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El afamado escritor americano Samuel Langhorne, más conocido como Mark Twain, autor de “Las aventuras de Tom Sawyer”, “Huckleberry Finn” o “Un yanqui en la Corte del Rey Arturo”, visitó el Monasterio trapense de Mariannhill el 9 de Mayo de 1897, dejando escritas sus impresiones sobre aquella visita en el capítulo 65 de su obra: “Viaje alrededor del mundo, siguiendo el Ecuador”, elaborada como si fuera un diario... con buena dosis de humor y de fina ironía.

 

Testimonio: «A dos horas de Durban hay un importante monasterio de trapenses alemanes, al que se accede por sendas rurales. Fui a visitarlo con el señor Milligan y el señor Hunter, director general de los  ferrocarriles estatales de Natal, quien conocía al prior (el futuro Abad Francisco Pfanner).

 

[…]

 

Este centro monástico germano entró en actividad hace 15 años, con una congregación foránea, pobre y sin ningún apoyo; hoy los frailes poseen seis mil hectáreas donde cultivar cereales y frutos, elaboran vinos, confeccionan toda clase de objetos y acogen en sus talleres y escuelas a aprendices nativos, que, cuando se gradúan, saben leer y escribir, además de estar bien equipados para ganarse la vida ejerciendo una profesión.

 

La aún joven institución ha fundado en Sudáfrica nada menos que once subsedes y, en ellas, cristianizan, educan y enseñan a mil doscientos muchachos de ambos sexos los oficios mecánicos de mayor porvenir.

 

La labor misional protestante es enjuiciada con frialdad por los negociantes blancos imbuidos de ateísmo, que son los más, y que motejan a sus profesos como “cristianos del arroz” o, en lengua inteligible, ineptos desocupados que se adhieren a la Iglesia solamente para vivir de la renta; pero pienso que les sería difícil encontrar una falla en el trabajo de estos monjes católicos, aunque no creo que se haya materializado la voluntad de hacerlo.»