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        Congregación de los Misioneros de Mariannhill

    "Mejores campos, casas, corazones"

Primera estación: Evangelizar desde la serenidad [Cfr. Lc. 5, 1-3]

 

¡Qué intuición la de las gentes del mar de Galilea! Buscan oír la palabra de Dios y se agolpan junto a Jesús. Mientras los pescadores lavan las redes, se sube Jesús a la barca de su amigo Simón y desde ella se pone a enseñar a la gente.

 

Quizá alguno de los tuyos te busca porque necesita oír alguna palabra de peso que dé sentido a su vida. Echa mano de lo que sea y aprovecha la ocasión para evangelizar desde la serenidad la existencia inquieta de tu amigo o familiar.

Segunda estación: Evangelizar desde la sorpresa [Cfr. Lc. 5, 4-11]

 

Jesús sorprende al experto pescador Pedro con una gran redada de peces, cogidos a deshora. Pedro se ve pecador  y Jesús le sorprende invitándole a ser pescador de hombres. Donde se hace presente Jesús se multiplican las sorpresas.

 

Acércate sin miedo a tantos que dicen que se las saben todas y que están de vuelta de todo. Atrévete a evangelizar desde la sorpresa, proponiéndoles nuevas posibilidades para que así sean protagonistas de nuevos milagros.

 

Undécima estación: Evangelizar desde la paciencia [Cfr. Lc. 24, 13-35]

 

¡Qué paciencia la de Jesús con los dos de Emaús! Se hace el encontradizo con ellos y, mientras camina a su lado, aprovecha para poner un poco de luz en sus mentes y de calor en sus corazones, hasta que lo reconocen al partir el pan.

 

Dios siempre tiene para ti otra oportunidad. Si no das el fruto esperado, no te tala ni arranca de raíz, sino que con mimo te cava y abona. Acepta tú evangelizar desde la paciencia, porque no siempre verás el fruto de tu siembra.

 

Novena estación: Evangelizar desde la compasión [Cfr. Mt. 14, 13-21]

 

En medio del descampado Jesús provee de alimento a todos los que le seguían, hambrientos de su palabra. Donde se hace presente Jesús hasta el alimento se multiplica. Y así lo hizo porque previamente se había compadecido de ellos.

 

Cierto que las necesidades del hermano no se solucionan bañándolas en lágrimas. Pero no dejes de evangelizar desde la compasión, porque como no se conmueva primero el corazón, no se moverán luego ni piernas ni manos para ayudar.

 

Séptima estación: Evangelizar desde el perdón [Cfr. Jn. 8, 1-11]

 

Sorprenden a una adúltera y con una pregunta quieren sorprender a Jesús. La respuesta de Jesús hace que los acusadores se disuelvan cabizbajos. Y a la mujer no la juzga sino que, perdonándola, le abre un futuro de nueva vida.

 

¡Aún no te haces una idea de la fuerza que tiene el perdón! Pruébalo en ti mismo, dejándote querer por Dios. Y luego no te cortes de evangelizar desde el perdón, haciendo que así lo experimenten acusados y acusadores.

 

  Quinta estación: Evangelizar desde el agradecimiento [Cfr. Lc. 17, 11-19]

 

Diez leprosos se encuentran con Jesús y los diez, una vez sanados, quedan reintegrados a la vida y a la sociedad. Pero Jesús alaba la actitud de uno de ellos - extranjero por más señas -, porque volvió dando gracias y alabando a Dios.

 

Cuando las cosas te vuelvan a ir bien, no lo des sin más por supuesto. Sé agradecido y alaba a Dios, pues así también puedes evangelizar desde el agradecimiento a tantos que caminan junto a ti, respirando autosuficiencia.

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Tercera estación: Evangelizar desde la cercanía [Cfr. Mc. 1, 29-31]

 

Se acerca Jesús a la casa de Pedro y allí se encuentra con que la suegra de éste estaba con fiebres. Se acerca Jesús a la cama de ésta para curarla. Jesús siempre está cerca de cada ser humano concreto, porque es la cercanía de Dios.

 

Cerca de ti hay muchas situaciones concretas que reclaman de tu parte una actitud de cercanía. Decídete a evangelizar desde la cercanía, para que los que se sienten alejados de Dios, le experimenten cerca de su realidad.

 

Duodécima estación: Evangelizar desde la alegría [Cfr. Act. 2, 1-12]

 

Habiendo recibido el Espíritu, los amigos de Jesús – cargados no de mosto sino de alegría - salieron a las calles y plazas a ser testigos de lo que habían visto, oído y vivido junto a Jesús, a fin de que muchos otros se les juntaran.

 

Se espera de ti que propongas a los demás lo que para ti es fuente de sentido y valor. Comparte con los demás el tesoro de tu fe. Sé bueno y no te lo guardes. Venga y no tardes en decidirte a evangelizar desde la alegría de ser lo que eres.

 

Décima estación: Evangelizar desde la imaginación [Cfr. Jn. 10, 1-16]

 

Un pastor que ama de verdad a sus ovejas, las pone en camino hacia prados y arroyos; las cura, defiende y anima; y, si llegan a perderse, las busca y conduce a lugar seguro. Así es como se comporta Jesús con cada uno de nosotros.

 

Cuando quieres a alguien, la imaginación se te dispara a la hora de demostrarle tu amor y poner los medios para ayudarle en lo que necesite. Evangelizar desde la imaginación te lleva a implicarte, con riesgo de complicarte  la vida.

 

  Octava estación: Evangelizar desde la acogida [Cfr. Lc. 19, 1-10]

 

El pecador Zaqueo se sube a un árbol para ver pasar a Jesús, pero es Jesús mismo quien le ve a él. Con alegría acoge a Jesús en su casa, pero es Jesús quien le acoge a él en la casa de su Corazón, sirviéndole el banquete de su perdón.

 

Sabes por experiencia que siempre que te has acercado a Dios, te ha recibido con los brazos abiertos, acogiéndote en su Corazón. Por ello te sientes urgido a evangelizar desde la acogida, dando la bienvenida en tu vida a los demás.  

 

Sexta estación: Evangelizar desde el atrevimiento [Cfr. Mc. 5, 25-34]

 

Jesús nota lo que ha pasado. Una mujer, cansada ya de gastar su dinero en médicos, le ha tocado buscando remedio a su larga enfermedad. Descubierta en medio del anonimato de la multitud, Jesús le alaba por su audacia creyente.

 

A cuantos viven cerca de ti, cansados de buscar remedio a problemas que les desbordan, anímales a que se atrevan a buscar en Dios la solución. Y no te olvides tú de evangelizar desde el atrevimiento tus propios problemas.

 

Cuarta estación: Evangelizar desde la profundidad [Cfr. Mt. 9, 1-8]

 

¡Qué vista la de Jesús! Le presentan un lisiado de cuerpo y él ve la parálisis de su alma. Compadecido, le sana de su enfermedad y, perdonándole, le cura de las heridas de sus pecados. Y es que Jesús siempre hace las cosas a fondo.

 

No te conformes con sólo atender las necesidades primarias del hermano. Ayúdale también en sus necesidades fundamentales. Haz por evangelizar desde la profundidad al hermano, que necesita tanto de sanación como de salvación.

 

P. Lino Herrero Prieto CMM

Misionero de Mariannhill