Experiencia misionera de la
Hna. Damian Maria Boekholt CPS
Llegué por primera vez a Kenia en 1977. Tres años duró aquella experiencia misionera. Todavía recuerdo el consejo que me dieron antes de partir: “Vas a encontrarte con personas que hablan otras lenguas, que viven en otras culturas, que practican otras religiones… Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra sagrada y recuerda que Dios estuvo allí antes que tú”. Nunca he olvidado este consejo, que vino a convertirse en el principio orientador de mi vida misionera.Misión implica acercarse a las personas para compartir la fe que da sentido a la propia vida, trabajando por su desarrollo integral y su liberación integral, capacitándolas para que puedan vivir en justicia y paz. Misión conlleva tratar a las personas y su cultura con respeto, apreciando los valores de los que son portadores, dándoles la oportunidad de poder experimentar la bondad y misericordia de Dios a través de la vida del misionero. El compromiso pastoral y social del misionero alcanza a todas las personas, con independencia de su religión, nacionalidad o clase social.
En el caso concreto de la Congregación de Misioneras de la Preciosa Sangre o de Mariannhill, institución a la que pertenezco, nuestro apostolado misionero se centra en la educación integral de niños y jóvenes, en el apoyo a las necesidades de la mujer, a fin de promover su dignidad y erradicar las diversas formas de opresión que padece.
La Hna. Damian Maria Boekholt CPS visitando las familias en la barriada marginal de Kawangware [Nairobi/Kenia]En el 2010 tuve la oportunidad de volver a Kenia. La tarea encomendada era dirigir un proyecto en favor de los niños de la calle. El proyecto, que llevaba funcionando desde el año 2000 gracias a la ayuda de muchos bienhechores, consistía en un centro con capacidad para 200 niños, donde éstos reciben educación escolar gratuita, atención médica y alimentación tres veces al día.
La finalidad del proyecto consiste en que los niños, allí acogidos, puedan recibir una educación integral, viendo así promovidas y potenciadas sus capacidades y talentos, a fin de que puedan convertirse en ciudadanos seguros de sí mismos y responsables. Muchos de esos chavales requieren una atención particularmente cariñosa para recuperar la confianza en sí mismos y tener valor para continuar su camino de vida, dado que suelen tener detrás una historia llena de experiencias traumáticas y dolorosas. La ayuda que reciben estos niños va más allá de la económica, dado que gracias al proyecto, que les hace ver lo valiosos que son, se siente aceptados, viendo así fortalecida su alegría de vivir.
El lema del Centro reza: “La creatividad es la madre del desarrollo”. Junto con la formación académica en el Centro nos preocupamos de aportar a los niños las herramientas necesarias para la forja de su carácter. Los juegos y los deportes promueven el espíritu de equipo y así pueden aprender a respetarse, a confiar y a ayudarse unos a otros. Atendiendo todos estos frentes de manera mancomunada, los niños pronto caen en la cuenta de que su futuro depende de su propia responsabilidad.
La Hna. Damian Maria Boekholt CPS junto con algunos niños de la calle de la barriada marginal de Kawangware [Nairobi/Kenia]Los niños que frecuentan el Centro son de diferentes religiones. Aunque en el programa formativo se priorice la presentación y la comunicación de los valores cristianos, se respetan las necesidades y reglas propias de cada religión. Intentamos transmitir los valores cristianos del Evangelio con nuestro ejemplo de vida. A su disposición tienen la posibilidad de asistir a la celebración de la Eucaristía y ratos de silencio para poder hacer oración. En su trato diario con nosotros – hermanas misioneras, formadores y maestros – buscamos que puedan experimentar el amor que tiene Dios por ellos. Dado que la confianza sólo puede darse en una atmósfera de cariño y seguridad, todos los que llevamos la marcha del Centro hacemos por tener un oído atento a las necesidades y preocupaciones de los niños.
Hay que hacerse una idea de cómo son las condiciones de vida de las familias de estos niños cuando, terminada la jornada diaria en el Centro, vuelven a sus casas en la barriada marginal de Kawangware. Casetas de chapa de unos 15 m2, en las que pueden vivir hasta ochos personas con un pequeña mesa, un par de sillas y un viajo sofá; ni agua corriente ni electricidad.
El desempleo y la falta de educación escolar se dan por doquier. La mayor parte de los padres de estos niños nos saben ni leer ni escribir. Son frecuentes en las familias el abuso del alcohol y la violencia. Nada extraño que estos niños, al no recibir los cuidados y apoyos en casa que cabría esperar, tiendan a vivir en la calle, expuestos a todo lo malo.
La Hna. Damian Maria Boekholt CPS rodeada de los niños de la calle acogidos en el Centro Misionero de la barriada marginal de Kawangware [Nairobi/Kenia]Para proteger a estos niños del abuso infantil, les ofrecemos por las tardes en el Centro la oportunidad de participar en actividades extraescolares de esparcimiento. Así aprenden, en contraste con el entorno hostil de la calle, a afirmarse mediante el desarrollo mental y físico.
Antes de irse a casa por la noche, cenan en el Centro. Algunos niños se privan de comer todo, llevando el resto de la comida a sus casas para poderlo compartir con los suyos.
Sin duda alguna, para muchos de estos niños nuestro Centro ha venido a ser la única oportunidad de poder tener un futuro mejor.
Con el paso del tiempo la urgencia de seguir atendiendo a los niños de la calle nos llevó a poner en marcha otro Centro en Riruta. Las superioras de la Congregación decidieron acometer la puesta en marcha de una escuela secundaria en Juja Farm. Junto con los Misioneros de Mariannhill, encargados de la parroquia del lugar, y con otros líderes locales se formó una comisión para estudiar el nuevo proyecto y sacarlo adelante.
En dicho estudio se tuvieron en cuenta los recientes desarrollos que se ha ido dando en la zona, sin perder de vista que la razón última de esta empresa no podía ser otra que proveer a los niños de la calle de un nuevo pilar de apoyo así como no descuidar la educación de las niñas. Se tuvo en cuenta también la sostenibilidad del proyecto.
La Hna. Damian Maria Boekholt CPS charlando con un joven del área de Juja Farm [Nairobi/Kenia]Se sopesaron y se examinaron diferentes opciones hasta que, tras bastantes deliberaciones, se optó por poner en marcha una escuela secundaria. Lo hicimos convencidos de que apoyando la educación de estos niños y niñas ayudaríamos al desarrollo integral de la población de la zona donde quedaría ubicada dicha escuela secundaria.
Gracias a los muchos donativos recibidos de las comunidades cristianas de Europa, de otras organizaciones así como de particulares, pudimos sacar adelante este nuevo proyecto con el deseo de seguir ayudando a los niños de la calle y ofreciendo a muchas niñas la esperanza de una vida digna, libres de quedar a merced de la violencia y del abuso. Con el favor de Dios pudimos inaugurar la escuela en el año 2018.
Con el paso del tiempo nos hemos convencido que la clave del éxito de este proyecto reside en el enfoque holístico que ha de informar la educación de estos niños y niñas; de ahí que no podamos descuidar atender las necesidades que percibimos en el entorno donde se desarrollan sus vidas.
Tengo que decir que mi compromiso por el bienestar de estos niños y niñas, consecuencia de mi vocación misionera, supuso para mí un gran enriquecimiento personal, llegando a descubrir en mí misma capacidades y habilidades que estaban latentes y sin explotar. La satisfacción por lo que se ha logrado, después de tanto trabajo y desvelos, es la mejor recompensa.
Así he aprendido que para ser feliz sólo necesitas estar dispuesto a dejar a un lado la vida que te has planificado para salir al encuentro de la vida que te está esperando; dejar a un lado tu propia agenda personal para sacar adelante la agenda de Dios.
Y en esa agenda de Dios están tantos hombres y mujeres, despreciados y marginados, viviendo sin alegría ni amor. Dios nos dice que necesita de nosotros para hacerles saber y experimentar que no están solos ni abandonados a su suerte. Y en eso estamos, porque ese reto es una tarea nunca acabada.
La Hna. Damian Maria Boekholt CPS junto con otras Misioneras de la Preciosa Sangre en Juja Farm [Nairobi/Kenia]