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Saludamos a todos los presentes: PP. Bruno, Gerardo y Lino, los sacerdotes D. Santiago y D. Teótimo, los profesores D. Pablo y D. Agustín, y a todos los que, como yo, sois antiguos alumnos de Mariannhill en Palencia. Os damos a todos la más cordial y afectuosa bienvenida a este encuentro.

 

Este encuentro ha sido posible, gracias a que algunos antiguos alumnos hemos mantenido el contacto y la amistad de manera continuada a lo largo de muchos años, avivando la llama de la misma mediante pequeños encuentros. El encuentro de hoy es el resultado de esta historia, tejida a lo largo de muchos años; es la cristalización de  aquella necesidad afectiva de volver a juntarnos los que en su día vivimos juntos en este colegio-seminario. Y aquí estamos los ciento y pico, que nos hemos reunido en esta mañana de otoño, mirándonos unos a otros, sorprendidos de cómo estamos después de tantos años.

 

Todo ello es, ciertamente, causa de una gran alegría. Haciendo un poco de historia acerca del origen de todo este proceso, os puedo decir que éste tiene que ver, en primer lugar, con el eje Palencia y cercanías. Con cierta asiduidad un grupo de antiguos alumnos –el cuarteto palentino, formado por Santino, Rafa, Pedro e Isidoro– se ha venido reuniendo para celebrar esa historia común de amistad, que perdura en el tiempo. De ese núcleo fue surgiendo, como si de un brote verde se tratara, la posibilidad de un encuentro para todos los antiguos alumnos. Con el paso del tiempo la mera posibilidad se fue convirtiendo en un problema de necesidad. Al eje de Palencia unimos y sumamos el eje de Vitoria, formado por los tres hermanos González Soto, conocidos cariñosamente como el “clan de los Vitines”, presidido por Víctor, patriarca magnánimo y arrollador del mismo.

 

El eje Palencia-Vitoria se congregó con cierta frecuencia en la que, con cierta sorna, llamamos la Retreat House de Pedro en Ampudia. La acogida de Pedro en su casa, donde guarda una selecta bodega de inmejorables caldos, hizo que estos encuentros fueran siempre anhelados.

 

Gracias, Pedro, por esta posibilidad de mostrarnos siempre tu generosidad. Y así fue cómo progresivamente fue creciendo la posibilidad y la necesidad del encuentro, que hoy se ha materializado y que ahora, gratamente asombrados, estamos viviendo. Al eje, ya constituido, se sumó Salamanca, con la presencia de Juan Ramón Garrido Hernández, que desde un principio ha manifestado un interés, casi sobrenatural, por hacer realidad este encuentro.

 

La dimensión institucional la puso la incorporación del P. Lino desde Madrid. Y así fue como el eje Palencia-Vitoria-Salamanca-Madrid ha ideado y gestionado toda la estrategia para hacer viable este día de encuentro. Y, llegados a ese punto, lo que procede es mirar hacia adelante. ¿Qué continuidad le podemos dar a lo que hoy estamos viviendo? Varias son las posibilidades, a ser pensadas, ponderadas y valoradas. En el sobre, que se os entregará al final de la comida, podéis manifestar vuestra opinión sobre la continuidad y periodicidad de posibles encuentros como éste. Existe también la posibilidad de crear una red de ayuda en torno a Mariannhill, a fin de canalizar vuestras aportaciones en bien de la actividad misionera de Mariannhill. Otra posibilidad es mantener viva la relación entre nosotros, sirviéndonos de las redes sociales. Y –¿por qué no?– podemos pensar en organizar un viaje a Sudáfrica, a visitar el lugar donde nació Mariannhill, donde sigue trabajando el P. Francisco Jank CMM y está enterrado el P. Lukas A. Mettler CMM. Todas estas posibilidades y sugerencias quedan ahí y se pueden manifestar y gestionar según devengan los intereses.

 

Termino ya. Una cosa parece que ha existido y existe en todos nosotros un vínculo afectivo hacia Mariannhill y hacia este colegio, donde nos formamos. La respuesta tan masiva a esta convocatoria, después de tantos años sin vernos, es una prueba contundente del reconocimiento agradecido que late en el interior de todos nosotros hacia la labor educativa de Mariannhill en nuestra adolescencia y juventud. Esta constante existencial en los afectos y en los sentimientos se ha mantenido viva, a modo de rescoldo. Sólo ha sido necesario un ligero soplo para avivar la llama.

 

Pasad, pasemos todos, un buen día, para que esta jornada quede grabada en nuestra memoria como un hito referencial, tanto por el pasado vivido, como por el futuro por venir. Esperemos que, al hacer memoria colectiva de tantos afanes, búsquedas y recuerdos, nos sintamos bien y agradecidos por todo. Os invito a que os recreéis en la herencia recibida en este lugar y consideréis, a modo de reconocimiento, a todas las personas que por aquí han vivido y trabajado, algunos de los cuales ya descansan en la eternidad. Con vuestra presencia ya presencia ya formamos parte del libro de la vida.

 

Miguel González Soto