Domund 2022: Seréis mis testigos











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[1] Estamos en vísperas de la Jornada Mundial de Misiones, que tendrá lugar el próximo domingo. El lema escogido para la edición de este año reza: “Seréis mis testigos”. Son éstas de las últimas palabras de Cristo a los suyos antes de volver al Padre. Empecemos por desentrañar el contenido de las mismas. No dice Cristo: Seréis testigos de mi doctrina, de mi moral, de mis milagros, de mis obras…, sino seréis testigos de mi persona. Y porque los suyos están llamados a dar testimonio de la persona de Cristo, podrán luego ser testigos de todo lo demás. Para entender esto bien hay que recordar que cuando Cristo eligió a los suyos lo hizo con dos propósitos; uno primero: para que estuvieran con Él, y, otro segundo: para enviarlos a predicar.
 
[2] Un paso más: ¿Quiénes son hoy los de Cristo, los suyos? ¿Quiénes están hoy llamados a ser testigos de Cristo? ¿Nosotros? Sin duda alguna. Nosotros, los bautizados, estamos llamados dar testimonio de Cristo y de todo lo demás que nos dejó como herencia. Recordemos que también nosotros hemos sido elegidos para estar con Cristo y para ser enviados a predicar. ¿Qué significa esto? Que primero estamos llamados a ser amigos de Cristo y luego comisionados para ser sus misioneros. Lo segundo depende de lo primero. No podremos testimoniar a Cristo, si primero no tenemos experiencia directa suya; no podremos evangelizar, si primero no nos dejamos evangelizar; no podremos ser misioneros de Cristo, si primero no somos amigos suyos.
 
[3] Supuesto lo anterior: Siendo amigos de Cristo, ¿cómo ser sus testigos? Dos imágenes: Sal y Luz y cuatro verbos: dar sabor, preservar, iluminar y dar calor, nos pueden ayudar a responder. Jesús ha pensado que los suyos llenen de sabor este mundo, tantas veces insípido y falto de la gracia de Dios. Jesús ha pensado que los suyos preserven de la corrupción a este mundo, tantas veces maloliente por la acumulación de pecados. Jesús ha pensado que los suyos iluminen este mundo, tantas veces envuelto en la tiniebla y en la oscuridad por la falta de fe en Dios y de sentido para vivir. Jesús ha pensado que los suyos llenen de calor este mundo, tantas veces helado por el egoísmo y la falta de amor, cariño y solidaridad entre los que en él vivimos.
 
[4] Todo esto son sugerentes imágenes. Veamos ahora cómo los misioneros se las arreglan para sustanciarlas y cómo nosotros podemos hacer lo propio ayudando a los misioneros. Aparentemente los misioneros hacen lo mismo que los funcionarios de la salud o de la educación, que los asistentes sociales o los agentes de desarrollo, que los cooperantes o los integrantes de las ONGs. Aparentemente – digo -, pero desde la motivación creyente en Dios, quieren atender al ser humano en el amplio abanico de sus necesidades. El ser humano es menesteroso por naturaleza y tiene necesidades básicas [alimentación, techo, vestido, sanidad, educación], pero también fundamentales [sentido de la vida, de la muerte, del dolor, necesidad de libertad, inquietud religiosa]. Yendo al encuentro de todo hombre, los misioneros quieren atender a todo el hombre, en la totalidad de sus necesidades. Por ello los misioneros, de forma mancomunada y de manera holística, despliegan todo un multicolor abanico de iniciativas y empresas. Si la misión de la Iglesia, continuación de la de Cristo, tiene que llegar a todo hombre y a todo el hombre, se entiende que las empresas apostólicas de los misioneros tiendan a atender al hombre en el más amplio abanico de sus necesidades. Y, con todo, su misión más radical es saciar el hambre más profunda, que se agarra al corazón del hombre. Hay quien puede preguntar: ¿Tiene sentido hablar de Dios al que carece de todo? Demos vuelta a la pregunta: ¿Tiene sentido hablar de Dios al que tiene todo y no carece de nada? ¿Por qué hay que robar a los pobres la Buena Nueva del amor de Dios? ¿Por qué añadir a su terrible pobreza, esta otra? Las actividades de los misioneros en la Iglesia son una prueba fehaciente de que la Evangelización entraña tanto el anuncio explícito del Evangelio como la promoción humana de los que lo reciben. Por ello, los religiosos evangelizan y promocionan al ser humano a la par y sin conflicto de preferencias. Evangelización y desarrollo han dejado de estar enfrentados, porque el desarrollo es parte integrante de la Evangelización. Así los misioneros hoy, como los de siempre, siguen sacando adelante todo tipo de iniciativas al servicio de las necesidades, tanto primarias como fundamentales, del ser humano. Y lo hacen atendiendo a la par, de forma mancomunada y de manera holística, tanto a unas como a las otras.
 
P. Lino Herrero Prieto CMM
Misioneros de Mariannhill
 
 
 
 

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