es un varón santo. Esta noche he sufrido mucho por su causa” (Mt.27,19)… “¿”Santo”?”, repite Pilato, “Sí, “Santo”, ese era el nombre que más se repetía al final de mi sueño, cantado por voces muy bellas, que armonizaban entre ellas y lo repetían de tres en tres; “Santo, santo, santo” (Is.6,3;; Ap.4,8), hasta que desperté sobresaltada, no por eso tan bello, sino por el horrible recuerdo de lo anterior.

“¿Sabes?… ¡Era una lucha cruel entre la luz y las tinieblas!: el cordero contra los chacales, el león contra los búfalos… y, todos ellos, luminosos…, el león y el cordero, ¡tenían la cara de ese hombre!… Y la tuya, mi pobre Poncio, la tuya estaba en penumbra, cediendo, cada vez más, a la oscuridad de los demás, que tenían la cara de esos cretinos monstruosos que tienes ahí delante, vociferando intransigentes, aullando como lobos, ladrando como mastines, seguros de clavar sus garras y colmillos en la carne de su víctima, tal como acontecía en mi sueño…

“Después vi un mar de sangre, que se extendió sobre todos… ¡y todo se volvió rojo!…, y la oscuridad se abatió sobre esa pobre víctima inocente y pareció devorarla…, ¡todo era oscuro… y pavoroso!… ¡hasta el sol dejó de brillar!… y la tierra retembló estremecida… Después vi una melodiosa explosión de luz, una luz deslumbradora, que salía de las fauces de la tierra entre miles de voces armónicas, que entonaban a coro, en las tres lenguas de oficio –latín, griego y hebreo- y en muchas otras, desconocidas para mí: “Santo, santo, santo” y que lo iluminaba todo, como un nuevo amanecer…, y ¡todo cobraba una vida nueva!…, no sé cómo explicarlo…, ¡todo tenía más brillo, más color, más vida!…, una luz deslumbradora, que seguía tenaz en mis ojos, aun cuando los abrí, bañada en sudor y lágrimas, y aún mucho tiempo después, por más que los frotara…

“Y te diré algo más, mi angustiado gobernador, en respuesta a tu pregunta, la que dejaste en el aire, mi querido esposo: “¡Él es “la Verdad”!, lo escuché en mi sueño, junto con otros muchos nombres: “Camino, Verdad, Vida…” (Jn.4,6), pero “Santo” es el que más se repetía… y no me cansaba de escucharlo”. Pilato, que ha mirado a su esposa entre incrédulo y desconcertado, cuando ésta termina su relato, la abraza y le dice, mirándole a los ojos: “Mi querida Claudia, tranquilízate y regresa a tus aposentos, veré lo que puedo hacer” y, acercándose a la balconada de la Prefectura, hace saber a todos los que esperan en el patio: «Yo no encuentro ningún delito en él, por el que pueda condenarlo» (Jn.18,38).

Entonces, Caifás, en plan socarrón, como haciendo ver quién manda allí, le responde: “¿Cómo que no encuentras delito en él? Si a ese que es “un agitador, que se opone a que se paguen los impuestos al César y pretende ser el rey enviado por Dios» (Lc.23,2), tú no le encuentras delito, ¿dónde lo esperas encontrar? Nosotros sí se lo encontramos y, por eso, en lealtad al César, te lo hemos traído. Y si, además, quiere hacerse Dios, como tu divino César, en lealtad a nuestro Dios, también lo encontramos culpable y de un cargo mucho mayor, el de blasfemia, por eso mi túnica sacerdotal está rasgada, y te pedimos, para él, la muerte. Y si nada de esto te parece suficiente para encontrar delito en él, es ¡porque no defiendes los intereses del César, como nosotros lo hacemos!”.

Entonces Anás, airado y nervioso, escupe un nuevo argumento: “¡Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios!” (Jn.19,7). Al oír estas palabras, Pilato se estremece y regresa a su despacho para preguntarle a Jesús: “¿De dónde eres tú?” (Jn.19,9). Ante el silencio de Jesús, que sigue mirando al suelo, Pilato explota: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?” (Jn.19,10). Entonces, Jesús, mirándole con lástima, tranquilamente responde: “No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba –de mi Padre-; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado” (Jn.19,11). Un miedo supersticioso comienza a apoderarse de Pilato, que ya no duda en que ha de liberar a ese hombre como sea, pero Caifás vuelve a gritar: ¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey, se enfrenta al César!» (Jn.19,12).

Pilato aprieta los puños y, sin saber qué más hacer para liberarlo, lo manda azotar, para que las autoridades judías se queden tranquilas y lo dejen marchar, pero los soldados, hartos de los judíos, se extralimitan en su castigo, convirtiendo a Jesús en un pobre despojo humano, bañado en sangre, que, coronado de espinas y cubierto con una clámide roja, es devuelto a Pilato, quien lo recibe con estupor y, acto seguido, lo muestra al público, diciendo: “¡Aquí tenéis a vuestro Rey!” (Jn.19,14), pero se produce el efecto contrario al deseado, pues, a la vista de tanta sangre, Anás y Caifás gritan juntos, por primera vez: «No tenemos más rey que el César» (Jn.19,15) y, desde entonces, hasta el final, ya sólo se escuchará la palabra: “¡Crucifícale!” ().

Fastidiado por su nuevo fracaso y la testarudez de aquella jauría, Pilato recurre, como último recurso, a la tradición de soltar a un preso por Pascua, y manda traer a Barrabás, amotinador y asesino -¡nada que ver con Jesús, manso y humilde!-, pero la visión de la sangre del justo ha desatado los instintos sanguinarios de la turba y ya sólo quieren ver muerto a Jesús; les da igual que Barrabás sea un asesino. Ya sólo se escucha: “¡Crucifícale!” por todas partes. Pilato, entonces, visiblemente contrariado, grita, imponiendo su voz a la de los demás, para hacerse oír: “¡Basta de tanta porfía! Siervo, tráeme el lavamanos. “¡Soy inocente de esta sangre!” (Mt.27,24). Para mí, este hombre es inocente; lo he castigado para satisfaceros y aplacaros, pero no ha servido de nada… ¡Estáis ávidos de sangre y llenos de envidia y venganza!… Me lavo las manos en este asunto, haced con Él lo que os plazca”. Entonces, Anás y Caifás, victoriosos, vuelven a gritar unidos: “¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” (Mt.27,25).

Claudia que, en su duermevela, oye retumbar una y otra vez: “¡Crucifícalo!”, despierta sobresaltada, de nuevo, para descubrir que ya no es aquel terrible sueño, sino algo muy real; algo que va creciendo en intensidad y desesperación, conforme se acerca a la balconada de la Prefectura y, cuando entra en la estancia, lo que ve es dantesco: El santo, hecho, todo él, una llaga y completamente empapado en su propia sangre; el preso más peligroso de toda la carrera de su esposo, puesto en libertad; su propio esposo, con las manos, ostentosamente, metidas en una jofaina, diciendo: “Me lavo las manos en este asunto, haced con Él lo que os plazca”, a pesar de su aviso y lo terrible de su sueño; y aquella chusma, aturdidora, gritando sin cesar: “¡Crucifícalo!”… Igual que en su sueño.

Pilato la ve palidecer de espanto y desmayarse; quiere cogerla antes de que choque contra el enlosado, pero sus manos mojadas no pueden retenerla y Claudia cae estrepitosamente al suelo, necesitando ser atendida; e impotente, ve, también, cómo Jesús, que lo mira con dignidad y compasión, abandona el lugar, fuertemente escoltado, para ser crucificado, mientras en el exterior crece el bullicio de los alborotadores triunfantes y, en su interior, el remordimiento y pesar por su cobardía, su impotencia y, especialmente, por haber traicionado la confianza depositada en él por su esposa. Y mientras él está en estas cosas, Claudia, en sus aposentos, va volviendo lentamente en sí; le duele el golpe, sí, pero, sobre todo, le duele el alma, por la condena de un inocente, y el corazón, por la traición y la cobardía de su esposo.

Y, a pesar de la prohibición de su esposo, decide dejar la fortaleza Antonia y salir a la ciudad, acompañada de sus siervas, para acercarse a la comitiva de castigo y salir al paso del “varón santo”, para disculparse con Él, por ella y por su esposo, manifestarle su fe y llorarle su muerte, por si no tuviera quien le llore. Más tarde, un cansado y agobiado Pilato se asoma a la ventana, a respirar un poco de aire fresco y ve salir, en dirección a la ciudad, a cuatro mujeres veladas y enlutadas, como si fueran sombras furtivas, y se alarma, pues, una de ellas, por el porte y los andares, parece Claudia y las otras tres, bien pudieran ser sus siervas, “¡pero eso es imposible! -se tranquiliza-, porque ella está inconsciente y, además, les prohibí a sus siervas que la dejaran salir de sus aposentos si volvía en sí y ella siempre ha sido muy dócil y obediente a mis indicaciones… Después hablaré con ella y se le pasará, la conozco muy bien…, sí, se le pasará; hoy ha sido un mal día para los dos y, con suerte, también a mí se me pasará”.

Cuando la comitiva de castigo llega al lugar donde Claudia y sus siervas aguardan, éstas salen llorando estrepitosamente al encuentro de Jesús; uno de los guardias del perímetro, que las ve salir, corre, lanza en ristre, a interceptarlas, para que no estorben la marcha de los ajusticiados. Claudia detiene su marcha y, majestuosamente erguida, sin mediar palabra alguna, muestra levemente su anillo y su rostro, consiguiendo que el soldado las deje en paz, pero no sospecha que éste, lejos de regresar a su puesto, en el perímetro de contención de la chusma, corre a dar aviso a Pilato sobre el extraño proceder de su esposa. Cuando se acercan, llorando fuertemente, a un Jesús apenas sin aliento, Éste trata de consolarlas, diciendo: “Hijas… de Jerusalén…, no lloréis… por mí…; llorad… más bien… por vosotras y… por vuestros hijos…, porque si… en el leño verdehacen esto…, en el seco ¿qué se hará?» (Lc.23,28y31).

*Anverso y reverso del Leptón de bronce, acuñado por Poncio Pilato, en torno al año 30 d.C.

Claudia, que no conoce la Escritura, pero sí los comentarios de sus siervas judías, palidece súbitamente al recordar que Jesús había dicho: “¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?” (Mt.11,7) y, había identificado aquella caña, como un mal augurio, con el bastón de mando que su esposo grabó, en lugar de la efigie del César, en los “leptones” de bronce*, que mandó acuñar en aquella época, pero Jesús la saca de sus tribulaciones, al decirle, terriblemente fatigado: “No desesperes…, Claudia…, la semilla… está sembrada… El corazón… de tu esposo… es un zarzal…, que ahoga… lo sembrado (cf. Mc.4,18-19)… Sé que tú… crees en Mí…; sé fermento… para él… Gracias… por venir…, por tus lágrimas… por Mí…, me ayudarán… con mi sed… más tarde”.

Después, la comitiva sigue su camino, dejándolas atrás, llorando todavía, pero con una gran paz interior y gozo en el corazón. Claudia se seca las lágrimas, mientras brilla en sus ojos un firme propósito, una determinación: No regresará a la Antonia; si no pudo evitar lo que su sueño anunciaba, estará allí, con Él, hasta el final. Ella recogerá aquella Sangre, que, en su sueño, lo bañaba todo en Vida nueva, y volverá a ver aquella maravillosa Luz resplandeciente, que no se iba de sus ojos, y a escuchar, aquella interminable y armoniosa melodía que aún sigue resonando en sus oídos: “Santo, santo, santo” (Is.1,2) y, con esta melodía en la cabeza y una gran esperanza en el corazón, se pierde, con sus siervas, por las callejas de Jerusalén, en dirección al Gólgota. Cuando la guardia personal de Pilato llega al lugar de los hechos, guiada por aquel soldado, no encuentran a nadie; y tampoco nadie sabe nada.

Ya en el Gólgota, rodeada y defendida por sus siervas y sin desvelar su identidad, Claudia va reviviendo, una tras otra, en la vida real, entre sollozos y desmayos, todas las escenas de su sueño: Las porfías de los Sumos Sacerdotes y el Sanedrín, las risotadas y bravatas de los soldados repartiéndose sus ropas, la oscuridad solar y el frío intenso, a pleno día, la terrible muerte de aquel “varón Santo” y el terremoto sobrecogedor, que abría las fauces de la tierra. Todo está allí, desfilando ante ella en una sucesión trágica de acontecimientos que se suceden, inexorablemente, uno tras otro, calcando las circunstancias de aquel sueño; ya no puede sufrir más, siente que algo se ha desgarrado en su interior y, en medio de una fuerte angustia, se colapsa y cae al suelo, ante la impotencia de sus siervas, que, desesperadas, se dan a conocer al centurión y éste les envía a un intendente, para que las auxilie.

Cuando Claudia vuelve en sí, Jesús ya no está en la cruz, sino que yace exánime sobre unas parihuelas improvisadas; se incorpora al tiempo que unos hombres lo alzan para llevárselo y unas mujeres los siguen con gran llanto, especialmente una, que debe ser su madre y que, conmocionada, apenas se tiene en pie. Desoyendo los consejos de sus siervas, Claudia, tambaleante, decide seguirles para ver dónde lo llevan, pero no van muy lejos, a un precioso jardín en flor, donde la montaña ha abierto su boca, para tragárselo. Parece un sepulcro nuevo; lo meten dentro y, a poco, salen todos, corren trabajosamente la piedra y, sin dejar de mirar hacia ella, se alejan rápidamente de allí, pues está para comenzar la Pascua.

Claudia es consciente de que, hasta ahora, ha visto y revivido, detalle por detalle, todo lo que vio y vivió en aquel sueño, hasta que el “varón Santo” era depositado en las fauces de la tierra, en medio de una gran oscuridad, y rodaban la piedra, dejándolo encerrado en sus entrañas. Pero recordaba, vívidamente también, que el sueño no terminaba allí, que el sueño continuaba, y… que aún faltaba la parte más bella de aquel sueño…, la de la luz y la armonía…, donde él volvía a salir, victorioso, de las entrañas de la tierra. Decide quedarse y esperar a que algo acontezca, no le importa por cuánto tiempo tenga que hacerlo; siente en su corazón que, obrar así, es lo mejor.

Después de todo un día de larga espera, en la primera hora del primer día de la semana –el domingo-, Claudia puede ver cómo una bellísima bola de luz baja desde el cielo en dirección al sepulcro y choca contra la piedra, haciendo que ésta salte por los aires, ante el estupor de los miembros del retén de guardia, que caen al suelo sin conocimiento. Después, una luz sobrecogedora, que lo llena todo, comienza a salir del seno de la tierra, al son de miles de voces armónicas, que cantan a coro y entremezclándose: “Kadosh, Kadosh, Kadosh…, Agios, Agios, Agios…, Sanctus, Sanctus, Sanctus”. Envuelto en aquella luz vivísima y armoniosa, mientras se eleva lentamente en el cielo del amanecer, surge del seno de la tierra el “varón santo”, radiante, bellísimo, majestuoso. Claudia se emociona y llora de gozo ¡Mereció la pena haber esperado! Mira cómplice, de reojo, a sus siervas, para ver si ven lo que ella ve, pero están desvanecidas, al igual que los soldados.

Al percibir la presencia de Claudia, Jesús abre los ojos lentamente y, dirigiéndose hacia ella, la envuelve con su Luz y ella queda como arrobada, llena de gozo espiritual; entonces, sonriente, la mira con ternura y, posando su mano luminosa sobre su cabeza, Claudia comienza, también, a brillar, mientras se eleva lentamente desde el suelo. Sólo, entonces, puede percibir su voz, que le susurra dulcemente: “Querida Claudia, en recompensa a tu fidelidad en no dejarme solo en mi Pasión y a tu determinación en vivir hasta el final lo que una vez soñaste, he permitido que vivieras, en su totalidad, el sueño que una vez te permití soñar. Dichosa tú, Claudia, pues eres la única testigo de mi resurrección; eso cambiará tu vida totalmente, de esclava de las apariencias a testigo de la Verdad. Gracias por estar aquí, Claudia, fiel a tu sueño, por fidelidad hacia Mí. Ya puedes regresar con tu esposo y ser levadura en la masa de su alma; quiero que recibáis, los dos, las aguas de mi Bautismo. Yo he de volver “a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios” (Jn.20,17), pero antes he de dar noticia de mi Resurrección a “mi Madre y mis hermanos” (Mt.12,49), que se alegrarán por Mí, como tú te has alegrado hoy. Yo te bendigo, Claudia, descansa en mi Paz y en mi Amor. Cuando despiertes, ya no me verás, pero sabrás, porque, desde ahora, vivo en ti”.

Cuando Claudia abre los ojos, recostada sobre la hierba del jardín, cree haberlo soñado todo, una vez más. Ansiosa de volverlo a ver, mira en derredor, buscándole a Él, pero Él no se encuentra allí. Apenada, se incorpora y sigue buscando algún indicio de que aquello no fue un sueño, de que aquello fue real; entonces ve la tumba abierta y a los guardianes, que, repuestos de su desmayo, comienzan a huir, dejando sus equipos abandonados. Aquello la tranquiliza, puede ser un indicio de que no lo soñó. Súbitamente, aquel canto vuelve a resonar en su interior, dulce y sublime, más claro que nunca, proveniente del corazón y, gozosa por ello, ayuda a sus siervas a desperezarse de su letargo y, después, emprende, con ellas, decidida y sonriente, el camino de regreso a la Antonia, para poder decirle a su esposo, que lo perdona, que lo ama a pesar de todo y otras muchas cosas más.

-o-0-o-

Actualmente, Claudia Prócula solamente es reconocida como santa por las Iglesias Ortodoxa griega y etíope, que celebran su fiesta el 27 de Octubre y el 25 de Junio, respectivamente, y, en ésta última, se la celebra en pareja con su esposo, a quien ha reconocido, también, como santo.

En cariñosa gratitud a mi querida madre.

P. Juan José Cepedano Flórez CMM.

En León,  a 15 de Febrero de 2019.

Imágenes tomadas de Internet.



Proceso de formación inicial

a.- Candidatado (Aspirantado): Animamos a los directores vocacionales a intensificar sus contactos con los aspirantes y sus familias y parroquias mucho antes de que los candidatos vengan a vivir con nosotros durante su período de candidatado. Parte del candidatado incluye los estudios filosóficos y religiosos o profesionales. Hasta donde sea posible, las familias de los candidatos deberán pagar o contribuir a los estudios y mantenimiento de los candidatos. Durante las vacaciones debería animarse a los candidatos a coger un empleo de cara a ocuparse de sus necesidades y aprender a responsabilizarse de sus vidas.

b.- Postulantado: Al final del candidatado y de los estudios filosóficos o religiosos, los candidatos hacen un extenso período de postulantado como preparación para el noviciado. Se recomienda que los últimos tres meses del postulantado sean hechos por todos los postulantes juntos en Mariannhill antes de su Noviciado común, de forma que dispongan de tiempo suficiente para conocerse mutuamente.

c.- Noviciado: Habrá un Noviciado común en Mariannhill desde el 2 de Febrero -de ese año- hasta Febrero del año siguiente. Al final del Noviciado los novicios harán sus primeros votos y el Gobierno General los asignará a diferentes centros de formación de la Congregación para los estudios teológicos y profesionales.

d.- Posnoviciado (Juniorado): Si un miembro recién profeso recibe el primer destino fuera de su provincia, deberá ser transferido a esa provincia durante el tiempo que duren sus estudios. El será miembro de pleno derecho de esa provincia con todos los derechos y deberes. Siempre existirá para el miembro la posibilidad de permanecer en esa provincia durante los cinco años siguientes a su ordenación.

Adopta un paquete de ropa para enviarlo a países de Misión

Según temporadas, solemos recibir como donativo a las misiones, todo tipo de ropa, en buenas condiciones o a estrenar; muchas veces es ropa para bebés y niños pequeños, muy apreciada allí donde tienen un índice de natalidad tan alto y en nuestros orfanatos. También nos han llegado, a veces, uniformes escolares y de trabajo, muchos de ellos sin estrenar, sobrantes de alguna empresa que se acordó de nosotros o trajes de primera comunión y alguno de novia.

¡Es una alegría tener para dar! Esta ropa se agrupa en lotes de 10 kgs. y se envuelve en paquetes de tela y rafia, cosidos a mano -para evitar que nadie los abra y se quede con algo-, para ser enviados a nuestras misiones en grupos de 8, 10 ó 12 paquetes certificados. ¡Hasta la fecha han llegado siempre todos y en buenas condiciones!

El problema viene cuando vemos el dinero disponible para enviarlos a Misiones, pues cada paquete suele valer unos 50,00 euros, lo que limita mucho la posibilidad de hacer nuevos envíos hasta disponer del dinero para ello.

Por ello, recurrimos a vosotros y os pedimos: ¡Adopta un paquete de ropa para enviarlo a Misión! Muchos te lo agradecerán y orarán por ti desde allí. ¡Te esperamos!

Becas de estudio para formar  futuros misioneros de Mariannhill

A finales del año 1893 el Abad Francisco escribía a sus amigos y bienhechores:

“Si el aumento de postulantes sigue produciéndose con la misma rapidez, el próximo año tendremos 100 hombres. Cuando veo todos los que cada día se sientan a la mesa, me entra el miedo en el cuerpo y me asalta la preocupación: ¿De dónde sacaremos pan para tantos y cómo les vamos a vestir? Pero, por otra parte, al contemplar tantos hombres valientes, entregados y sacrificados, me lleno de alegría y consuelo, pues ellos son mi riqueza…

Nos vemos de nuevo impulsados a dar gracias a Dios por haber bendecido tan generosamente nuestros trabajos y a rezar por nuestros bienhechores, que con sus donativos, siempre bienvenidos, han hecho posible nuestro éxito”.

Lo que el Abad Francisco experimentó hace más de cien años lo seguimos viviendo los que hoy somos sus hijos: el miedo ante todo lo que conlleva la formación de futuros Misioneros de Mariannhill. Por otra parte, ellos son el futuro y la riqueza de nuestra Congregación. Así pues, confiados en el cuidado providente de Dios y en el apoyo de los que hoy sois los bienhechores de Mariannhill, seguimos adelante.

Los aspirantes a futuros Misioneros de Mariannhill empezarán siempre con el preceptivo Postulantado. Cuando hagan los primeros votos, unos irán a estudiar filosofía/teología para ser Sacerdotes de Mariannhill; otros irán a diferentes escuelas profesionales o centros de formación diversa para ser Hermanos de Mariannhill. Todo un proceso formativo que ronda los diez años de duración.

Como veis, el aumento de Hermanos y Padres Misioneros de Mariannhill, depende en gran medida de vuestras ayudas y, por ello, os invitamos a seguir haciendo el bien apoyando, mediante Becas de Estudios o Donativos para la Formación,la formación de las nuevas generaciones de Misioneros de Mariannhill.

Centro Misionero de Mariannhill en Bosa/Bogotá (Colombia)

Un proyecto ilusionante

Los lectores de esta revista misionera saben de los comienzos de la presencia de Mariannhill en Colombia; empezando primero en el Vicariato de Trinidad, concretamente en Montañas del Totumo [Paz de Ariporo/Casanare], y más recientemente en una de las grandes barriadas del distrito de Bosa, en la periferia de Bogotá, perteneciente a la Diócesis de Soacha.

En dicha barriada se nos ha encomendado una parroquia, donde llevamos trabajando poco más de un año. Allí queremos dar cuerpo a un proyecto ilusionante: levantar un Centro Misionero que sirva para acoger durante el día a los ancianos, dar protección y educación a los niños, realizar actividades con los afrocolombianos; todos ellos afectados por el conflicto civil del país.

El Centro servirá también como residencia para la comunidad de Mariannhill, que atiende dicha parroquia, así como para la formación de futuros misioneros.

El Centro servirá también como residencia para la comunidad de Mariannhill, que atiende dicha parroquia, así como para la formación de futuros misioneros.

Una situación inquietante

El distrito de Bosa se encuentra en la periferia de Bogotá y pertenece a la Diócesis de Soacha. Esta ciudad se encuentra, de hecho, unida a la capital colombiana. Bogotá es la ciudad que tiene el nivel más alto de crecimiento demográfico en toda Latinoamérica. Se calcula que unas 200.000 personas llegan a instalarse en la ciudad cada año. Ello se debe a la situación política y de guerra por la que está pasando el país.

Los desplazados encuentran en las periferias de Bogotá un lugar donde asentarse y el Gobierno mismo asienta en ellas a muchos desmovilizados. Tanta y tan frecuente es la afluencia de estos grupos, que el mismo Gobierno no tiene ni planes ni fondos para preparar aquellas infraestructuras, que vengan a atender o paliar las necesidades básicas de alojamiento, educación y salud. Esto crea con frecuencia situaciones caóticas, que devienen en caldo de cultivo para toda clase de problemas, siendo la violencia y la corrupción los principales.

Una tarea a realizar

En el área de la parroquia viven más de 100.000 personas y el Gobierno sigue construyendo casas sociales muy sencillas para ir instalando en ellas a más desplazados o desmovilizados. La población está compuesta, en su mayor parte, por esta clase de gente. Esta gente no solamente tiene muchos problemas y necesidades sino que, a veces, crean problemas  de convivencia en las comunidades donde se alojan o se les instala. Al margen de la labor pastoral que los Misioneros de Mariannhill debemos realizar a través del cauce de la parroquia encomendada, deseamos poder colaborar a fin de mejorar el nivel de vida de la gente con la que vivimos.

Pedimos a los líderes locales que nos ayudaran a identificar aquellas áreas más necesitadas de nuestro servicio, y que, dadas nuestras posibilidades de personal y los terrenos que ahora contamos, pudiéramos atender. De estas conversaciones salieron identificados tres grupos de personas muy vulnerables y que necesitan urgente atención: los ancianos, los niños y adolescentes, los afrocolombianos.

Un apoyo a los ancianos

Entre los desplazados se encuentran muchos ancianos, que han tenido que dejar sus pueblos. Al no haber en la zona lugares seguros de esparcimiento, estos ancianos se ven obligados a permanecer en sus casas las 24 horas del día. Muchos de ellos viven aún aterrorizados y cualquier extraño o desconocido se les presenta como un posible enemigo. Para ellos está pensado el Centro, donde puedan pasar el día y socializar, conviviendo con otros y sintiéndose acogidos y seguros.

Una ayuda para los niños y adolecentes

Entre los desplazados hay muchos niños y adolescentes, huérfanos o de familias monoparentales. No siempre reciben la protección adecuada y son dejados en la calle cuando sus tutores van al trabajo. Estos niños y adolescentes vienen entonces a ser presa de las mafias, que buscan gente para engrosar sus filas, obligándolos a trabajar como sicarios o destinándolos a la prostitución y al chantaje. Como dato de referencia tenemos que, en un centro de salud en la zona, hay registradas 400 mujeres embarazadas y más de la mitad son menores de edad. Para ellos también está pensado el Centro, donde puedan acudir y estar seguros hasta que sus tutores regresen del trabajo y, mientras tanto, puedan recibir apoyo escolar y un suplemento a su alimentación.

Una esperanza para los afrocolombianos

El fenómeno del desplazamiento abarca enormes zonas del país y a toda clase de gente, pero se ceba de una manera más dura con los grupos indígenas y con los campesinos. Éstos son en su mayoría afrocolombianos. Además de los problemas que se les presentan como a todo desplazado, ellos se ven arrancados de sus tierras, pero también de su ambiente cultural. En la ciudad se encuentran más aislados y no siempre aceptados. Para ellos también está pensado el Centro, donde se encuentren entre si y puedan proteger, cultivar y vivir sus valores culturales.

Modalidades de pertenencia a la Congregación

A.- El sacerdote misionero: «El sacerdote misionero de Mariannhill es un hombre que ha respondido simultáneamente a tres llamadas:

1) La llamada a la vida religiosa en la Congregación Misionera de Mariannhill (CMM).

2) La llamada a proclamar como misionero la Buena Nueva de Cristo a todos aquellos que no tienen todavía la experiencia de Cristo como su Salvador.

3) La llamada a hacer todo esto como sacerdote.

En virtud de su ordenación al sacerdocio, el sacerdote misionero de Mariannhill está preparado para atender las necesidades espirituales de todos los fieles. Él proclama la Buena Noticia de Jesucristo, preside la celebración de la Eucaristía y administra los otros sacramentos de la Iglesia de acuerdo con su oficio. El entrenamiento especializado le cualifica para servir en muchos otros ministerios también. Puede involucrarse en educación y formación, en dirección espiritual, en consejo, en retiros, en el ministerio de los enfermos, los presos o los discapacitados; puede involucrarse en el apostolado de la prensa o en cualquier forma de trabajo apostólico que sea necesario en la Iglesia.»

B.- El hermano misionero: «El hermano misionero de Mariannhill es un ejemplo de hombre dedicado a la comunidad, el compromiso, la oración y el servicio. –La figura del hermano- viene de la tradición de los monjes trapenses y, aunque ahora es muy activo, asomado al mundo, retiene todavía el lema “Ora et Labora”: oración y trabajo. El hermano misionero de Mariannhill elige vivir su compromiso con Cristo en una comunidad orante de hombres con votos religiosos, comprometido en el servicio a la humanidad, de acuerdo con sus habilidades, talentos y aptitudes. En una palabra, el hermano es una persona que vive una vida sencilla centrada en el Evangelio en una comunidad célibe.

La llamada a servir a Dios como hermano misionero de Mariannhill requiere una decisión a cuatro niveles:

1) Debe haber un deseo de profundizar la propia vida espiritual y la creencia de que esto puede realizarse más fácilmente en comunidad que por uno mismo.

2) El sujeto debería tener la personalidad capaz de relacionarse fácilmente con otros y una disposición a aceptar la idiosincrasia de los demás.

3) El candidato debería tener, a un tiempo, el interés y la habilidad para realizar el trabajo de la comunidad de Mariannhill.

4) La llamada a la hermandad religiosa requiere una decisión de celibato.».

C.- El asociado o familiar en comunidad: El asociado misionero de Mariannhill en comunidad o “familiar en comunidad”, como comúnmente se le conoce, es aquella persona que, tras haber pasado un período de Postulantado y habiendo aceptado vivir, bajo promesa, los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia en el marco de un compromiso de vida decididamente cristiano, “elige vivir su compromiso con Cristo en una comunidad orante de hombres con votos religiosos, comprometido en el servicio a la humanidad y ayudando a la Congregación personalmente, con su oración y trabajo -y sus talentos, aptitudes y habilidades- allí donde se le necesite, y materialmente, con una parte de su sueldo si está en activo o de su pensión si está jubilado, y teniendo expresamente en cuenta a la Congregación en su testamento.  

Perfil del aspirante a misionero de Mariannhill

A.- Búsqueda sincera de la voluntad de Dios y anhelo explícito de seguir a Jesús.

B.- Amor por las Misiones y un cierto espíritu de aventura.

C.- Docilidad al Espíritu Santo: lo que implica dejarse formar, educar.

D.- Búsqueda constante de la madurez en la fe: lo que se traduce en la capacidad para adquirir y mantener compromisos y responsabilidades.

E.- Práctica activa de su fe: vida sacramental y de Iglesia -Eucaristía, oración, servicio-.

F.- Capacidad y madurez para vivir en comunidad y trabajar en equipo (y si llegara el caso, también en soledad): buenas relaciones entre iguales (espíritu de concordia y de diálogo, sano equilibrio entre autonomía y dependencia), optimismo y alegría (o, al menos, un sano equilibrio entre pesimismo y optimismo, pues los pesimistas y melancólicos no valen para misioneros), paciencia y fortaleza para soportar la soledad, el cansancio y el trabajo infructuoso –tenacidad-.

G.- Plena inserción en su propia cultura: adaptado al entorno y con los pies en el suelo, con conocimiento y aceptación de su propia historia y normalidad en la relación afectiva con la mujer.

H.- Capacidad de apertura a otras culturas: aprendizaje de otros idiomas y costumbres, siendo respetuoso con ellas –inculturación-.

I.- Obediencia al Magisterio de la Iglesia y a las directrices de nuestra Congregación.

J.- Sensibilidad social: una opción fundamental por los pobres, que no excluye el estar abierto a todos –“mejores casas, campos, corazones”-.

K.- Capacidad de iniciativa: lo que implica el desarrollo de una conciencia crítica y de la creatividad.

L.- Estudios finalizados y documentos civiles (y/o militares) en regla: Los estudios deberán ser, al menos, de grado medio (antiguo graduado escolar o equivalente) si el aspirante quiere ser hermano, y de COU (equivalente o superior) si el aspirante lo es al sacerdocio en nuestra Congregación.

CMM asesinados

Varios números de las Constituciones hablan del misterio de la cruz de Cristo y de nuestra participación en ese misterio.

- Tenemos que "no avergonzarnos de la locura de la cruz" (cf. n º 108);

- No hay que olvidar que "estamos siguiendo a Cristo crucificado y debemos proclamar el mensaje de la cruz" (cf. n º 113);

- Hay que recordar que “es parte del seguimiento de Cristo el llevar la cruz de cada día” (cf. n º 244).

Algunos de nuestros hermanos tenían una profunda participación en este misterio de la cruz de Cristo, sobre todo, aquellos que dejaron sus vidas violentamente en el servicio misionero de la Congregación y de la Iglesia, pues no queremos olvidar aquí a todos aquellos que pertenecen a la familia más amplia de Mariannhill y que murieron de forma violenta.

Por parte de los misioneros de Mariannhill:

-Hno. Andrew Wachter CMM, que fue asesinado el 22 de noviembre de 1927, en Mariazell (Sudáfrica).

-Mons. Adolfo Gregor Schmitt CMM, que fue asesinado el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-P. Possenti Anton Weggartner CMM, que fue asesinado el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Hno. Karl Kroner CMM, que fue asesinado el 9 de enero de 1978,en Mariannhill (África del Sur).

-Hno. Peter Edmund Geyermann CMM, que fue asesinado el 2 de junio de 1978, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-Hno. Andreas Georg von Arx CMM, que fue asesinado el 2 de junio de 1978, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-P. Edmar Georg Sommerreisser CMM, que fue asesinado el 25 de abril de 1981, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Hno. Matthias Sutterlüty CMM, que fue asesinado el 10 de noviembre de 1983, en Embakwe Mission (Zimbabwe).

-Hno.  Kilian Valentin Knörl CMM, que fue asesinado el 19 de abril de 1988,en Empandeni Mission (Zimbabwe).

-P. Hubert Hofmans CMM, que fue asesinado el 23 de noviembre de 2001, en Lae (Papúa-Nueva Guinea).

Todos estos Hermanos nuestros, son un recordatorio permanente de aquellas palabras de Jesús: "¿Recordáis lo que os dije: No es el siervo más que su señor"? Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros... El mundo os hará sufrir, pero sed valientes, Yo he vencido al mundo" (Jn.15,20-16, 33).

Por parte de la familia Mariannhill:

-Hna. Francis Elisabeth Van den Berg CPS, que fue asesinada el 5 de diciembre de 1976, en Regina Mundi Mission (Zimbabwe).

-Dra. Hanna Decker, misionera laica, que fue asesinada el 9 de agosto de 1977, en St. Paul’s Mission (Zimbabwe).

-Hna. Ferdinanda Anna Ploner CPS, que fue asesinada el 9 de agosto de 1977, en St. Paul’s Mission (Zimbabwe).

-Hna. Maria de Lourdes Gonçalves Granado CPS, que fue asesinada el 5 de mayo de 1981, en Namaacha Mission (Mozambique).

-Hna. Mary Paule Tacke CPS, que fue asesinada el 16 de Junio de 2014 en Tyara-Libode (Sudáfrica).

San Francisco Javier

Nacido en España, en el año 1506. Cuando estudiaba en París, se unió a San Ignacio de Loyola y fue ordenado sacerdote en Roma, en 1537.

Con gran entusiasmo misionero, fue a Asia, donde entró en contacto, en la India, Indonesia y Japón, con otras culturas y religiones (hinduismo, budismo, sintoísmo e Islam) y, en el cumplimiento de sus tareas misioneras, descubrió que es esencial, para poder transmitir el cristianismo, aprender la lengua y la cultura de las personas a quienes somos enviados (inculturación del Evangelio y de las tareas misioneras).

Murió en el año 1552, en la isla china de Shangchwan, a las puertas del Imperio Chino, que él consideraba como un territorio clave para introducir el cristianismo en Asia. Fue canonizado y proclamado "Patrono de las Misiones" en 1622.

Como misioneros, él es nuestro Patrón; y nos recuerda que tenemos que seguir trabajando para que venga el Reino de Dios.

La celebración de la fiesta de San Francisco Javier no es algo nuevo en nuestra congregación. El Abad Francisco, en sus escritos, hace algunas referencias a San Francisco Javier y a su trabajo como misionero.

Sta. Teresa de Lisieux

Santa Teresa del Niño Jesús nació en Alençon, en Francia, en el año 1873. Siendo aún joven, entró en el monasterio carmelita de Lisieux y practicó las virtudes de la humildad, la sencillez evangélica y una firme confianza en Dios. Con sus palabras y su ejemplo enseñó a las novicias que tenía a su cargo.

Ofreciendo su vida por la salvación de las almas y para la difusión de la fe en las misiones, murió el 30 de septiembre de 1897. El Papa Pío XI la canonizó en 1925 y en 1928 fue declarada Patrona Universal de las Misiones.

Como misioneros, ella es nuestra Patrona; y nos recuerda que el trabajo misionero es, sobre todo, la obra de Dios.

La celebración de esta fiesta en nuestra congregación no es algo nuevo. Si nosotros, como misioneros activos, miramos hacia Santa Teresita, una monja contemplativa, como nuestra Patrona, es principalmente por dos razones:

1.-Somos misioneros de profesión. Ser misioneros no depende de nuestra era, del lugar donde vivimos y trabajamos, del tipo de trabajo que hacemos, de los estudios que hemos realizado,, de las capacidades o habilidades, de la salud o de la falta de ella.

El nº 105 de nuestras Constituciones dice: "Incluso si los miembros de la Congregación tienen diferentes tareas y servicios, que vivan su vocación misionera mediante la cooperación en el cumplimiento del mandato de la Congregación".

En su autobiografía, Santa Teresita escribe: "Me hubiera gustado ser misionero desde la creación del mundo y seguir siéndolo hasta el final de los tiempos".

2.-El amor es el núcleo de nuestra misión. Siempre hemos de ser conscientes, tanto de uno como de la otra, a fin de no olvidar para quién estamos trabajando y qué papel ha de jugar el amor en nuestro trabajo.

El nº 237 de nuestras Constituciones dice: "Como misioneros, sabemos que estamos llamados y enviados por Jesucristo. De ahí que nuestro servicio misionero conjunto debe provenir de una unión íntima con Él. Entonces podemos esperar que este servicio sea fructífero".

En su autobiografía, Santa Teresita escribe: "El amor es, de hecho, la vocación que incluye a todas las demás... He encontrado mi vocación: mi vocación es el amor".

Natividad de María

Tradicionalmente, la Congregación de los Misioneros de Mariannhill venía celebrando a la Santísima Virgen María, bajo su advocación de Nuestra Señora de las Candelas, como su Patrona, el mismo día de su fiesta fundacional, la solemnidad de la Presentación del Señor, el día 2 de Febrero.

De cara a la aprobación de nuestro calendario propio, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dictaminó que se separara la solemnidad del 2 de Febrero, fiesta fundacional de la Congregación, plenamente cristocéntrica, de la celebración de la Patrona de Mariannhill, de carácter mariano, por lo que se decidió que la nueva fecha para celebrar a nuestra Patrona fuera el 8 de Septiembre, fiesta de la Natividad de María, de profundo sentido para la Congragación, pues muchos hemos renovado votos y hecho profesión perpetua en ese día; celebrándose por vez primera, la nueva fiesta, en el año 2012.

En la imagen, una alegoría de la devoción del Abad Francisco Pfanner por la Virgen María, en la recién estrenada fiesta de la Patrona de Mariannhill, en el día de La Natividad de la Santísima Virgen María, la Virgen Niña.

San Joaquín

Al ser el día 26 de Julio la memoria de los esposos San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María, y como nuestra Congregación celebrase únicamente a Santa Ana, como nuestra Co-Patrona, en dicha fecha, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dictaminó que se diera la posibilidad de celebrar, también, a San Joaquín, de manera opcional, al día siguiente.

Santa Ana

Siguiendo una tradición muy antigua, que se remonta a los inicios de Mariannhill, nuestra Congregación celebra hoy la fiesta de Santa Ana, la madre de la Virgen María.

Sobre la arcada de entrada al Monasterio de Mariannhill, en Sudáfrica, admiramos la escultura de Santa Ana, enseñando a su hija, María, realizada en terracota. Debajo está escrito:Mariae Annae Collis Patronae Illustrissimae O.P.N.” (es decir, “ruega por nosotros”; en latín: “Ora Pro Novis”).

El Abad Francisco Pfanner explicaba por qué, llamó “Mariannhill” al Monasterio, en 1882, y por qué María y Ana fueron elegidas como sus santas patronas, diciendo: "En las últimas semanas, a menudo me veía acuciado por la pregunta: “¿Cómo debería llamarse el nuevo monasterio?” No estaba dispuesto a comprometerme en una larga discusión; finalmente, hoy he roto el silencio y he puesto por escrito: “Mariannhill es su nombre”.

Todos nuestros monasterios deben estar dedicados al honor de “María”. Santa “Ana”, a quien tenemos en gran estima, es nuestra querida abuela, y añadimos "colina", porque el monasterio se construirá en una colina notable, desde donde se divisan todas nuestras propiedades, el barrio que la rodea y hasta el Océano Índico. Esperemos que de este Mariannhill salga algo excelente".

Nuestro Fundador era un hombre muy práctico. Consideraba Mariannhill como una casa, un lugar para trabajar y como centro desde donde se debe extender Evangelio.

Muchas de nuestras casas y capillas están dedicadas a Santa Ana. Nuestra novena perpetua se reza cada día en su honor, para nuestra congregación, nuestras misiones y nuestros benefactores. El apostolado de las madres y las mujeres están bajo su protección y llevan su nombre: “Mujeres de Santa Ana”.

San Benito Abad

San Benito nació en Nursia, en Umbría (Italia), en torno al año 480. Tras estudiar en Roma, llevó una vida eremítica en el monte Subiaco¸ donde se le juntaron varios discípulos. Se trasladó, después, a Monte Cassino, donde fundó el famoso monasterio y escribió su Regla, recibiendo, por ello, el título de “Padre del monacato occidental”. Murió el 21 de marzo de 547.

San Benito y sus monjes evangelizaron Europa, haciendo de sus monasterios centros de culto, cultura y agricultura. Sus granjas, escuelas e iglesias se convirtieron en los pilares sobre los que surgió una nueva sociedad cristiana, tras la caída del Imperio Romano.

Nosotros, los Misioneros de Mariannhill, reconocemos a San Benito como modelo de misionero. Por ello, tratamos de poner en práctica, en nuestro enfoque dela misión, la forma holística de la evangelización, que ha sido resumido para nosotros, por el P. Bernard Huss CMM, como “Mejores campos, casas (hogares), corazones".

Al mismo tiempo, San Benito es nuestro modelo de vida religiosa. Muchos elementos de su Regla están consagrados en nuestras Constituciones; por ejemplo: “Estamos en el mundo, pero no somos del mundo”; aprender a escuchar ya vivir en la presencia de Dios; autoexamen ante Dios; conversión; paciencia y perseverancia; hospitalidad, uso responsable de las cosas materiales... Todos estos elementos pueden ayudarnos a construir nuestra espiritualidad específica como Misioneros de Mariannhill.

El 'Ora et Labora' de San Benito nos llama a ser contemplativos en la acción.

En sus escritos, el Abad Francisco tiene bastantes pensamientos sobre la importancia de San Benito, especialmente,de cara a ser un religioso que trabaja como misionero.

Preciosa Sangre

Es una espiritualidad en el sufrimiento y el gozo del misterio pascual, de la cruz y la resurección , de la Preciosa Sangre y el Amor Redentor, de la angustia del mundo y la preparación para la misión.

Con nuestro nombre, el nombre de la Preciosa Sangre, el Abad Francisco confirió sobre nosotras nuestro mandato misionero. El patrón del misterio pascual, el plan redentor de Dios para el mundo está escrito en nuestras historias personales, en la historia de la Congregación y es nuestra urgencia para la misión".

En este día, celebramos, junto a nuestras Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre, con alegría y amor agradecidos, en honor de Jesucristo, que nos redimió con su Preciosa Sangre, la fiesta titular de su Congregación.

Las hermanas dicen: “El momento originario de nuestro carisma nació de una experiencia. El Abad Francisco contempló el misterio de Dios revelado a él. Con este misterio pudo discernir quién era y lo que el plan de Dios era para él; lo que las hermanas estaban llamadas a ser, lo que el plan de Dios era para ellas". Nuestro carisma, con base en su experiencia, nos da nuestra identidad como Hermanas misioneras de la Preciosa Sangre.

El espíritu y el patrimonio de nuestro fundador nos fueron transmitidos, por escrito, por la Madre Paula Edmunds CPS (en la foto).

Sdo.  Corazón  de Jesús

Nuestra especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús se remonta a los días de nuestro fundador. En 1888 se rezó una novena al Sagrado Corazón pidiendo la restauración de la buena salud del Abad Francisco. En 1892, Mariannhill y todas sus estaciones misioneras fueron consagrados al Sagrado Corazón.

Durante la Primera Guerra Mundial, cuando se puso en peligro el monasterio, se hizo un voto especial al Sagrado Corazón de construir un santuario si preservaba al monasterio y sus habitantes de sorpresas desagradables, incluso de la destrucción. Hasta el día de hoy, el Monasterio y la Diócesis de Mariannhill recuerdan este voto mediante la observación de la adoración sacramental en el mes de junio.

Un corazón significa vida. Confesamos que Cristo no sólo tenía un corazón, Él es nuestro Corazón. El amor y la misericordia del Corazón son universales y eternos; así que nadie está excluido de su amor y misericordia. Por ello, ponemos nuestra fe y confianza en Él.

El Abad Francisco dejó escrito sobre el Sagrado Corazón: "No hay otro corazón que se nos dé, en quien podamos ser salvos, que el Sagrado Corazón de Jesús. Por tanto, nuestra actitud hacia Él es muy importante".

Abad Francisco Pfanner

En el nº. 248 de nuestras Constituciones se dice: "Veneramos al fundador de Mariannhill y gran pionero de la misión, Abad Francisco Pfanner... especialmente en el aniversario de su muerte, el 24 de mayo".

El entonces Prior del monasterio de MariaStern, en Bosnia, P. Francisco Pfanner,tenía 55 años cuando él se ofreció como voluntario para ir a Sudáfrica, para fundar la obra misionera. "Si nadie va, yo iré".

Tras el fracaso en Dunbrody, se trasladó con sus monjes a Natal y allí construyó un monasterio en una colina, dedicado a María y a Ana, y le llamó, por tanto, Mariannhill. Todo comenzó el 26 de diciembre de 1882.

En 1885 se convirtió en su primer abad. En el momento de su muerte, la Misión del Monasterio de Mariannhill se había extendido por todo Natal e incluso en el Cabo Oriental.

En 20 años se fundaron 28 estaciones de misión. Guiados por el lema benedictino "Ora et Labora", junto a los casi 300 monjes y la ayuda inestimable de las Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre, que él fundó, el Abad Francisco trabajó incansablemente para poner en práctica una red de evangelizadores.

Conmemoración de la muerte del Siervo de Dios, Abad Francisco Pfanner. Fundador de Mariannhill

Sus esfuerzos fueron, posteriormente, puestos bajo un lema, por el P.Bernard Huss: "Mejores campos, mejores casas, mejores corazones".

Aunque inmerso en una actividad tan misionera, el Abad Francisco siempre confió en la providencia de Dios. Convencido del valor inestimable de la Preciosa Sangre de Cristo y movido por el Espíritu Santo, logró unir la contemplación y la acción.

Su aceptación de la voluntad de Dios en su vida se revela en su actitud hacia las personas que lo malinterpretaron y en la enfermedad. Una vez puesta la mano en el arado, perseveró hasta el final. Él puso todas sus estaciones misioneras, bajo la protección de la Santísima Virgen María.

Al amanecer el 24 de mayo de 1909,murió en la pequeña estación misionera de Emaús. Él escribió: "¡Mira el cielo y alégrate! Sí, alégrate, pues estarás delante de Dios y lo verás. ¡Velemos y oremos por el Reino de los Cielos, luchemos y suframos con alegría, coraje y perseverancia hasta el final!".

El Abad Francisco nació el 21 de septiembre 1825, en Langen (Austria). Mientras estudiaba en la universidad, sintió la llamada al sacerdocio. El 28 de julio 1850 fue ordenado sacerdote. Después de servir como párroco y capellán de un convento, entró el 9 de septiembre 1863, en el monasterio trapense de Maria Wald (Alemania). El 21 de junio 1869 fundó en Bosnia el monasterio trapense de Maria Stern. Su causa de beatificación se abrió en 1964 y fue revitalizada en 2004.

En la conmemoración de la muerte de nuestro fundador, damos gracias a Dios y a la Iglesia por habernos dado un misionero tan celoso. Nosotros tratamos de seguir sus pasos y lo consideramos como intercesor por nosotros ante Dios.

San José

Cuando el Abad Francisco emprendió la tarea misionera en Mariannhill, tenía cuatro preocupaciones principales:

1.- la evangelización del pueblo Zulú,

2.- la recogida de todo el material necesario y los medios financieros,

3.- la formación de buenos religiosos,

4.- así como la orientación de todos hacia Dios.

Con el fin de obtener ayuda para ellos, el Abad Francisco buscó un poderoso protector y lo encontró en la persona de San José.

San José se convirtió, para el Abad Francisco, en el agente de todos los medios materiales y financieros que eran necesarios para las iniciativas sobre el desarrollo social y la promoción humana en Mariannhill, tanto para construcción de edificios: iglesias, conventos, hospitales, escuelas, talleres, establos, etc., como para empresas agrícolas, ya que San José era, como él dice, “el que alimentaba, vestía y albergaba al Niño Jesús en Nazaret”.

El Abad Francisco también escogió a San José como patrono de la buena formación de los monjes y las hermanas, porque San José era, como él dice, “el que educó al Niño Jesús con el ejemplo de una vida santa, humilde y silenciosa”.

P. Engelmar Unzeitig

Había llegado allí, como prisionero a mediados de 1941 y, durante los casi cuatro años que estuvo confinado en ese lugar, no dejó, por ello, de ser misionero. Era, por fuera, un habitante más de aquella ciudad de muerte, identificado con el número 26.147; pero, por dentro, guardaba a un fiel religioso, a un celoso sacerdote, a un valiente misionero y a todo un gigante de la caridad cristiana.

El testimonio de su vida y de su oración, su afabilidad y paciencia, la fidelidad a su consagración religiosa, su prudencia al hablar y su sabiduría al callar, su generosidad a la hora de compartir lo que tenía y su coraje para mendigar en favor de los más necesitados, dieron una eficacia insospechada a su presencia en el Campo.

Terminó sus días en coherencia con la que había sido la tónica de su existencia, ofreciéndose como voluntario para atender a los enfermos, víctimas de una epidemia de tifus. En pocas semanas, contrajo él mismo la enfermedad y, amaneciendo el 2 de marzo de 1945, moría de tifus el que a tantos moribundos había ayudado a bien morir.

Salió de este mundo como había vivido en él: “Con el corazón en la mano”.Le llamaban “el Ángel de Dachau”, porque así se comportó en medio de aquel infierno. Había dejado escrito: "El amor multiplica las fuerzas, inventa cosas, da libertad interior y alegría… El bien es inmortal y la victoria debe ser de Dios".

El P. Engelmar había nacido el 1 de marzo de 1911 en Greifendorf, hoy República Checa. Queriendo ser misionero, ingresó en 1934 en el noviciado de Mariannhill en Holanda. Después de realizar los estudios de filosofía y teología en Würzburg (Alemania), fue ordenado sacerdote el 6 de agosto de 1939. Sus cenizas, que salieron providencialmente del Campo de Concentración, reposan en la iglesia de Mariannhill en Würzburg. Desde el 26 de julio de 1991 está abierta su causa de beatificación.

La Presentación del Señor

La razón, entonces, de por qué nuestra Congregación ha elegido esta fiesta litúrgica como su fiesta principal se basa en un doble hecho: Cristo es la Luz que ilumina a todos los pueblos y María es la que les presenta esta Luz.

Nuestra identidad y carisma se basan en el misterio de esta fiesta. Con María, nosotros, Misioneros de Mariannhill, queremos seguir presentando a Cristo como la Luz que ilumina a todas las naciones.

En este día, recordamos, también, el aniversario de la separación del Monasterio de Mariannhill de la Orden Trapense y el comienzo de una Congregación misionera independiente. Esto sucedió en 1909.

Es costumbre que en este día todos renovemos nuestra consagración a Dios como Misioneros de Mariannhill, con el fin de mantener vivo nuestro primer amor a Cristo, a María, a la Iglesia y a la Congregación.

Y muchos más

Primer Centenario del Nacimiento del P. Engelmar Unzeitig CMM (1911-2011)

Primer Centenario de la Muerte del Abad Francisco Pfanner (1909-2009)

Primer Centenario del Nacimiento de la Congregación de los Misioneros de Mariannhill (1909-2009)

Los mártires de Zimbabwe

Beato Engelmar Unzeitig CMM (1911-1945), “Misionero de Misericordia”, “Mártir de la caridad” y “Ángel de Dachau”

P. Bernard Huss CMM (1876-1948): “Mejores campos, casas, corazones”

Hno. Nivard (Georg) Streicher (1854-1927), un “Genio con hábito”, el “Abad marrón de Mariannhill”