
22 Feb Catequesis sobre la Misericordia en el Año Jubilar de la Misericordia: La Misericordia en la Sagrada Escritura: Antiguo Testamento (2ª parte):
TEMA 2.- LA DIVINA MISERICORDIA EN LA SAGRADA ESCRITURA [A.T.][1] (2/4)
2.- PROFETAS DE LA MISERICORDIA (I):
Los profetas que pregonan la misericordia de Dios, nos dan a conocer una misericordia que potencia especialmente el amor y que prevalece sobre el pecado y la infidelidad del pueblo. Por eso, la misericordia, lejos de ser algo pasivo, es algo dinámico que transforma, cambia, promueve, renueva, hace crecer al hombre (algo, antropológicamente hablando, muy importante para nosotros).
La misericordia es un tema transversal en la colección profética que abarca varios siglos de la historia de Israel, desde Oseas hasta Malaquías, donde encontramos repetidas veces la fórmula de la compasión y la misericordia divina:
1) “Dice Yahveh: “Vuelvan a mí con todo corazón, con ayuno, con llantos y con lamentos.” Rasguen su corazón, y no sus vestidos, y vuelvan a Yahveh su Dios, porque Él es bondadoso y compasivo; le cuesta enojarse, y grande es su misericordia; envía la desgracia, pero luego perdona. ¡Quién sabe si volverá atrás y nos perdonará y hará producir de nuevo a nuestros campos, de los cuales sacaremos las ofrendas para Yahveh!” (Joel.2,12-14).
2) “¿Qué Dios hay como tú, que borra la falta y que perdona el crimen; que no se encierra para siempre en su enojo, sino que le gusta perdonar? Una vez más te compadecerás de nosotros, pisotearás nuestras faltas. Tira, pues, al fondo del mar todos nuestros pecados. Concede a Jacob tu fidelidad, a Abraham tu misericordia, como lo juraste a nuestros padres desde los días antiguos” (Miq.7,18-20).
3) “Yahveh tardo a la cólera, pero grande en poder, y a nadie deja impune Yahveh” (Nahum.1,3).
4) “Esta advertencia es la palabra que dirigió Yahveh a Israel por medio de Malaquías: Yo los he amado, dice Yahveh” (Mal.1,9).
Con esta sucesión profética se quiere plasmar que la misericordia divina es para siempre y está por encima de la respuesta de Israel, pues el Dios de la alianza mantiene siempre su misericordia. Veamos algunos casos:
2.1.- Moisés y el nombre del Dios compasivo y misericordioso:
[1] Sevilla Jiménez, Cristóbal: “La divina misericordia en la Sagrada escritura”. PDF. Instituto teológico San Fulgencio. Murcia. 2013. Scripta Fulgentina. Año XXIII. Nº 45-46. Págs. 21-38.
Hay una afirmación bíblica que se repite en diversos textos del Antiguo Testamento (Ex.34,6; Jon.4,2; Joel.2,13; Sal.86,15; Sal.103,8; Sal.145,8) como si fuera una confesión de fe o un pequeño credo veterotestamentario: “El Señor es compasivo y misericordioso” (Ex.34,6).
Esta confesión de fe de Israel tiene su origen remoto en el episodio de la zarza ardiente, donde Dios, tras confesarle a Moisés: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos -luego es “compasivo”-. He bajado a librarlo -luego es “misericordioso”-” (Ex 3,7s), le revela su nombre: “YHWH” -o “Yahveh”-, que significa: “El que es”, es decir, “El que actúa”, precisamente porque Él es “el que ve, el que oye, el que conoce los sufrimientos…”
Y su origen cercano, en el contexto de la experiencia fundante del éxodo de Egipto y en el peregrinar de Israel por el desierto, donde Israel conocerá lo mejor y lo peor de sí mismo como pueblo, con el fracaso, la rebelión y la idolatría de intentar hacerse un Dios a su medida, en los límites de lo humanamente aceptable, con el famoso becerro de oro.
En medio de esta experiencia de fracaso y rebelión, donde todo pudo haberse acabado, Israel se encontrará con la “misericordia divina”, gracias a la intervención de Moisés, que invoca a “YHWH” con el nombre recibido en el
episodio de la zarza ardiente y “YHWH” le responde desde la misericordia, manifestándose como un Dios clemente y misericordioso, que le guiará y salvará de aquellos acontecimientos históricos que hagan peligrar su existencia como pueblo:
“El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor -es decir, “YHWH”-. El Señor pasó ante él proclamando: “Señor, Señor -léase: “YHWH,YHWH”-, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad, que mantiene la clemencia hasta la milésima generación, que perdona la culpa, el delito y el pecado, pero no los deja impunes”…” (Ex.34,5-7).
– Anexo 1: La importancia de que “YHWH” repita dos veces su nombre en respuesta a la invocación de Moisés, como si se tratara de un eco:
“Hay que pronunciar el nombre de Dios con humildad, pues nuestros labios lo empequeñecen, desde nuestra pobreza y nuestra pequeñez, y luego guardar silencio para oír el nombre de Dios pronunciado por sí mismo y escuchar cómo suena en medio de nuestro sufrimiento el sonido de la misericordia”.
– Según la midrash judía, esta doble repetición del nombre de “YHWH”, es la relación del nombre divino, que forma parte del ser mismo de Dios, con la misericordia, de manera que lo que es Dios lo es también su misericordia; en otras palabras, el nombre mismo de Dios es el atributo de la misericordia:
Dice el Señor: “Se me denomina según mis hechos (…) y cuando me apiado de mi creación se me llama YHWH, pues YHWH significa la divina misericordia, como está escrito “YHWH, YHWH, Dios clemente y misericordioso” (Ex.34,6), y de aquí “אהיה אשר אהיה” (“ehyeh asher ehyeh”, que significas: “seré que seré” o “Yo soy el que soy”) (Ex. 3,14), es decir, se me denomina según mis hechos… Ve y diles que, por mi Nombre, que es la Divina Misericordia, voy Yo a actuar con ellos…” (Midrás Éxodo Rabbah 3,6-7).
– Conclusión: Esta doble repetición nos indica que, para escuchar a Dios y sentirle a Él desde su misericordia, necesitamos entrar primero en nuestro sufrimiento y pecado, y, desde ahí, invocarle y tomarnos el tiempo necesario para escucharle; pues si lo único que le pedimos a Dios es que Él nos escuche cuando sufrimos y que escuche nuestros reproches, no dejaremos, entonces, que Él nos presente su misericordia.
2.2.- Jonás y el combate entre la justicia del hombre y la misericordia de Dios:
El argumento central es que el profeta Jonás no puede aceptar que el mundo esté regido por los principios de un Dios misericordioso y no por los principios de una justicia inflexible. Una lucha que se refleja tanto en su angustia por la ausencia y lejanía de Dios como por su cercanía y presencia misericordiosa, como potencia rectora del universo.
Por ello, Jonás, en su combate interior, aunque vuelva a Dios al experimentar los efectos de su misericordia y salvación: “Entonces Jonás dirigió esta oración a Yahveh, su Dios, desde el vientre del pez: «En mi angustia llamé a Yahveh y me respondió, grité desde el lugar de los muertos y tú oíste mi voz. Me habías arrojado en el corazón del mar, y la corriente me cercaba, tus olas y tus remolinos pasaban sobre mí. […] Me subían las aguas hasta el cuello, el abismo me rodeaba, las algas se enredaban en mi cabeza. […] Cuando en mí se me desfallecía el alma, me acordé de Yahveh, y mi oración llegó a ti, a tu santo templo. […] En acción de gracias te ofreceré un sacrificio y cumpliré mis votos: de Yahveh viene la salvación” (Jon.2,2-10), …
… también está dispuesto a rechazar a Dios, enemistándose con Él y pidiéndole morir: Tras su predicación, Nínive se convierte y Dios no la castiga. “A Jonás esto no le gustó nada, y se enojó. Se dirigió a Yahveh y le dijo: «Ah, Yahveh, es exactamente lo que yo preveía cuando estaba todavía en mi tierra, y por esto traté de huir a Tarsis. Yo sabía que tú eres un Dios clemente y misericordioso, paciente y lleno de bondad, siempre dispuesto a perdonar. Oh Yahveh, te ruego que tomes mi vida, pues ahora es mejor para mí morir que vivir.» Yahveh le contestó: «Jonás, ¿crees tú que tienes razón para enojarte así?» Pero Jonás salió de Nínive y se hizo una cabaña al este de la ciudad, para ver lo que sucedería a la ciudad” (Jon.4,1-6).
Esta lucha se manifestará a lo largo de todo el relato: Jonás, a pesar de ser enviado a predicar la conversión a Nínive, no puede tolerar que Dios sea “clemente, misericordioso y paciente, lleno de compasión y pronto para arrepentirse de las amenazas” (Jon.4,2) con una ciudad tan grande, poderosa y llena de maldad como Nínive y que se muestre ante ella como lo que Él es: misericordioso, y que le ofrezca lo mejor de sí mismo: su misericordia; en terminología bíblica y recordando el pasaje de la zarza ardiendo: “que le revele su nombre”: Dios “creador, salvador y misericordioso”, los tres fundamentos del ser de Dios, y la perdone.
Un conflicto entre justicia y misericordia que viene muy bien retratado en el pasaje del ricino:
“Entonces Yahveh Dios hizo brotar una planta de ricino que creció por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y así calmarlo de su enojo. Jonás se alegró mucho por la planta. Pero al día siguiente, al amanecer, Yahveh mandó un gusano que malogró la planta y la secó. Al salir el sol, Yahveh hizo soplar viento caliente desde el este. El sol acaloró tanto a Jonás que éste se desmayó. Se deseó la muerte y dijo: «Mejor es morir que vivir.»
Entonces Yahveh le preguntó: «¿Te parece bien enojarte por este ricino?» Jonás respondió: «Sí, tengo razón para estar enojado hasta el punto de querer morir.» Yahveh le replicó: «Te afliges por un ricino que no te ha costado trabajo alguno y que no has hecho crecer, que en una noche ha nacido y en una noche ha muerto. ¿Cómo, pues, yo no voy a tener lástima de Nínive, la gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben distinguir el bien y el mal, y gran cantidad de animales?»” (Jon.4,7-13).
[Comienza aquí la reflexión personal].
Próxima entrega: PROFETAS DE LA MISERICORDIA (2ª parte): Oseas, Jeremías, Isaías y Miqueas, Ezequiel.
P. Juan José Cepedano Flórez
CMM. Misionero de Mariannhill.