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        Congregación de los Misioneros de Mariannhill

    "Mejores campos, casas, corazones"

Como ya es tradicional por estas fechas, los Misioneros de Mariannhill que formamos la Provincia Española de nuestra Congregación, nos reunimos el pasado día 31 de Octubre, víspera de la fiesta de Todos los Santos, en la parroquia de Nuestra Señora allende el río, en el Barrio de Santa Ana de la capital Palentina,

… para adecentar el monumento funerario que nuestra Congregación tiene en el cementerio de dicha parroquia, rezar por nuestros hermanos, los PP. Alberto Schärf CMM y Matías Tustch CMM, allí enterrados, y celebrar juntos la Eucaristía por todos los miembros, familiares y bienhechores difuntos de nuestra Congregación, y tener una comida de confraternidad como broche final del Encuentro.

El momento central de la Eucaristía: la consagración, tras la cual, ya no hay pan y vino, sino el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad, es decir, la Presencia real, viva y operante, de Jesucristo resucitado, nuestro Dios y Señor, en las manos de su sacerdote, que muestra el prodigio ante la gran asamblea, mientras ésta responde en fe, como Tomás, aquel discípulo que necesitaba ver y tocar para creer: “Señor mío y Dios mío”.

Tras el Evangelio, la homilía del Frt. Rafael Chichava CMM, nuestro diácono: «Hermanos, nos reunimos hoy como Familia Mariannhill, para recordar y para rezar por nuestros difuntos, en especial los padres Alberto y Matías, y por todos los fieles difuntos.

 

Lo hacemos con fe y con confianza, porque sabemos que Dios nos ama siempre y nos llena siempre de su amor. Por esto le podemos pedir, con el corazón lleno de paz, que tenga con Él, para siempre, a los familiares y amigos nuestros que han muerto, y también todos los difuntos, conocidos y desconocidos, hombres y mujeres de cualquier lugar del mundo, hermanos nuestros.

 

La oración por los difuntos, anclada en la más profunda tradición cristiana se funda, queridos hermanos, en dos hechos fundamentales de nuestra fe:

 

Pero guardemos silencio, que va a comenzar la Eucaristía, donde todos vosotros, nuestros queridos lectores y bienhechores, también habéis estado muy presentes.

Bajo la presencia de Nuestra Señora, la de Allende el río, y de su Hijo, que nos observan desde la hornacina central del retablo barroco.

… para atravesar después la penumbra matinal de la nave del templo en dirección al altar y, una vez allí, alguien da la luz y…

“Dales, Señor, el descanso eterno”… “Y brille para ellos la Luz perpetua”… “Que sus almas y las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz”… “Amén”…”¡Aleluya!”

 Tras la limpieza, los adornos florales; un pálido, pero colorido reflejo de nuestro cariño de hermanos por aquellos que nos precedieron en la Congregación y, también, en el camino a la Casa del Padre.

Este año, la cigüeña, que nos dio la bienvenida desde el alero de la torre, fue testigo de excepción de la primera parte de los actos de este Encuentro Provincial.

    Finalmente, el canto del Salve Regina, ante la imagen de Nuestra Señora allende el río, herencia de cuando éramos trapenses, pone broche final a esta segunda fase del Encuentro Provincial.

   En primer lugar, rezamos por nuestros difuntos, porque creemos en la resurrección. En segundo lugar, rezamos por los muertos porque creemos en la comunión de los santos.

 

     Pero en un día como este, en que recordamos con memoria agradecida el paso por nuestras vidas de tantos y tantos seres queridos –pensemos en ellos-, no podemos dejar de afianzar tres propósitos en nuestro corazón: El primero debe ser nuestro compromiso con la vida, que se funda en el amor que Dios nos tiene. Nuestro segundo propósito debe ser hoy afianzar nuestra fe en la victoria de Jesucristo sobre la muerte. En tercer lugar, hoy estamos invitados a vivir desde la esperanza.

 

     Nos disponemos a participar de la Eucaristía, que además de ser en sufragio por los difuntos es, para los vivos, fuente de vida en Cristo, para que seamos contantes en las pruebas y fieles en el amor».

 

 La Eucaristía fue presidida por el Superior Provincial de los Misioneros de Mariannhill en España, P. Lino Herrero Prieto CMM, quien dirigió unas breves palabras de acogida a los asistentes.

 Y, cómo no, fieles a su cita anual, los Patronos de nuestra Congregación, quienes, inseparables entre sí: Abuela, Madre e Hijo, Ana, María y Jesús, ocupan un sitial de honor en un lateral del presbiterio y conforman, desde allí, la medalla de nuestra Congregación: “Mariae-Annae-Collis”, como reza su nombre en latín; es decir: “Colina-de-María-y-de-Ana” y, en inglés: “Mari-Ann-Hill”.

… ¡Oh, sorpresa!, todo se vuelve brillante y luminoso, mientras comenzamos los preparativos del altar, para celebrar la tradicional Eucaristía por todos los miembros, familiares y bienhechores difuntos de nuestra Congregación.

  Terminada la primera fase del encuentro, comienza una procesión que se repite todos los años y que, saliendo del cementerio, se dirige a la puerta principal de la parroquia de Nuestra Señora,…

Y tras las flores materiales, esas otras flores que son las que siempre gustan, siempre alegran, siempre llegan… las de nuestras oraciones por ellos, cuya fragancia inunda el Cielo y acelera el momento del encuentro con Dios de nuestros seres queridos.

Como cada año, lo primero es la tarea de limpiar bien todo el monumento, aunque, por regla general, solemos encontrarlo bastante limpio y, algunas veces, alguien ha traído flores, recuerdo fiel de antiguas amistades. Este año contábamos, gracias al Señor párroco, con el fondo inmaculado de la tapia recién encalada.

La tercera fase y última fase del Encuentro Provincial se dio en un sencillo restaurante de la ciudad, donde ya se ha hecho tradicional nuestra asistencia y donde se puede comer abundante y sabrosa cocina casera a un precio nada escandaloso para tantos como somos… ¡Que aproveche a todos!

 

Damos gracias a Dios por un día así.