Desde el pasado 14 de Diciembre de 2019 la Congregación de los Misioneros de Mariannhill cuenta con el primer sacerdote colombiano. La ordenación del ahora P. José Ferney Aragón Brinez CMM de manos del Obispo de la Diócesis de Granada, Mons. José Figueroa Gómez, tuvo lugar en la Iglesia de San Isidro del Ariari (El Meta/Colombia), pueblo natal del nuevo sacerdote.
“¡Qué EMOCION poder ver cómo a uno le hacen cura!”, lo decía uno de los que acudieron a la celebración, antes del comienzo de la misma, y lo coreaban muchos de los que participaron a la ordenación del, ahora, P. José Ferney Aragón Brinez CMM, en la Iglesia de su pueblo, San Isidro del Ariari, pequeña y bella población situada en los Llanos Orientales de Colombia, en el Departamento de El Meta.
La emoción era fuerte y contagió, aunque por diversos motivos, a todos los participantes. Fueron muchos los factores que contribuyeron para que esta celebración se pudiera celebrar. En primer lugar, el deseo de José de ser ordenado en su pueblo natal, donde vive toda su familia. En segundo lugar, la disponibilidad de Monseñor José Figueroa Gómez, Obispo de Granada, diócesis a la que pertenece el pueblo del nuevo sacerdote. En tercer, la buena disposición del párroco, la plena conformidad de la familia de sangre del P. José y de la Familia de Mariannhill. Por último, hasta los fenómenos climatológicos se aliaron para que el tiempo fuera de lo más agradable.
En un ambiente sencillo y familiar, digno y solemne, se desarrolló la ceremonia de Ordenación, que comenzó con la puntualidad adecuada. La entrada procesional en la Iglesia, encabezada por los monaguillos, seguida por el que iba a ser ordenado, acompañado por madre y hermana, y por los sacerdotes de la diócesis de Granada y de la Congregación de Mariannhill, que precedían al señor Obispo, elevó el nivel emocional de la gente que llenaba el templo.
La ceremonia recuperó el ambiente de sencillez y cercanía cuando el Señor Obispo saludó a la gente de una forma tan sencilla, que hizo que todos se sintieran, no solo como meros espectadores, sino como activos participantes. En la homilía, el Obispo marcó muy claro lo significativo del sacerdote: ser un servidor fiel a Dios, humilde consigo mismo y generoso con todos los demás.
Aquello que dijo en Obispo en su homilía la gente lo fue entendiendo cuando José se postraba en el suelo para el canto de las Letanías de los Santos. El Obispo lo explicaba diciendo que para ser fiel a Dios hay que morir a uno mismo, para levantarnos luego, dispuestos a morir por los demás, y para ello suplicar la ayuda de Todos los Santos. Las lágrimas corrían por las mejillas de muchos mientas todos respondían a las invocaciones de los Santos con un fuerte Te rogamos, óyenos.
La imposición de las manos sobre el ordenando, primero por el Obispo y después por los sacerdotes, elevó aún más la emoción, habiendo oído al Obispo decir que ese era el momento cumbre de la ordenación, cuando José se convertía en sacerdote. El silencio de ese momento era tan profundo que, como alguien dijo después, se podía sentir la bajada del Espíritu Santo. La imposición de las vestiduras al nuevo sacerdote, la unción de las manos con el Santo Crisma, la entrega del cáliz y la patena, seguido del abrazo dado al nuevo sacerdote por el Obispo y demás sacerdotes, rompió la emoción de muchos en llanto y en contento de todos.
Al final de la ceremonia, José nos recordó, desde su sencillez y humildad, que si había llegado a este punto era por haber creído en Dios y porque la gente de su familia, de su pueblo, sus formadores y otros, que le vieron crecer, habían creído en él.
A todos ellos, quiso José agradecérselo con unas palabras. La emoción dificultó la pronunciación verbal de las mismas, pero todos oyeron aquellas palabras, que salían del corazón de José, y respondieron con un fuerte y largo aplauso.
La gente aprendió no solo como “uno se hace cura”, sino que se dieron cuenta de que, sin saberlo, ellos también habían ayudado a José “a llegar a ser cura” y eso les llenó de CONTENTO y lo siguieron celebrando con mucha alegría.
P. David Fernández Díez CMM
© Fotos: Archivo CMM-Colombia