La persona de Jesús en preguntas


© CARMEN BORREGO MUÑOZ (España)

JESÚS, EL BUEN SAMARITANO: Imagen tallada y policromada, que se encuentra en la Capilla de la Casa de Mariannhill en Madrid. La escultura fue realizada por el escultor Shadreck Chivandire, natural de Zimbabwe. El artista salmantino, Francisco Orejudo Alonso, realizó la ornamentación de la misma.

Nos acercamos a la persona de Jesús rastreando las preguntas que sobre su origen, identidad, autoridad, enseñanza, obras, comportamiento y realeza han quedado recogidas en los evangelios canónicos, según la versión de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española. La profusión de todas estas preguntas es claro indicador de que la persona de Jesús no deja indiferente a nadie.

 Preguntas sobre el origen de Jesús

Es posible identificar en los textos evangélicos un conjunto de interrogantes que, a fin de hacerse una idea de la identidad de Jesús, preguntan sobre su origen. Curiosamente tales preguntas vienen recogidas, sobre todo, en el Evangelio de San Juan, aunque el tema en cuestión aparece también en los tres Sinópticos.

Así, por ejemplo, Natanael duda de que el origen conocido de Jesús sea garantía de algo bueno: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” [Jn. 1, 46]

Los judíos, al escuchar el discurso de Jesús sobre el Pan Vivo en la sinagoga de Cafarnaúm, murmuraban diciendo: “¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?” [Jn. 6, 41-42] Enterado de estas murmuraciones, el mismo Jesús les lanza una pregunta, en la que apunta hacia otro origen no sospechado, que será causa de un mayor escándalo: “¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?” [Jn. 6, 61-62]

En el medida en que avanza el ministerio público de Jesús, junto a los que se inclinaban a creer que era el Mesías esperado, otros, en cambio, lo ponían en duda, apoyándose precisamente en el origen conocido de Jesús: “¿Es que de Galilea va a venir el Mesías ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de David?” [Jn. 7, 41-42] Ante los planes de prender y juzgar a Jesús, Nicodemo objeta que primero habría que escucharlo. Los demás fariseos, apoyándose en el origen conocido de Jesús, le replicaron que el tema estaba bien claro: “¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.” [Jn. 7, 52]

La pregunta sobre el origen, que es clave para poder responder a la pregunta sobre la identidad, también se esclarece respondiendo a la pregunta sobre el destino. Afirma Jesús: “Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta “¿Adónde vas?” [Jn. 16, 5] Esta pregunta de Jesús y las afirmaciones que le siguieron suscitaron en el auditorio otras preguntas: “¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?… “¿Qué significa ese “poco?” [Jn. 16, 17-18] El mismo Jesús se hace eco de estas preguntas de su auditorio: “¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”?  [Jn. 16, 19]

Tal pregunta sobre el destino se la plantearon también los judíos en sus discusiones con Jesús: “¿Adónde va a marchar este que no podamos encontrarlo? ¿Acaso va a marchar a la diáspora para instruir a los griegos? ¿Qué significa esta palabra que dijo: “Me buscaréis y no me encontraréis, y donde yo estoy no podéis venir vosotros?” [Jn. 7, 35-36] Incluso se plantean los judíos otra posible respuesta al interrogante: “¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros?” [Jn. 8, 22]

En la medida en que avanzaba el interrogatorio de Pilatos a Jesús, la perplejidad del gobernador se incrementaba. En su desconcierto Pilatos le hizo una pregunta de alcance insospechado: “¿De dónde eres tú?” [Jn. 19, 9]

 Preguntas sobre la identidad de Jesús

           Las preguntas sobre la identidad personal de Jesús, tal como aparecen en los textos evangélicos, se pueden agrupar en dos bloques: Aquéllas que vienen planteadas por otros y aquellas preguntas planteadas por el mismo Jesús.

Respecto a las primeras, las planteadas por otros respecto a la identidad de Jesús, hacemos el elenco de las siguientes:

Vamos al comienzo mismo del ministerio público de Jesús y recordamos aquella pregunta que le planteó el mismo Precursor, por intermediación de algunos de sus discípulos, una vez que el mismo Juan Bautista tuvo noticia de lo que Jesús decía y hacía: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?” Los hombres se presentaron ante él y le dijeron: “Juan el Bautista nos ha mandado a ti para decirte: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?” [Lc. 7, 19-20; Mt. 11 ,3]

Sobre la identidad de Jesús se preguntaron también los que fueron testigos del perdón de los pecados del paralítico y de su posterior curación: “¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” [Lc. 5, 21] En la versión de Marcos la pregunta suena así: “¿Por qué habla este así?… ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?” [Mc. 2, 7]

© ARCHIVO CMM [España]

JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS: Vidriera correspondiente a la segunda estación del Viacrucis realizado por la misionera de la Preciosa Sangre o de Mariannhill, Hna. Hadwig Münz CPS, para la capilla de la residencia que los Misioneros de Mariannhill tenían en St-Agustine-de-Desmaures [Quebec/Canadá].

También se planteó la pregunta sobre la identidad mesiánica de Jesús la mujer samaritana, después de su encuentro con Él junto al pozo de Jacob:“Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será este el Mesías?[Jn. 4, 29] Sobre dicha identidad mesiánica, también se plantearon la pregunta algunos de Jerusalén, al ver cómo Jesús hablaba y actuaba: ¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? [Jn. 7, 25-26]

En los intensos diálogos de Jesús con los judíos, tal como han quedado recogidos en el evangelio de San Juan, se le plantean a Jesús en repetidas ocasiones varias preguntas sobre su identidad. A saber: “¿Dónde está tu Padre?” [Jn. 8, 19] / “¿Quién eres tú?” [Jn. 8, 25] / “¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió?… ¿por quién te tienes?” [Jn. 8, 52-53] / “No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán? [Jn. 8, 57] / ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.” [Jn. 10, 24] / “La Escritura nos dice que el Mesías permanecerá para siempre; ¿cómo dices tú que el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto? ¿Quién es ese Hijo de hombre? [Jn. 12, 34]

Preguntas sobre la identidad de Jesús, planteadas por otros, aparecen también al final de su ministerio público. Así, cuando Jesús entró en Jerusalén, la ciudad se sobresaltó preguntando: “¿Quién es este?” [Mt. 21, 10] Durante el proceso religioso ante el Sanedrín, se le planteó a Jesús una pregunta radical: “¿Tú eres el Hijo de Dios?” [Lc. 22, 70] Ante la respuesta afirmativa de Jesús, los acusadores encuentran la excusa buscada para su condena: “¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios?”  [Lc. 22, 70-71] Estando clavado en la cruz, uno de los ladrones le lanzó una pregunta provocadora: “¿No eres tú el Mesías?” [Lc. 23, 39]

          Respecto a las segundas preguntas, aquellas planteadas por el mismo Jesús respecto a su identidad, hacemos el elenco de las siguientes:

Los tres Sinópticos, con ligeras variaciones entre sí, recogen las dos preguntas concatenadas, planteadas por Jesús a sus discípulos. Mateo dice que ello ocurrió en la región de Cesarea de Filipo: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” [Mt. 16, 13]; “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” [Mt. 16, 15] Marcos afirma que ambas preguntas las planteó Cristo cuando iba de camino con los suyos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” [Mc. 8, 27]; “Y vosotros, ¿quién decís que soy?” [Mc. 8, 29] Lucas relata que tales preguntas fueron planteadas por Jesús estando orando sólo, acompañado por sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” [Lc. 9, 18]; “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” [Lc. 9, 20]

Por otra parte, Jesús plantea una serie de preguntas sobre su identidad en referencia directa al Padre. Así, una vez encontrado en el templo por sus padres, les pregunta: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?” [Lc. 2, 49]. Más adelante, metido de lleno en su ministerio público, en diálogo polémico con los judíos, Jesús, teniendo conciencia viva de ser el Hijo del Padre, les plantea estas dos preguntas retóricas al respecto. Una primera: “¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David, si el mismo David dice en el libro de los Salmos: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies? …¿Cómo puede ser hijo suyo?” [Lc. 20, 41-44]; y una segunda: “¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses?” Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura. A quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios?” [Jn. 10, 34-36] En la misma dirección, aunque con mayor explicitud, va la respuesta en forma de pregunta retórica que le dirige al apóstol Felipe ante la petición de éste de poder ver al Padre: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre?” ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en Mí?” [Jn. 14, 9] Esta conciencia filial la mantuvo Jesús en los momentos más dramáticos de su pasión. Así en la oración del Huerto de Getsemaní: ¿Qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora?” [Jn. 12, 27]; o dirigiéndose a Pedro durante el prendimiento: “¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre?” [Mt. 26, 53]

Preguntas sobre la autoridad de Jesús

Después de la entrada en Jerusalén, al final ya de su ministerio público, los tres Sinópticos recogen las preguntas planteadas a Jesús por parte de las autoridades del pueblo sobre su pretendida autoridad. Marcos indica que las preguntas se las plantearon a Jesús cuando estaba paseando por el Templo: “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?” [Mc. 11, 28] Mateo indica que le plantearon las preguntas a Jesús estando éste enseñando en el Templo: “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?” [Mt. 21, 23] También Lucas indica que le plantearon las preguntas sobre su autoridad estando Jesús enseñando en el Templo: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado esta autoridad?” [Lc. 20, 2]

En la misma línea, aunque utilizando otra terminología, van estas otras preguntas planteadas a Jesús y recogidas en el evangelio de Juan. Una primera, a raíz de la expulsión de los vendedores del Templo: “¿Qué signos nos muestras para obrar así?” [Jn. 2, 18]; otras dos preguntas concatenadas en la sinagoga de Cafarnaún, durante el discurso del Pan de Vida: “¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?” [Jn. 6, 30]   

Preguntas motivadas por la enseñanza y de las obras de Jesús

          Un primer conjunto de preguntas motivadas a raíz de la enseñanza misma de Jesús.

En el comienzo mismo de su ministerio, estando en Cafarnaún. En versión de Marcos:¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad…” [Mc. 1, 27]. En versión de Lucas:¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen”. [Lc. 4, 36] Y estando en Nazaret: “Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: “¿No es este el hijo de José? [Lc. 4, 22]

En pleno desarrollo de su ministerio, los judíos en polémica con Jesús se preguntan extrañados: “¿Cómo es este tan instruido si no ha estudiado?” [Jn. 7, 15]

Y al final de su ministerio, después de la resurrección, los dos de Emaús se dijeron el uno al otro: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?” [Lc. 24, 32]

Un segundo conjunto de preguntas motivadas a raíz de las obras realizadas por Jesús.

Los tres Sinópticos recogen la pregunta que se hacen los que han sido testigos de la tempestad calmada. Según Marcos los discípulos, testigos del prodigio, se llenaron de miedo y se decían unos a otros: “¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!” [Mc. 4, 41] Según Mateo, los discípulos se preguntaron asombrados: “¿Quién es este que hasta el viento y el mar  lo obedecen?” [Mt. 8, 27] Y según Lucas, los discípulos, llenos de temor y admiración, se decían unos a otros: “¿Pues quién es este que da órdenes incluso al viento y al agua y lo obedecen?” [Lc. 8, 25]

Si los prodigios realizados por Jesús eran causa de preguntas sobre su persona, éstas también se suscitaban ante el hecho de que perdonaba pecados. Así, a raíz de la curación del paralítico, Lucas indica que los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: “¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” [Lc. 5, 21] Así, a raíz del encuentro con Jesús de la pecadora pública en casa del fariseo, Lucas indica que los demás convidados empezaron a decir entre ellos: “¿Quién es este, que hasta perdona pecados?” [Lc. 7, 49] Jesús puede perdonar pecados porque tiene conciencia de no tener pecado: “¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado?” [Jn. 8, 46] Por otra parte, “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?” [Jn. 9, 16]

No es de extrañar que muchos, ante tales obras, creyeran en él, apoyándose en el siguiente argumento: “Cuando venga el Mesías, ¿acaso hará obras mayores que las que ha hecho este? [Jn. 7, 31]       

          Encontramos, por último, un tercer conjunto de preguntas que vienen motivadas, a la par, a raíz de la enseñanza y de las obras realizadas por Jesús.

Enseñando un sábado en la sinagoga de su pueblo, Marcos dice que la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: “¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y Joset y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?” [Mc. 6, 2-3] La versión de Mateo sobre el mismo hecho es la siguiente: “De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?” [Mt. 13, 54-56]

Nada extraño entonces que Lucas recoja en los siguientes términos la reacción del simple de Herodes: “A Juan lo mandé decapitar yo, ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.” [Lc. 9, 9]

© HNO. THOMAS FISCHER CMM [Alemania]

CRISTO, EL PROFETA: Vidriera que se encuentra en la Casa que los Misioneros de Mariannhill tienen en Karen [Nairobi/Kenia].

Preguntas sobre el comportamiento de Jesús

El comportamiento de Jesús en general o algunos comportamientos en concreto también suscitaban preguntas.

La pregunta de su madre, al encontrarlo en el Templo: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así?”[Lc. 2, 48]

La pregunta de los fariseos a los discípulos de Jesús a raíz de la comida en casa de Mateo: “¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?” [Mt. 9, 11]

La pregunta de los discípulos a Jesús a raíz de su enseñanza en parábolas: “¿Por qué les hablas en parábolas?” [Mt. 13, 10]

La pregunta de los cobradores de impuestos a Pedro: “¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?” [Mt. 17, 24]

La pregunta de algunos de Jerusalén: “¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? [Jn. 7, 25-26]

Las preguntas del sumo sacerdote durante el proceso religioso ante el silencio de Jesús. En la versión de Mateo: “¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que presentan contra ti?” [Mt. 26, 62] En la versión de Marcos: “¿No tienes  nada que responder? ¿Qué son estos cargos que presentan contra ti? Pero él callaba sin dar respuesta. De nuevo le preguntó el sumo sacerdote: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?[Mc. 14, 60-61]

Las preguntas retóricas del sumo sacerdote al escuchar la respuesta de Jesús. En la versión de Marcos: ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece? [Mc. 14, 63-64] En la versión de Lucas las preguntas retóricas se las plantean los miembros del Sanedrín en general: “¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios?” [Lc. 22, 70]

Las preguntas de Pilatos durante el proceso civil ante el silencio de Jesús. Mateo: “¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?” [Mt. 27, 13] Marcos: “¿No contestas nada?” [Mc. 15, 4] Juan: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?” [Jn. 19, 10]

Y, ya por último, la pregunta de Pilatos al pueblo sobre el comportamiento de Jesús: “¿Qué mal ha hecho?” [Mc. 15, 14]

Preguntas sobre la identidad de Jesús como Rey

No son pocas las preguntas que se pueden identificar en los textos evangélicos canónicos que giran en torno a la identidad de Jesús como Rey.

Empezando por la que hicieron los sabios del Oriente al llegar a la ciudad de Jerusalén: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?” [Mt. 2, 2]; y siguiendo por la que se hacía la multitud asombrada: “¿No será este el hijo de David?” [Mt. 12, 23]

Están también aquellas preguntas, planteadas por el mismo Jesús, a sus interlocutores a modo de acertijo y recogidas por los tres Sinópticos. En la versión de Mateo: ¿Qué pensáis acerca del Mesías? ¿De quién es hijo?” Le respondieron: “De David”. Él les dijo: “¿Cómo entonces David, movido por el Espíritu, lo llama Señor diciendo: “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos estrado de tus pies?” Si David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? [Mt. 22, 42-45] En la versión de Marcos: “Mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: “¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice: “Dijo el Señor a mi Señor; siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies”. Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? [Mc. 12, 35-37] En la versión de Lucas: “Entonces les dijo: “¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David, si el mismo David dice en el libro de los Salmos: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies?” David, pues, lo llama Señor; entonces, ¿cómo puede ser hijo suyo? [Lc. 20, 41-44]

Y están, por último, todas aquellas preguntas sobre la realeza de Cristo durante el proceso civil ante Pilatos.

Los tres Sinópticos recogen la pregunta directa de Pilatos a Jesús al inicio de interrogatorio: “¿Eres tú el rey de los judíos?” [Mt. 27, 11; Mc. 15, 2; Lc. 23, 3] En la versión de Marcos siguen las preguntas de Pilatos al pueblo sobre el destino de Jesús Rey: “¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?” [Mc. 15, 9]; “¿Qué hago con el que llamáis  rey de los judíos?” [Mc. 15, 12]

Es el evangelista Juan quien más desarrolla el tema de la realeza de Jesús a raíz del diálogo-interrogatorio de Pilatos a Jesús en el Pretorio. Paso a consignar las preguntas al respecto: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilatos replicó: “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho? [Jn. 18, 33-35]… “Entonces, ¿tú eres rey? Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. Pilatos le dijo: “Y ¿qué es la verdad?.” [Jn. 18, 37-38]

Consignar, por último, las preguntas de Pilatos al pueblo, según la versión de Juan: “¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?” [Jn. 18, 39]… “Ellos gritaron: “¡Fuera, fuera; crucifícalo!” Pilatos les dijo: “¿A vuestro rey voy a crucificar?” Contestaron los sumos sacerdotes: “No tenemos más rey que al César.” [Jn. 19, 15]

P. Lino Herrero Prieto CMM

Misionero de Mariannhill

 

 

 

 

 

 

 

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