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Así captó la cámara fotográfica del misionero de Mariannhill, P. Lucas A. Mettler CMM a la religiosa del sari de algodón blanco y franjas azules, la entonces Madre Teresa de Calcuta –hoy, Santa Teresa de Calcuta-, cuando ésta visitó el Monasterio Misionero de Mariannhill, en el año 1989.

 

 

El P. Lucas Mettler CMM supo captar perfectamente esas manos arrugadas y llenas de surcos, tan características de ella, que hablan por sí solas de oración, entrega, amor y sacrificio, que son las coordenadas que marcaron la vida de la Madre Teresa de Calcuta. Aquí la podemos ver con el pequeño Mark Collis en su regazo, uno de los niños acogidos al programa Jabulani, de atención a niños huérfanos o incapacitados.

Afortunadamente, también podemos ver a Madre Teresa, en su salsa y a todo color, en el hospital Saint Mary (Santa María) de Mariannhill:

Testimonio de un misionero de Mariannhill: “Mientras Dios nos siga mandando profetas y testigos como la Madre Teresa, no se apagará en el corazón de los cristianos y de los hombres de buena voluntad la urgencia de construir “La civilización del amor”, pues ya va siendo hora de pasar de la admiración por la Madre Teresa a imitarla, poniendo manos a la obra”.

Legado espiritual de Madre Teresa:

-“Los pobres deben ser amados, porque han sido creados por la mano amorosa de Dios, para amar y ser amados”.

 

-“Me dicen que haría mejor dando a los pobres cañas para pescar, antes que pescado. Pero en la mayoría de los casos, estos pobres no tienen ni siquiera la fuerza para sostener una caña de pescar”.

 

-“Sin un corazón lleno de amor y sin unas manos generosas, es imposible curar a un hombre enfermo de soledad”.

 

-“Esta obra no es mía, sino de Dios. Yo sólo soy un pequeño lápiz en sus manos. Dios escribe su carta de amor al mundo a través de una acción como la nuestra”.

Juan Pablo II: “Misionera de la Caridad. Su misión comenzaba cada día, antes del alba, delante de la Eucaristía. En el silencio de la contemplación, la Madre Teresa de Calcuta sentía resonar el grito de la cruz: “Tengo sed”. Este grito, recogido en lo profundo de su corazón, la impulsaba por las calles de Calcuta y por todos los arrabales del mundo, en busca de Jesús en el pobre, en el abandonado y en el moribundo”.